¿Quién está envenenando a los perros del plácido Parque México?
La muerte de canes en un área verde del DF se vuelve un quebradero de cabeza público
Lanudos collies, nobilísimos pastores alemanes, suculentos bulldog ingleses, caniches níveos e histéricos, pugs pequeños–pugs ceño fruncido–pugs de ojos brincones como canicas negras, mestizos, mestizos de todos los cruces. Hay veneno en el Parque México.
Nueve perros murieron envenenados la semana pasada en esta área verde de México DF donde amar a los canes es un credo. Nueve es la cifra oficial. Pero registros extraoficiales dicen 18. Alguno en otro parque cercano, el Parque España. Los dos parques en la colonia Condesa, barrio burgués, acomodado, barrio donde a los perros se les adora, se les peina, se les cuida, se les hace pedicura. Donde no se les hace daño, no se les ignora. Mucho menos se les emponzoña.
El Parque México es la escena de un crimen. Un área específica para perros inaugurada a principios de 2015, equipada con "red hidrosanitaria y arcilla fina", ha sido precintada. Un tramo de borde ajardinado de la calle Ozuluama también, porque coincide que varios de los perros difuntos llegaron al Parque México por esa ruta. Las muertes fueron rápidas. La pauta: vómitos, convulsiones y en menos de una hora después de haber estado en el parque, muerte.
Alondra Robles, empleada doméstica, paseando a la mestiza Kika por fuera del parque:
–Mi jefa me ha dicho que no vuelva a llevarla por dentro.
Manuel Anzaldo, mensajero, sentado en el parque a la hora de comer. Escuchando en la radio la noticia del turbulento proceso de despedidos de Air France:
–Bajo ninguna circunstancia se debe matar a un perro. Definitivamente, lo rechazo. Cárcel. Porque matar a un perro namás así por así, no. No. Cárcel definitivamente.
El código penal de México DF establece dos años de prisión por maltrato animal. Desde entonces se ha encarcelado a una persona. En el contorno del Parque México, policías y otros funcionarios vigilan.
–De momento se está analizando un polvo blanco que hemos encontrado –dice uno de ellos.
Este lunes hubo una reunión entre un representante de la delegación Cuauhtémoc (demarcación a la que pertenece el parque), Juan Jorge Avilés, miembros de Colegio de Veterinarios del DF y el centro de cuidado y acogida de perros Animalia Adopta. Después de la reunión, Avilés afirmaba que todos están colaborando para prevenir más riesgos: "Estamos haciendo una acción integrada sin precedentes a nivel nacional". Las indicaciones que están dando a los dueños de los perros son sacarlos con correa corta, evitar arbustos y que no consuman nada del suelo.
–Con los basset hound es difícil. Son cazadores y testarudos. Agarran lo primero que se encuentran –dice en el parque el entrenador de perros Gabriel Garduño.
El basset lo mira desde el suelo. Orejones, ojos caídos, tronco salchichero, patas cortas. "Pero veloces", avisa Garduño. Como Michael Johnson, recordman de los 400 metros: tronco largo, pata corta, a correr. Al lado del amaestrador: una schnauzer, un jack russell, un xoloitzcuintle calvo, un xoloitzcuintle con cresta punk.
Garduño dice que esos perros están adiestrados para no comer basurillas del suelo: "Los trabajamos con reflejo condicionado".
En el tramo sospechoso de Ozuluama, un aparcador de coches ofrece memoria histórica: "Hace 15 años años pasó lo mismo. Comían albóndigas envenenadas. Haga de cuenta que salían corriendo como loquitos y se estrellaban contra las bardas", dice José Luis Sánchez.
En la ingente Ciudad de México vive un millón de perros. Cifra oficial. O dos o tres, estiman las asociaciones. El millón oficial defeca media tonelada diaria. Unas 18.000 personas son atendidas cada año por mordiscos. Hace siete años que no hay un sólo caso de rabia por mordedura de perro. Unos 12.000 canes al mes son sacrificados en el programa antirrábico. Todo es desmesurado en el Distrito Federal. También lo perruno. También sus lados oscuros. En 2013 hubo un caso tenebrosísimo de perros salvajes que devoraron en un mes a cinco personas. Ahora otro (si bien lamentable) mucho menos siniestro pero que afecta a la clase alta del can defeño.
Los perros muertos del plácido Parque México.
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