Cambio de rumbo en política ambiental
El presidente Obama limitará las emisiones, pero aprobó las extracciones de carbón en el Ártico
El mandatario estadounidense logró en 2012 la reelección sin una propuesta significativa contra el cambio climático entre sus argumentos de campaña. La lucha contra el calentamiento global, al que Estados Unidos contribuye como la segunda potencia más contaminante, solo por detrás de China, no fue mencionada en ninguno de los tres grandes debates electorales con su contrincante, el republicano Mitt Romney.
Obama sí había declarado el cambio climático como una de sus prioridades al llegar a la Casa Blanca en 2009, pero la batalla legislativa para sacar adelante la reforma sanitaria, el fracaso inicial de sus propuestas de inmigración y el peso de otros compromisos como las guerras en Irak y Afganistán hicieron que sus políticas medioambientales quedaran en un segundo plano.
Sólo dos incidentes han marcado puntadas en su agenda. El primero fue el oleoducto de Keystone, cuyo proyecto está diseñado para coser EE UU de norte a sur con tuberías gigantescas que transporten petróleo desde la frontera con Canadá hasta el Golfo de México, en Texas. La Casa Blanca a encargar un estudio de viabilidad al Departamento de Estado, asegurando que actuaría de acuerdo con sus recomendaciones. En paralelo, la oposición republicana preparaba su propia legislación para impulsar el oleoducto en nombre de la creación de empleo y los beneficios económicos que le atribuyen.
El resultado fue una de las primeras pistas de Obama sobre la dirección de su legado en materia de cambio climático. El presidente utilizó su derecho a veto para bloquear la ley que aprobaba la construcción de Keystone. Los ecologistas celebraron. Los republicanos protestaron. Y numerosos expertos, como ocurrió este fin de semana al conocer los nuevos planes del presidente, cuestionaron el gesto.
El mandatario demócrata pasará a la historia por aprobar los primeros límites a las emisiones de dióxido de carbono del segundo país más contaminante del mundo. Pero Obama también ha dado luz verde a las extracciones de carbón en el Ártico. Este tipo de explotación alimenta la dependencia de energías fósiles, en vez de forzar la transición a las renovables, y está relacionada con el aumento de las temperaturas en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
“Esto no es negar el cambio climático como hacen los republicanos, sin proponer alternativas”, aseguró Bill McKibben, líder del movimiento global 350.org contra el cambio climático, en The New York Times. “Esto es negarlo de manera que aceptas los datos científicos y ofreces largos discursos sobre la inmoralidad de dejar un mundo en ruinas a nuestros hijos, pero ocultas su verdadero significado: que el carbón debe permanecer bajo tierra”.
Ese significado lo reveló violentamente el segundo encontronazo de Obama con el cambio climático: el devastador huracán Sandy que apenas unos días antes de las elecciones de noviembre de 2012 azotó la costa de Nueva York. El fenómeno recordó a EE UU la persistencia de los desastres naturales en los últimos años y el riesgo al que se enfrenta con la subida del nivel del mar. Sus consecuencias, adelantadas por la comunidad científica anteriormente, demostraron que ni Obama ni sus sucesores cuentan con mucho tiempo para reaccionar ni margen político para concesiones en el Ártico que están consideradas como un paso atrás en el compromiso que defiende ahora el presidente.
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