La crisis de los refugiados desbanca al paro en el debate electoral griego
Tsipras defiende su gestión y rechaza que la situación haya empeorado en su mandato
En el esperado, y a la postre decepcionante, debate televisado que este miércoles reunió a los principales líderes políticos griegos —con la única excepción del neonazi—, no hubo apenas referencias al desempleo, que en junio volvió a subir dos décimas, hasta el 25,2%, y sí en cambio a la acuciante crisis migratoria que vive Grecia. El desafío es de tal magnitud que el Gobierno interino, presidido por la magistrada Vasilikí Thanou, ha adoptado varias medidas ejecutivas para parchear un fenómeno que rebasa ampliamente la capacidad del país (pese a un crecimiento del 0,9% en el segundo trimestre).
En regular contacto con el comisario europeo de Inmigración, el también griego Dimitris Avramópulos, el Ejecutivo provisional ha aumentado la frecuencia y el número de barcos que trasladan a refugiados de las islas al continente, y está a punto de cerrar con Bruselas una ayuda urgente de 11 millones de euros para cubrir las necesidades más perentorias. El centro de refugiados abierto en agosto en Eleonas, en Atenas, está ya al límite, con 700 personas en sus módulos prefabricados.
En sus programas electorales, los principales partidos que concurren a las urnas el día 20 —lo hacen en total 19 formaciones y cinco coaliciones, pero sólo 7-8 tienen posibilidades de entrar en el Parlamento—, difieren al abordar un fenómeno que en lo que va de año ha traído a Grecia a 230.000 refugiados y migrantes, según ACNUR. Durante el debate, Alexis Tsipras, líder de Syriza y favorito en las encuestas, defendió la política migratoria de su Gobierno, incluida la gestión de la controvertida ministra del ramo, Tasia Jristodulopulu, o la ley que concede la nacionalidad a los hijos de inmigrantes, y negó que durante su mandato, de enero a agosto, la situación haya empeorado, en alusión al mayor número de entradas en el país desde mediados del mes pasado. “En política exterior e inmigración fue el que mejor lo hizo, lo ha gestionado muy bien”, evalúa Dimitris Rapidis, director del think tank Bridging Europe.
Vanguelis Meimerakis, líder de la conservadora Nueva Democracia (ND, segundo partido en intención de voto, casi empatado con Syriza), es partidario de reforzar el control de las fronteras, endurecer las penas para los traficantes de personas y evitar cualquier efecto llamada. “ND prefiere las soluciones tradicionales, los centros de detención, y una política más activa de seguridad en las fronteras”, recuerda el analista. El resto de partidos en liza, del socialdemócrata Pasok o el liberal Potami al comunista KKE o el recién creado Unidad Popular, la escisión de Syriza, “no tienen un plan concreto sobre inmigración y asilo”, recuerda. La única excepción —o incógnita— es el partido ultra Aurora Dorada, claramente xenófobo y a quien algunos ven detrás de los incidentes con refugiados registrados en las últimas semanas en algunas islas del Egeo.
Resultan más claras las directrices de Griegos Independientes (ANEL, en sus siglas griegas), la derecha soberanista que ha apoyado el Gobierno de Syriza, si bien podría quedarse fuera del Parlamento al no superar en intención de voto el umbral del 3%. “Su idea del control migratorio pivota sobre el papel del Ejército como garante de la seguridad de las islas griegas, también para evitar un conflicto con Turquía”, apunta el analista. El Ejército en labores sociales de recuperación o ayuda ha sido siempre una de las ideas motrices, de corte estatista, de Panos Kamenos, líder de ANEL, que este jueves presentó su programa electoral en la feria de muestras de Salónica, la cita que tradicionalmente supone el arranque oficioso de un nuevo curso político que este año, con el adelanto electoral, ha empezado en tromba.
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