La ejecución de un clérigo chií por Arabia Saudí incendia la región
40 detenidos en Irán por el ataque con cócteles molotov a la Embajada saudí en Teherán
Arabia Saudí anunció este sábado la ejecución del clérigo chií disidente Nimr Baqr al Nimr junto a otros 46 reos acusados de terrorismo, según informó el Ministerio del Interior. La decisión de incluir al jeque Al Nimr, al que observadores occidentales confiaban en que se conmutara la condena a muerte, supone un duro golpe para la minoría chií del reino y agrava las tensiones sectarias en la región. Irán, Irak y el Hezbolá libanés han condenado la medida, mientras que en varios países ya se han desatado protestas.
Así, las fuerzas de seguridad iraníes han detenido este domingo a 40 personas después del ataque que sufrió la pasada noche la Embajada de Arabia Saudí en Teherán, que sufrió un incendio por el lanzamiento de cócteles molotov. Cientos de personas se concentraron ante el edificio diplomático para protestar por la ejecución de Al Nirm. El presidente iraní, Hassan Rohaní, calificó de "totalmente injustificable" el intento de asaltar la legación saudí, al tiempo que insistió en la condena por la ejecución de Al Nirm.
Prominente crítico de los Al Saud, la familia real saudí, el jeque Al Nimr había sido detenido en varias ocasiones durante la pasada década. Pero fue su papel en las protestas de 2011-2012 lo que motivó su condena a muerte, ratificada el pasado marzo y muy criticada por las organizaciones de derechos humanos. Al hilo de la primavera árabe, la minoría chií (en torno a un 10% de la población saudí) se manifestó reiteradamente en la Provincia Oriental, donde se concentra esa comunidad, para denunciar su discriminación legal y pedir la liberación de sus detenidos sin juicio. Al Nimr, que tenía 56 años, era muy popular entre los jóvenes.
“El mensaje que envía la ejecución del jeque Al Nimr es que las autoridades saudíes no toleran ningún tipo de oposición ni de peticiones de reforma sin distinguir si se hacen de forma violenta o pacífica”, explica el disidente Ali Adubisi, que dirige la Organización Europeo-Saudí para los Derechos Humanos (ESOHR).
El portavoz del Ministerio de Exteriores saudí, Osama al Nugali, defendió en su cuenta de Twitter que el castigo no se ha producido por su condición de chií sino de terrorista. Sin embargo, Reprieve, una organización de derechos humanos británica que ha seguido el caso, ha calificado de “alarmantes” las ejecuciones y asegura que al menos cuatro de los ajusticiados, incluido Al Nimr, lo han sido por motivos políticos.
Junto al religioso chií, han sufrido la pena de muerte varios acusados por los atentados que Al Qaeda cometió en el reino en 2003, pero el sobrino del jeque, Ali al Nimr, que tenía 17 años cuando fue detenido por participar en las protestas, no estaba en la lista.
Condena internacional
La noticia del ajusticiamiento de Al Nimr ha merecido una dura condena por parte de Irán, el gran rival regional de Arabia Saudí y adalid del islam chií. El portavoz de Exteriores, Hosein Ansari, acusó al Gobierno saudí de utilizar “el lenguaje de las ejecuciones y la represión con sus críticos internos, mientras apoya a los terroristas y a los extremistas suníes”. Mientras, el ultraconservador ayatolá Ahmad Jatami aseguró que la familia Al Saud “va a ser borrada de las páginas de la historia”, parafraseando las palabras que Jomeini, el fundador de la República Islámica, pronunció sobre su más enconado enemigo, Israel.
El tono “hostil” de estas declaraciones hizo que Arabia Saudí convocara al embajador iraní en Riad. Poco antes, el régimen de los ayatolás había llamado al encargado de negocios de la legación saudí en Teherán, donde a medianoche la policía tuvo que dispersar a un grupo de manifestantes que arrojaron cócteles molotov al interior, prendiendo varios focos de fuego. El Ministerio de Exteriores iraní emitió un comunicado instando a la calma y a las manifestaciones pacíficas.
“La ejecución del jeque Al Nimr acabará con el régimen saudí igual que la del mártir [Mohamed Bakr] Al Sadr acabó con el de Sadam Husein”, dijo, por su parte, el chií Nuri al Maliki, ex primer ministro iraquí, haciéndose eco del sentir generalizado entre su comunidad, mayoritaria en el país. El actual jefe de Gobierno, Jaidar al Abadi, condenó también la ejecución. “La violación de derechos humanos tiene repercusiones en la seguridad, la estabilidad y el tejido social de los habitantes de la región”, subrayó.
También Hezbolá, el movimiento chií libanés, condenó la decisión saudí, que atribuyó a la demanda por parte de Al Nimr de “derechos para una población oprimida”, en referencia a la minoría chií en Arabia.
Los Gobiernos de Emiratos Árabes Unidos y Bahréin han declarado que apoyan las medidas de Riad para combatir el terrorismo. Pero en Bahréin, un pequeño reino fracturado desde 2011 por el rechazo de la familia gobernante (suní) a acomodar las peticiones de reforma de su mayoría chií, estallaron ayer protestas. Tras el rezo del mediodía, numerosos manifestantes enarbolaron fotografías de Al Nimr y corearon consignas contra los Al Saud y sus aliados bahreiníes, los Al Khalifa.
Récord de condenas en 2015
Salvo un egipcio y un chadiano, el resto de los ejecutados eran ciudadanos saudíes. El comunicado del Ministerio del Interior no detalló el método elegido, que en Arabia Saudí suele ser por decapitación, aunque sí precisó que se llevaron a cabo en 12 ciudades del país. El año pasado, el primero de gobierno del rey Salmán, Arabia Saudí ejecutó a 150 personas, la cifra más alta de los últimos 150 años. En 2014 habían sido 90.
La ejecución masiva provocó inmediatas reacciones de condena en Occidente. El Departamento de Estado norteamericano expresó a través de un comunicado su "profunda preocupación" por el riesgo de contagio en la región. La Unión Europea, mediante un comunicado de Federica Mogherini, alta representante para la política exterior, lamentó las 47 muertes y alertó de que lo ocurrido puede contribuir a aumentar notablemente las tensiones en la zona. En idénticos términos se manifestaron fuentes del Ministerio de Exteriores alemán.
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