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Columna
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“Las balas que matan a niños negros no son perdidas, son preventivas”

Una crónica escrita a partir de hechos reales en Río de Janeiro y comentarios de odio en internet

Eliane Brum

Si los niños negros y pobres hubiesen aprendido a leer, no interrumpirían el tráfico con sus cuerpecitos oscuros. Pero van a escuelas públicas bien equipadas, en edificios planificados, cercados de jardines e instalaciones deportivas, con profesores bien pagados y preparados, a jornada completa, se alimentan de comida nutritiva y aun así no consiguen leer bien. No hacen más que desperdiciar los impuestos que paga la gente de bien, como yo.Prefieren quedarse en sus chozas sofocantes, en calles llenas de baches y sin árboles, por puro mal gusto. Es impresionante el mal gusto de los niños pobres y negros, algo que les viene de cuna, solo hace falta ver cómo se visten mal. Por eso, no entienden el Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA, por sus siglas en portugués) de Brasil. Nola tontería aprobada en los años noventa por aquel montón de gilipollas que se quedan llorando hasta hoy porque la dictadura torturó y mató a algunos miles de comunistas. ¡Debería haber matado a más! Estoy hablando del verdadero Estatuto del Niño y del Adolescente, el que no fue hecho por gente que desperdició años estudiando para proteger los derechos humanos de pequeños delincuentes. ¡Como si los niños pobres y negros fuesen humanos! Estoy hablando del ECA que vale, el de las calles, la ley en la práctica, la de verdad. El otro, el oficial,es solo para dejarlo en la biblioteca de aquellos intelectualoides de izquierdas, para llenar aquella boca tan sensible de porquería políticamente correcta y exhibirse en las reuniones de la ONU. Si los críos supiesen leer y supiesen cuál es su lugar, estarían ahí, vivos, para seguir chapoteando en los desagües, como les gusta. Ya que no tengo estómago para la suciedad en la vía pública, he decidido sistematizar la ley vigente y hacer el manual de 2015, una versión actualizada, para ver si dejan de ensuciar el suelo con sus sesos. Una cosa muy didáctica, muy simple, para que incluso una raza inferior pueda entenderla. Voy a ponerle a cada ley el nombre de uno de esos críos, a ver si es más fácil que entre en esas cabecitas llenas de marihuana. En plan: “Acuérdate del caso, asócialo a la ley, no la cagues, todo resuelto”. Como el año que viene son los Juegos Olímpicos y no quiero que los gringos piensen que aquí no hay ley que valga, me he limitado a Río de Janeiro. Si cada uno hace su parte para sanear la ciudad, Brasil todavía puede brillar:

1) Ley Herinaldo: los niños negros no pueden correr en la calle

¿Once años de edad y corriendo en la favela? ¡Vete a trabajar!

¿Para qué va a correr un niño, dime? No tiene que correr para nada. ¿Once años de edad y corriendo? ¡Vete a trabajar! El policía se asusta con aquel cuerpecito oscuro y escuálido yendo en su dirección y le dispara. Ya está, la bala lo encuentra. Sucedió ahora, la semana pasada, con Herinaldo. Espera un momento, tengo que reírme un poco. Ah, ¿dónde encuentran esos nombres esos pobres? Herinaldo, mira si alguien va a tener futuro con un nombre deesos.Herinaldocorrió, le dieron un tiro. “Bum”, un disparo en el pecho.Dicen que estaba yendo a comprar una pelota de ping pong. ¡Seguro! ¿Desde cuándoun negro sabe jugar al ping pong? Estaba yendo a comprar qué fumar en algún callejón. O estaba transportando droga para algún traficante. Y eramaricónel crío. En vez de llevar la situación como un hombre, se quedó gritando: "¡Quiero a mi mamá!” Por favor. Lo que importa es que, debido a esa falta de atención de Herinaldo, mi coche SUV se quedó parado en el tráfico. A la gente que vive en la favela le encanta bloquear las calles, debe ser por envidia de quienes tienen coche. En lugar de enseñarles a susabortosque los niños pobres no pueden correr, hacen protestas. Los brasileños son muy subdesarrollados. Por eso el país no anda. Por suerte, la policía militar distribuyó unas bombas de gas y echó a los monos a correr. Conseguí llegar a la cena a tiempo, pero fue por poco. Y Rosinete hace una comida muy rica, es una negra de alma blanca, prácticamente de la familia. Después vi en el programa Balance General alpresentador entrevistando a la madre del estropicio. El periodistafue directo al grano. ¿Dónde estaba usted cuando sucedió? La mujer dijo queestabacuidando a un anciano. Bueno, a ver. En vez de cuidar a su hijo, mantenerlo en casa, estaba de visita en casa de los demás. Dijo que trabajando, ¡pero vete a saber lo que anda haciendo esa gente! Después el periodista preguntó si Herinaldoestaba metido en el tráfico. La madre lo negó, pero se nota que estaba. Si no fuera así,¿por qué estaba corriendo? ¿Acaso un niño de 11 años corre en la calle?

El crío está en el medio del camino estorbando el trabajo de la policía y una bala acaba por encontrarlo. ¿De quién es la culpa?

Uso: la última aplicación de la ley número 1 del estatuto real del niño y del adolescente tuvo lugar el 23 de septiembre de 2015. Herinaldo Vinicius Santana, de 11 años, recibió un disparo en el pecho, en Caju, zona portuaria de Río de Janeiro.

¿Te da pena? ¡Llévatelo a casa!

2) Ley Cristian: los adolescentes negros no pueden jugar al fútbol

¿Para qué jugar al fútbol? Mira bien lo que un corto de esos tiene en la cabeza. Si el crío tiene 13 años y vive en una favela llena de traficantes ¿qué va a hacer? ¿Jugar al fútbol? ¡No! Va a quedarse encerrado en la chabola, yo qué sé, viendo Netflix en la televisión o jugando en la tableta, ya que no le gusta estudiar. ¿No estaban tan orgullosos de haberse convertido en Clase C y de comprar televisores de pantalla plana, enormes? Pues aprovecha. ¿Que hace 40 grados dentro de casa? ¡Tómate un baño de hidromasaje para que te bajen las hormonas! Pero no, el proyecto de bandido se cree que es Neymar y va allá a jugar al fútbol. ¿Desde cuándo los niños juegan al fútbol en Brasil? Así que la policía está ahí, haciendo su trabajo, detrás de un animal que había matado a un policía militar, un padre de familia, un trabajador, y una bala acaba encontrando al crío. ¿De quién es la culpa? ¿De la policía? Solo en las cabezas de chorlito de esos de los derechos humanos. Si el crío estuviese trabajando en un momento de esos, no hubiera pasado nada. Pero no, estaba allí, jugando al fútbol, antes del mediodía. Hay algún diputado de izquierda por ahí diciendo que cuando oyó los disparos el crío hasta paró para ayudar a una anciana a protegerse. Oh, sí, ahora se ha convertido en un santo. El hecho es: ¿cómo va a poner orden la policía en el jaleo con esos perdidos en medio? ¿Y la madre del niño? Haciendo teatro en el entierro: “Hijo mío, despierta, hijo mío, despierta...” Patético. ¿Acaso la mujer no consigue juntar las piezas y darse cuenta de que aquel ya estaba en el infierno? Es solo uno, ¿para qué tanto escándalo? Tal y como es esa gente, debe de tener unos 13 negritos más en casa, todos de la misma calaña, para que le den bastante Bolsa Familia. Pero entonces los pobres protestan, más jaleo. Aquella Amnistía Internacional, que debería estar allá en Siria, cuidando a aquellos niños blancos, publica una nota hablando de "lógica de guerra". ¿Qué guerra? Es la ley. ¡ECA real para limpiar Brasil! Jugaste al fútbol en el momento equivocado, la bala te encuentra. Así de simple. ¿O hace falta que te lo explique con dibujos?

Si ese crío no hubiera recibido un disparo en la cabeza, en dos años más ya sería un delincuente. No es una bala perdida ni encontrada: es preventiva

Uso: la aplicación conocida más reciente de la ley número 2 del estatuto real del niño y del adolescente fue el 8 de septiembre de 2015.Cristian Soares Andrade, de 13 años, fue asesinado a tiros en la región de Manguinhos, en Río de Janeiro.

¿Te da pena? ¡Llévatelo a casa!

3) Ley Jesus: los niños pobres no pueden estar sentados a la puerta de casa

Los móviles no son para las manos de los negros. Comienzan a creer que son personas y graban todo, incluso la propia muerte

¿Qué tiene en la cabeza un niño de 10 años para sentarse delante de su casa si vive en una de las favelas del Complexo do Alemão? No, en serio, dime. Nada, no tiene nada en la cabeza. O mejor dicho, no tenía. Ahora tiene una bala. Los policías allá, haciendo su trabajo, que es matar a los bandidos, y el crío allá, estorbando la operación. Y entonces la madre, otra tipa de esas, empieza a gritarle al policía. Si la mujer monta jaleo, lo que el agente de la ley tiene que hacer es apuntar el arma hacia ella. ¿Va a aguantar callado, como una mujercita? Y entonces la perdida grita: "¡Puede matarme! ¡Puede matarme que ya ha acabado con mi vida!” Las mujeres son bichos histéricos, ¿verdad? Y esas de ahí, las de la favela, bien demuestran que nacieron en las cloacas. Si soy yo, que tengo la sangre caliente, le pego un tiro en seguida y aprovecho para enterrar a la madre y al hijo en la misma tumba, que el cementerio ya no tiene sitio para aquella plantación de negros a medio palmo del suelo. Si aquella no estuviese tirada en el sofá viendo la televisión, se habría dado cuenta de que el hijo estaba sentado donde no debía. ¿O la puerta de casa es un lugar para que un niño se siente a jugar? Pero no, allá estaba ella, distraída por la telenovela o alguna otra tontería, y después no paraba de lloriquear. “Cuando me di cuenta, una parte del cráneo de mi hijo estaba en la sala”. Si hubiese tenido cuidado, no estaría allí, así de simple. Ella dijo que trabajaba como empleada doméstica... ¿Qué estaba haciendo en casa al final de la tarde, entonces? Y más pobre parando el tráfico para protestar. Más derechos humanos tocando las narices. Este país se está volviendo inviable. Si yo no fuese tan patriota, me iba en seguida a Miami y hasta le votaba a Donald Trump, un hombre que va a poner las cosas en su sitio después de desinfectar la Casa Blanca de aquellos negros. Pero no, soy de Brasil, con gran orgullo, y voy a hacer mi parte para barrer a esos negros de aquí. Sin contar que no me da miedo decirlo, le digo la verdad a la cara a quien haga falta: si no le hubieran pegado un tiro a ese crío, en un par de años ya era un delincuente. La madre dijo que quería ser bombero. Claro. En dos años como máximo ya estaría trabajando para los traficantes. Si iba a morir de cualquier forma, al menos murió sin haberle hecho mal a ningún ciudadano de bien. En este caso no es una bala perdida ni encontrada: es una bala preventiva.

¿Desde cuándo los esclavos van a la playa? Incluso aunque los críos no asalten a nadie, van a estropear la postal de Río con aquellas caras achatadas

Uso: La última aplicación conocida de la ley número 3 del estatuto real del niño y del adolescente se produjo el 2 de abril de 2015. Eduardo de Jesus Ferreira, de 10 años, recibió un disparo en la cabeza, en la puerta de su casa, en el conjunto de favelas del Complexo do Alemão, en la zona norte de Río de Janeiro.

¿Te da pena? ¡Llévatelo a casa!

4) Ley Alan: adolescentes pobres no pueden jugar con el móvil

Ese es otro caso demasiado obvio. Pero ya que tenemos que explicar todo, vamos allá. Tres niños jugando con un móvil en una favela, encima de bicicletas. ¿Qué piensa un policía? Están haciendo algo equivocado, claro. Seguramente las bicicletas son robadas y el teléfono también. Entonces uno de ellos se echa a correr. ¿Qué hace el policía bueno? Dispara, por supuesto. Y no va a disparar para dejarlo inválido, que no es un hombre cruel, tira a matar, que el Estado no puede permitirse tantos beneficios por invalidez. Que, por cierto, es el sueño de esa gente. Tener un hijo lisiado por la policía para quedarse mamando de las tetas del estado sin tener que trabajar. Entonces el crío cae. El policía, bien educado, le pregunta al amigo que quedó vivo: “¿Por qué estabais corriendo?” El crío, uno de esos vendedores de té que acosan a los turistas en la playa, dice: “Estábamos jugando, señor”. Listo, los derechos humanos hacen un escándalo con esa frase, incluso va a parar a un periódico extranjero. Por eso los móviles no deben estar en manos de negros. Empiezan a pensar que son personas y lo graban todo. Estoy aquí, preguntándome si no sería mejor hacer pronto un párrafo extra para esa ley, que les prohíba a los negros y pobres usar móviles. A ver.

El ECA real es la ley no escrita, pero entrañada en el sistema, que rige la práctica cotidiana del país

Uso: La última aplicación conocida de la ley número 4 del estatuto real del niño y del adolescente ocurrió el 20 de febrero de 2015. Alan de Souza Lima, 15, fue asesinado por la policía en la favela de Palmeirinha, en Honório Gurgel, un suburbio de Río de Janeiro.

¿Te da pena? ¡Llévatelo a casa!

5) Ley de Circulación de PN: Pobre y Negro menor no puede tomar el autobús para ir a las playas de la Zona Sur

En esta no puse ningún nombre, porque los marginales son tantos que la lista tendría kilómetros. A los intelectuales les gustan las leyes largas. Pero el ECA real es simple, blanco sobre negro. ¡Encima del negro! Cualquier idiota consigue entenderlo. El hombre entra en un autobús sin ningún dinero en el bolsillo, mal vestido o incluso sin camiseta, lo que no hay calor que justifique, allá en el fin del mundo donde vive, y quiere ir a las playas de la Zona Sur de Río de Janeiro. ¿Y qué va a hacer allí? Un asalto en grupo, obviamente. Ahí viene aquella historia de que es una minoría la que asalta, que el resto de los negros solo quieren divertirse en la playa. Por favor. Aunque sea así, ¿cómo vamos a saberlo? ¿No dicen que siempre hay que evitar la delincuencia? Pues ahí está. Si no es la policía, es la persona de bien como yo la que tiene que hacer valer la justicia. Me llevo a mis hijos, a mis sobrinos, todos chicos fuertes, de gimnasio, chicos buenos, y quitamos a esos críos por el pescuezo de dentro del autobús. Los quitamos a todos de allá, de vuelta a la cloaca de donde nunca debían haber salido. Después nos damos una ducha de alcohol Zulú para descontaminarnos. ¿Qué es lo que los negros vienen a hacer en Leblon, Ipanema, Copacabana, dígame? ¡Nada! Como máximo vender un coco, una galleta Globo, pero, aun así, de forma controlada, un número limitado. ¿Van a querer bañarse en el mar, jugar al voleibol, disfrutar? Había que darles unas buenas hostias. ¿Desde cuándo los esclavos van a la playa? Incluso aunque los críos no asalten, van a estropear la postal de Río con aquellas caras achatadas. Los gringos vienen aquí a gastar sus dólares para ver a la chica de Ipanema, rubia, de ojos azules. Y las mulatas allá en aquel otro lugar que sabemos bien dónde está y para qué sirve. Si cada uno supiese su lugar, por cierto, estaba todo resuelto. El problema de Brasil hoy es que las criaturas ya no saben cuál es su lugar. Pero se lo explicamos, con una llave de pescuezo, colaborando con el trabajo de la policía, que ya no da abasto de tanto pobres que quieren venir a la playa. Los negros salen, los blancos se quedan. ¡He invertido el nombre de aquella película! Personalmente, inclusive, yo haría un párrafo único aquí en esta ley número 5: autobuses para que los pobres salgan de la favela, solo si es para trabajar. El tío le enseña el carnet de trabajo registrado a un policía en la puerta del 474 y puede subir, con un sello para salir y un sello para volver, firmado por el patrón. Horario determinado, todo muy clarito. Fuera de eso, si al negro lo ven perdiendo el tiempo por la Zona Sur, a la cárcel con él. En eso tengo que quitarme el sombrero con la gente de São Paulo. No me gusta mucho la gente de São Paulo, pero saben cómo hacer las cosas bien cuando quieren. ¿No hubo aquel, cómo era el nombre? Ah, sí, "Rolezinho", solo los negros podrían inventar un nombre tan estúpido. Pues sí. La escoria quería pasear por el centro comercial. Y en manada, como si fuese moda que los adolescentes anduviesen en grupo. ¡A la policía con ellos! Más de tres críos negros en un centro comercial es asalto y ya está. ¡De vuelta a la favela! ¿Van a querer usar ropa de moda? ¡Mírate al espejo, imbécil! No hay marca que limpie tu cara negra, no hay tenis de marca que te haga ser igual a nosotros. Represión para ellos y todo resuelto. En Río la gente de bien también sabe resolver las cosas, este fin de semana fue maravilloso. ¡Que cacheen a los pobres!

Uso: la más reciente aplicación de la Ley de Circulación de PN fue este último fin de semana, pero puede estarse usando ahora mismo. Las leyes con las que los brasileños están de acuerdo son como la gripe, se contagian rápidamente.

¿Te da pena? ¡Llévatelo a casa!

Y aquí cierro el ECA real, un conjunto de cinco leyes simples, claras y objetivas. Espero haber contribuido a tranquilizar a los turistas que vienen a los Juegos Olímpicos de 2016 a ver nuestras bellezas, a conocer a nuestra gente cordial y las maravillas de nuestra tierra alegre y hospitalaria. ¿Cómo era el lema de los Juegos Olímpicos? “¡¡¡Somos Todos Brasil!!!” ¡Viva! 

El texto anterior fue escrito a partir de hechos reales que ocurrieron este año en Río de Janeiro y de una investigación sobre los comentarios publicados en sitios web y redes sociales sobre estos hechos, por aquellos que se presentaban a sí mismos como “ciudadanos de bien” o términos similares. Crear este texto en primera persona y juntar en una sola voz los principales argumentos en circulación fue un intento de hacer visible este discurso del odio. No de la forma habitual, que ya se ve como trivial, sino a partir de su desplazamiento a un lugar donde es extraño. Y, así, producirextrañamiento e incomodidad.

Al desplazar este discurso de odio, poniéndolo en este espacio, tal vez resulte más difícil trivializar el horror que sale de la boca de los brasileños en las calles virtuales y reales de Brasil, con una facilidad asombrosa. También resulta más difícil aceptar como libertad de expresión un discurso que legitima a un Estado que actúa por encima de la ley, al criminalizar a los pobres y negros y naturalizar sus muertes y las violaciones de sus derechos por parte de las fuerzas del orden público, que también deberían protegerlos. Si bien el Estatuto del Niño y del Adolescente es una legislación criticada por sectores de la sociedad y que nunca se ha aplicado por completo, el ECA real es la ley no escrita, pero entrañada en el sistema y asumida por los diferentes cuerpos de policía y por una parte de la población, la ley fuera la ley que rige la práctica cotidiana del país.

Si te has identificado con este texto, es también a ti a quien estoy denunciando

Dicen que anunciar la ironía estropea la ironía. Hasta hace algún tiempo, yo estaría de acuerdo inmediatamente con esa afirmación. Ya no. Hoy en día hace falta avisar, porque, como ya les ha sucedido a otros columnistas, hay quienes se identifiquen tanto con este discurso que van a hacerle una lectura literal y creer que yo, al fin, “he visto la luz”. Para estas personas, así como para sus pares, lo que es denuncia se convertirá en defensa del odio y del racismo y del linchamiento y de la ejecución. Y así se replicará. No puedo correr ese riesgo en tiempos tan agudos. Al usar los instrumentos de la ironía y de la parodia, busco denunciar a aquellos que creen en ese discurso y lo propagan. Si te has identificado con el texto, es también a ti a quien estoy denunciando. Y tal vez una de las frases sea la reproducción de uno de sus comentarios en internet. En este caso, espero que haya quedado algo vivo dentro de ti para que tengas la oportunidad de avergonzarte.

Esos cuatro niños fueron asesinados en Río de Janeiro solo en este año de 2015: corriendo, divirtiéndose con los amigos, jugando al fútbol, sentado a la puerta de casa. Y estos fueron solo los que se convirtieron en noticia en la prensa. Herinaldo, Alan, Cristian, Jesus. La imagen del cuerpecito del niño sirio llevado a la playa por las olas del Mediterráneo le obligó a Europa a ver la tragedia de aquellos que huían de la guerra en busca de refugio. Y, al verla, comprometerse con ese dolor. Implicarse. El choque de humanidad tuvo un impacto político.

¿A qué playa los pequeños cuerpos de esos brasileños necesitan llegar para ser vistos?

La imagen de los cuerpos destrozados a balazos de Herinaldo, Cristian, Jesus y Alan, sin embargo, parece no tener fuerza para impedir la continuidad del genocidio de los niños y jóvenes negros y pobres de Brasil. Sus cuerpos se vacían de humanidad y se convierten en objetos, restos cotidianos que ya no espantan a nadie, más allá de los mismos de siempre. Como mucho, protestas de las comunidades de las favelas, recibidas con bombas de gas por la policía y con manifestaciones de irritación por los conductores, que no quieren que los cuerpos de niños interrumpan tráfico.

Y me quedo pensando: ¿a qué playa los pequeños cuerpos de esos brasileños necesitan llegar para ser vistos? A las playas de la Zona Sur de Río ya sé que no vale de nada.

Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficción Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ninguém vê, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos y de la novela Uma duas. Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.comTwitter: brumelianebrum

Traducción de Óscar Curros

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