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Una grabación muestra cómo se fugó El Chapo Guzmán de la prisión

La cámara de seguridad recogió la fuga del narco por la ducha de la prisión

Imágenes de la huida de prisión de El Chapo.
Jan Martínez Ahrens

Sábado 11 de julio. 20.52. Prisión de máxima seguridad de El Altiplano. El preso especial 3.578 se acerca a la ducha. La zona, por razones de intimidad, está fuera del campo de visión de las cámaras de vigilancia. Su movimiento es nervioso. Momentos antes, se ha sentado y levantado dos veces de la cama, se ha estirado los pantalones, ha recorrido con pasos rápidos la celda. Una y otra vez. Al final, tras cambiarse de calzado, ha vuelto a la ducha, se agacha, su imagen se pierde. Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se acaba de fugar. Por el túnel abierto a sus pies se ha ido mucho más que uno de los grandes narcotraficantes del planeta. El Estado mexicano ha sufrido su mayor derrota. Una humillación sin precedentes. El país despertará ese domingo avergonzado.

Las filmación facilitada por la Comisión Nacional de Seguridad muestra los últimos minutos en prisión del líder del cártel de Sinaloa. En la celda, de unos 10 metros cuadrados, con mobiliario de cemento, no hay objetos personales. Solo una placa iluminada que parece un iPad, unas botellas de agua y poco más. Aunque las autoridades insisten en que su comportamiento es el normal en un preso confinado largo tiempo, saltan a la vista sus nervios. Sus idas y venidas previas. El instante de tensión final, cuando sabe que se lo está jugando todo y enarca los hombros en un gesto decidido.

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Su difusión se encuadra en la contraofensiva lanzada por el Gobierno mexicano tras la evasión. Miles de militares, policías y agentes de inteligencia han sido movilizados para restañar el orgullo herido de una nación. El Ejecutivo incluso ha pedido ayuda a la población. Con este objetivo se han liberado también las fotos de El Chapo tomadas al entrar en la cárcel en febrero de 2014. Pelo rapado, ojos encendidos y un rostro bien conservado para sus frenéticos 58 años. El vídeo redondea este retrato. Es la imagen que quedará en la retina de un país. Los últimos pasos del hombre más buscado de México y casi con seguridad del continente. Una leyenda oscura por cuyo paradero se paga 3.750.000 dólares. La mayor recompensa ofrecida hasta la fecha en México por un criminal.

Los expertos consideran que las posibilidades de que lo atrapen son escasas. Ya no repetirá el error de 2014, cuando antes de perderse en las montañas de Sinaloa, el corazón de su imperio, decidió ir a visitar a su esposa y sus gemelas. Allí, en un apartamento en Mazatlán, fue detenido sin un disparo.

Capturarlo de nuevo, puede requerir décadas. La primera vez que se fugó de una cárcel de máxima seguridad, en 2001, pasó 13 años en la clandestinidad. En esa época forjó su imperio. El cártel avasalló a sus rivales. Abrió puertas privilegiadas para la exportación masiva de cocaína. Sumió a Ciudad Juárez en una noche abominable. Su poder se volvió insoportable. Ahora, otra vez anda libre. Sus últimas imágenes son en blanco y negro. Como su historia.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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