El Partido Republicano rompe con Donald Trump por insultar a McCain
Un comentario fuera de tono sobre el valor militar de John McCain aísla al empresario delante de los conservadores cristianos de Iowa
Después de un mes de campaña sembrando de minas el debate republicano, finalmente, Donald Trump pisó una. El empresario y candidato a la presidencia de Estados Unidos dudó del honor militar del senador republicano y excandidato a la presidencia John McCain durante un encuentro con un grupo de la derecha cristiana en Ames, Iowa, en el que participaban otros nueve candidatos. La inmediata reacción de condena de las principales voces del partido puede suponer el fin de la campaña de Trump, al menos como republicano.
La polémica entre McCain y Trump tiene origen en la semana pasada, cuando el empresario tuvo que buscar un lugar más grande del previsto para un mitin en Phoenix, Arizona, ante la afluencia de seguidores. McCain dijo que Trump había “encendido a los locos” con su discurso antiinmigración. Trump calificó al senador por Arizona de “tonto”. Durante el encuentro en Ames, el presentador quiso darle la oportunidad de matizar sus calificativos a un héroe de guerra. “No es un héroe de guerra”, dijo Trump. “Es un héroe de guerra porque fue capturado. Prefiero a los que nos son capturados”.
Durante la guerra de Vietnam, el avión de John McCain fue derribado sobre Hanoi. Fue hecho prisionero y pasó cinco años en manos del Ejército norvietnamita. Sufrió torturas y confinamiento en solitario. Las secuelas físicas son aún visibles. Trump se libró de ir a Vietnam con prórrogas de estudiante y, después, por un defecto en un pie. Preguntado por los periodistas en qué pie, no recordó cuál.
El público conservador cristiano del evento había recibido con una ovación a Trump y había disfrutado de su discurso sobre la incompetencia de Washington, sobre los inmigrantes ilegales asesinos y sobre el estupendo tratado que piensa negociar con China porque él de lo que sabe es de negociar y de crear empleo. En el momento de pronunciar esas palabras, el público se congeló, se oyó un murmullo de congoja entre los 2.900 asistentes al acto, seguido de unos pocos abucheos. Trump recondujo la situación diciendo que McCain no había hecho suficiente por los veteranos. A pesar de todo, terminó su intervención entre aplausos.
En el plazo de apenas un mes, el fenómeno Donald Trump ha pasado de una comparsa exótica a problema serio para los candidatos republicanos. Con sus insultos a los mexicanos, el empresario ha logrado un apoyo inesperado entre las bases republicanas y ha escalado en las encuestas hasta situarse entre los tres primeros en preferencia en varios estados, junto a Jeb Bush y Scott Walker. En esta situación, se ganaría un puesto en el primer debate televisado, a primeros de agosto, algo impensable cuando anunció su candidatura. La posibilidad de que los candidatos republicanos tengan que dedicar el debate a responder mamarrachadas de Trump en televisión en vez de hablar de Clinton u Obama es muy real.
En ese contexto, el partido trazó un cordón sanitario alrededor de Trump en cuestión de horas tras sus comentarios. Jeb Bush tuiteó: ”Basta de ataques insultantes. En senador McCain y todos nuestros veteranos, especialmente los prisioneros de guerra, tienen todo nuestro respeto y admiración”. Bush no se encontraba en el evento. No tiene tirón entre los grupos conservadores cristianos. Tampoco John McCain es un personaje especialmente querido en este ambiente. Pero ofender el servicio de un militar es una línea roja en Estados Unidos. Desde el Comité Nacional Republicano, el estratega jefe Sean Spicer declaró: “No hay lugar en nuestro partido o nuestro país para comentarios que insultan a los que han servido con honor”, dejando clara la opinión del aparato republicano sobre Trump.
En el evento de Ames, organizado por el influyente grupo conservador cristiano The Family Leadership, hablaban en pequeñas entrevistas ante el público 10 de los 15 candidatos republicanos. Trump habló por la mañana, después de Marco Rubio. Por la tarde, con sus comentarios incendiando las redes, algunos ponentes se cebaron con Trump. El más duro fue Rick Perry, exgobernador de Texas, quien se declaró “muy ofendido” y dijo que “Donald Trump debe una disculpa a todos los veteranos americanos y en particular a John McCain”. El mismo público que ovacionó a Trump aplaudió a Perry. Y después al senador Lindsey Graham, muy querido por la derecha cristiana. Preguntado directamente si creía que estos comentarios descalificaban a Trump como candidato dijo: “Creo en la democracia. Creo que la gente de Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur lo resolverán. Y esto es lo que van a decir: Donald Trump, ¡estás despedido!”. El favorito entre los republicanos de Iowa, el gobernador de Wisconsin Scott Walker, que solo lleva una semana en campaña, dijo que nunca iba a criticar a sus rivales pero que las palabras de Trump merecían una excepción.
En solo ocho horas, Trump pasó de ser ovacionado por el público de Ames a ser despedazado por sus rivales entre los aplausos de ese mismo público. No se disculpó durante el sábado, como le pidieron los líderes republicanos. Consciente de que incluso con apoyo popular el Partido Republicano se resistirá a darle la nominación, lleva días advirtiendo de que considera la posibilidad de presentarse como independiente, lo que puede ser todavía más dañino para el partido. “Si me sigue yendo bien, gastaré el dinero que sea necesario”, dijo el sábado a los periodistas cuando ya había estallado la polémica.
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