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El pacto contra el cambio climático queda en manos de los ministros

Tras aprobarse el borrador de los técnicos comienza la negociación política en París

Manuel Planelles
El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, este domingo.
El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, este domingo. Getty Images

Las negociaciones en la cumbre del Clima de París para cerrar un acuerdo global contra el cambio climático, que arrancaron el lunes, han dado el paso de los técnicos a los políticos. Los negociadores técnicos de los 195 países reunidos en París han estado limando el borrador del pacto durante los últimos cinco días. Finalmente, ese borrador consta de 48 páginas, llenas de corchetes. La gran cantidad de corchetes apunta a que siguen existiendo muchos puntos de desacuerdo entre los Estados.

La financiación para los países en desarrollo y la vinculación jurídica del pacto siguen en discusión. Y ambos puntos están relacionados con el concepto de diferenciación, que hace referencia a que los países desarrollados, responsables de haber iniciado el calentamiento global con sus emisiones durante décadas, deben asumir más responsabilidades que los Estados en vías de desarrollo.

Una 'tasa Tobin' europea con tonos verdes

Entre las medidas de financiación que baraja la Unión Europea está la creación de una tasa sobre las transacciones financieras -una tasa Tobin- cuya recaudación en parte se destine a la financiación de la adaptación y mitigación del cambio climático.

En un encuentro dentro de la cumbre de París, el comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, apuntó que 11 países de la UE están a punto de cerrar un acuerdo sobre esta tasa. Y el pacto se podría cerrar antes de que acabe el año.

Estaba previsto que a partir del lunes los ministros tomarán el relevo para intentar cerrar el pacto, que en teoría debe estar listo el viernes 11. Pero el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, que como anfitrión preside la cumbre, ha decidido adelantar al domingo por la tarde el inicio de los trabajos.

"Es un texto más concreto y permite visualizar la estructura del acuerdo", ha señalado Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, sobre el borrador. Sin embargo, admite, "todas las opciones políticas están sobre la mesa". Hasta el nombre está en discusión. Aunque el texto se encabeza con el término "acuerdo", aún no hay consenso sobre si será un tratado, un protocolo o un acuerdo. "Todo está por negociar", señala Ulargui.

Respecto a los puntos que más tensión generan, Ulargui indica que "la diferenciación está por todo el texto". Es decir, está en discusión si la mayor parte de las cargas, de reducción de emisiones y de financiación, debe ser asumida por los países desarrollados o compartida también por los que están en vías de desarrollo. Para delimitar qué países están en un grupo u otro se emplean los anexos de la convención marco de la ONU sobre cambio climático. Ese texto data de 1992 y, como argumenta la Unión Europea, el mundo ha cambiado y hay otras economías -como China y Sudáfrica- que también deberían aportar, por ejemplo, en financiación. "Hay países en desarrollo que se han desarrollado", ha señalado este sábado Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Clima y Energía. "El panorama ha cambiado", ha insistido. "Los países en desarrollo son los primeros interesados en que se amplíe la base de donantes", ha añadido el comisario. 

Todd D. Stern, el enviado especial para Cambio Climático de EE UU, señalaba esta semana que el compromiso "pre-2020" -los 100.000 millones de dólares que deben estar dentro de cinco años- es una cuestión sobre la que no parece que habrá dificultades. Pero reconocía que el problema puede surgir con lo que ocurrirá después de 2020, algo que está en discusión ahora. 

Copenhague

Respecto al borrador aprobado este sábado, el representante suizo ha señalado que "a diferencia de Copenhague, ahora hay bases sólidas". En Copenhague, en 2009, se intentó cerrar un acuerdo contra el cambio climático como el que se busca ahora, y se fracasó.

Martin Kaiser, de Greenpeace, ha mostrado este sábado el "optimismo" de su organización sobre el "proceso" de negociación. "En este punto en Copenhague había 300 páginas". En estos momentos, 20 páginas del borrador corresponden al acuerdo y otras 22 son de desarrollo de ese pacto. Otras cuatro páginas más incluyen temas que los negociadores de cada país consideran que se han quedado fuera y deben entrar. Pese a ese recorte en el número de páginas, Greenpeace sostiene que no está garantizado que se llegue a "un acuerdo decente". "Habrá acuerdo", vaticinan fuentes de la Unión Europea, "otra cosa es el grado de ambición".

En el borrador presentado este sábado se lleva trabajando desde 2011, cuando se acordó en otra cumbre climática que para 2015 debería aprobarse el acuerdo global que ahora se negocia. La cita de París se inició con un borrador de 55 páginas, que ahora ha pasado a tener a 48.

"Ahora se tiene que demostrar la habilidad de la presidencia", señala Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París. Francia es el país que ostenta la presidencia de la cumbre y el encargado de poner sobre la mesa el método de trabajo para ir limando el texto.

Vinculación jurídica

El grado de vinculación jurídica es otra de las cuestiones que están abiertas. EE UU ya ha dejado claro que no puede ratificar un texto en el que se le obligue internacionalmente a recortar sus emisiones. Para este pacto de París se ha optado por la fórmula de las contribuciones nacionales. 185 países de los 195 participantes en las negociaciones han presentado antes de la cumbre planes para reducir sus emisiones entre 2020 y 2030. 

En el borrador de este sábado, en el artículo tercero, hay una posible salida para EE UU. Se indica que los firmantes del acuerdo deberán aprobar leyes nacionales en las que se fijen las metas de reducción de emisiones. Es decir, el cumplimiento de esos objetivos no vendría fijado por un acuerdo internacional, sino que dependería de una ley estadounidense. Aunque esta es una opción que también figura entre corchetes.

Cuatro grupos de trabajo

El ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, presidente de la cumbre, ha creado un grupo abierto central para la negociación. Pero, para abordar los temas más complicados, ha creado cuatro subgrupos. El primero será sobre implementación y abordará los asuntos relacionados con la financiación y la transferencia de tecnologías.

El segundo grupo tratará sobre diferenciación y se centrará en mitigación (recorte de gases de efecto invernadero), finanzas y transparencia. El tercero se ocupará de la "ambición" y verá los objetivos a largo plazo -impedir que la temperatura a final de siglo aumente más de dos grados respecto a los niveles industriales, aunque algunos estados quieren que la barrera esté en 1,5- y la revisión de los compromisos de reducción de gases que ya han presentado 185 países y que no son suficientes para lograr la meta de los dos grados. El último de los grupos versará sobre las acciones que se deben acometer antes de 2020, cuando está previsto que entre en vigor el acuerdo de París.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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