Uber entra a la batalla en Costa Rica
Un atajo legal ha servido a la plataforma de servicios de transporte de pasajeros para poner sus pies en el país centroamericano
Un atajo legal ha servido a la plataforma de servicios de transporte de pasajeros Uber para poner sus pies también en Costa Rica. La aplicación ha activado una intensa polémica que ha derivado en protestas de los taxistas formales, aliados de la “guerra” que el gobierno de Luis Guillermo Solís ha declarado a la operación local de esta empresa transnacional.
La figura de “comunidades de autoabastecimiento” ha sido la escogida por Uber para comenzar a operar este viernes por la tarde en Costa Rica, como lo hacen organizaciones locales que brindan servicios de agua o electricidad. Así Uber elude el reglamento nacional de servicios de transporte público, un sector de por sí conflictivo por la batalla legal entre taxistas formales, empresas de servicios “puerta a puerta” y los llamados “piratas”, partes de un conflicto con componentes políticos y alejado de cualquier posibilidad de combatir la congestión en las vías metropolitanas.
Ahora, encima, llega Uber. Lo ha hecho usando la figura de una cotizada modelo nacional llamada Leonora Jiménez, con un eslogan que habla de “amor por Uber” y en una de las horas punta de la semana: viernes a las 16.00, hora de salida de cientos de miles de funcionarios y de alta demanda de servicios de taxi… o algo que se parezca. Casi 5.000 usuarios se afiliaron a la aplicación desde sus teléfonos móviles, según reportes de la prensa local, que ha dado amplio espacio a los detalles de esta empresa.
Que ya tiene gerente (un joven administrador de negocios formado en Estados Unidos), que capacita conductores, que ofrece tarifas menores que las de los taxistas, que los carros con casi nuevos y poseen aire acondicionado y cargadores para el celular. Que la ley es una cosa y la tecnología es otra. Que igual hace unos años intentaron prohibir el servicio de llamadas por Internet Skype y ahora mire usted. Los argumentos van y vienen , pero para los taxistas formales hay una razón superior: supervivencia.
Por eso el gremio de los “rojos” se ha organizado con el apoyo del Gobierno, que jura detener a cada vehículo que trabaje para Uber y así lo ha cumplido en las primeras horas desde la entrada de operaciones. En la mañana de este sábado se reportaban ya dos vehículos pillados. No resultó demasiado difícil para las autoridades. Unos taxistas se habrían registrado como usuarios de Uber, habrían pedido el vehículo y esperado junto a una grúa policial del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT). Capturado el primero, cuyo chofer se expone a la sanción de 110.000 colones (200 dólares) por brindar un servicio ilegal.
Otros han actuado por cuenta propia. La Policía de Tránsito confirmó al mediodía de este sábado el registro de al menos una agresión de taxistas contra un chofer al parecer asociado a Uber. Le golpearon el automóvil Honda nuevo y resultaron ilesos el conductor y un pasajero en el cantón de Tibás, a unos cuatro kilómetros de la capital según el reporte de la prensa
Las autoridades parecen determinadas a no bajar la guardia. De su lado tiene al gremio de los taxistas (13.500 unidades en el país, casi uno por cada 330 habitantes) y del transporte público en general, pero del otro hay usuarios insatisfechos (en el primer día de Uber la demanda superó su capacidad de respuesta), defensores de las innovaciones tecnológicas y promotores de la libre competencia. El debate se ha teñido también de ideología y ocupa buena parte de los medios de comunicación y las redes sociales y alguna conversación de bar. “Preferí llegar sin plata, pero sana”, alegaba este viernes por la noche Rocío, cliente usual de los “rojos” y dudosa de la seguridad que puedan brindar los choferes proveedores de Uber.
Está Costa Rica ahora inmersa en la polémica que desde hace meses brota en una u otra ciudad, con conflictos similares como los suscitados en París, Madrid, México o Bogotá. No es nuevo el servicio en Centroamérica, pues desde el 2014 opera en Panamá, con la diferencia de que se ha posicionado más como un servicio de élite, sin competir por clientes en los taxis tradicionales. A Costa Rica, en cambio, la plataforma viene dispuesta a una guerra por el mercado. Lo que quizás no previó era que esa batalla la iba a librar contra el Gobierno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Uber
- Costa Rica
- Apps
- Carsharing
- Transporte privado
- Consumo colaborativo
- Centroamérica
- Aplicaciones informáticas
- Transporte sostenible
- Coches
- Hábitos consumo
- Vehículos
- Consumidores
- Telefonía móvil multimedia
- Latinoamérica
- Software
- Telefonía móvil
- Consumo
- Empresas
- América
- Tecnologías movilidad
- Informática
- Telefonía
- Transporte
- Tecnología
- Edición América