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Europa y Grecia endurecen su pulso

Tsipras vuelve a pedir el voto por el 'no' en el referendum y el Eurogrupo suspende toda negociación para un tercer rescate

Claudi Pérez
Pensionistas aguardan su turno ante una sucursal bancaria en Atenas.
Pensionistas aguardan su turno ante una sucursal bancaria en Atenas.Milos Bicanski (Getty Images)

El referéndum como arma arrojadiza entre Atenas y Europa. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, hizo este martes un llamamiento a los griegos por el no a las propuestas europeas el domingo: “Una negativa meterá presión a los acreedores”, dijo en un discurso televisado. Visiblemente molestos por el tono desafiante de Grecia, los ministros del euro rechazaron una prórroga del segundo rescate y suspendieron toda negociación para un tercer paquete de ayuda hasta conocer el resultado de la consulta. El fuego cruzado se intensifica. “Los griegos deben decidir entre Syriza y Europa; entre Tsipras y el euro”, dijo uno de los ministros. “No hay ninguna base para seguir negociando”, resumió el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

Batalla intelectual por el futuro del euro, cruzada entre los defensores de la austeridad y los partidarios de soluciones drásticas para la deuda, guerra de propaganda entre Atenas y Bruselas e incluso intenso debate sobre la democracia en Europa. La crisis griega entró este martes en una nueva fase con todos esos conflictos por resolver, pero sobre todo con un desafío formidable por delante: Grecia necesita desesperadamente ayuda financiera, con sus bancos cerrados y cerca del colapso, con la economía metiéndose en una peligrosa espiral y con el país, en fin, paralizado hasta la celebración del referéndum sobre una propuesta fantasma; un voto que va transformándose en un o no a Europa; en un o no a Tsipras y Syriza. Pese a la situación de emergencia, el pulso político se intensifica: el Eurogrupo rechazó definitivamente prorrogar el segundo rescate, y congeló toda negociación con Atenas sobre un tercer paquete de ayuda hasta que se conozca el resultado del referéndum.

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Los socios del euro respondieron con contundencia a los últimos movimientos en Grecia: Europa ha dicho basta y cierra filas a pesar de la agonía de la banca helena, que puede desencadenar un final de pesadilla de esta interminable saga. Atenas sigue adelante con el voto y su Gobierno redobla su apuesta por el no a pesar de las amenazas de Bruselas, Berlín y compañía. Tras el reciente final del rescate y el impago al FMI, los acreedores lo fían todo al resultado de la consulta, en una jugada que entraña graves riesgos. Un sí dejaría a Tsipras en una posición insostenible, pero un no multiplica las posibilidades de accidente: salida de Grecia del euro, posible contagio al resto de la periferia y demás escenarios apocalípticos.

Europa es especialista en las contorsiones de última hora para salvar la cara con un apaño cuando todo parece perdido. Pero Grecia y sus acreedores incrementaron este martes el fuego cruzado, a la espera de las dos próximas citas decisivas: el voto del domingo y un vencimiento de 3.300 millones al BCE —–que ha declarado que mantiene las líneas de liquidez de emergencia hasta el miércoles próximo— el 20 de julio.

La crisis griega se ha convertido en un ovillo ininteligible, plagado de extraños virajes, de amenazas y ultimatums, de movimientos estratégicos imposibles. En uno de esos giros tácticos, Atenas aceptó por escrito la mayoría de las condiciones del plan europeo, pero inmediatamente después Tsipras hizo campaña por el no. Acusó a “fuerzas extremadamente conservadoras” de provocar el cierre de los bancos “solo porque el Gobierno ha decidido preguntarle a la gente”. Visiblemente molestos por ese discurso, los socios del euro respondieron con una negativa rotunda a todas sus peticiones. “No se negociará hasta el referéndum”, afirmó la canciller alemana, Angela Merkel. “Con la actual situación política, el rechazo a las anteriores propuestas y el voto del domingo, no hay ninguna base sólida para seguir negociando”, dijo Dijsselbloem.

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La ceremonia de la confusión sigue marcando este último capítulo de la crisis. Atenas dio su visto bueno a una propuesta que ya no está sobre la mesa: el rescate ha expirado y ya no es posible una prórroga. Aun así, Tsipras acepta ahora la mayoría de las condiciones de un plan pensado para cinco meses y con una ayuda financiera que asciende a 16.000 millones, y pretende que eso valga para un tercer rescate para al menos dos años y más de 30.000 millones de euros. La negativa del Eurogrupo estaba cantada. El impasse actual condena a Grecia a una lenta —o no tan lenta, en función del BCE— agonía, por los efectos devastadores del corralito y, sobre todo, por las dudas sobre su sistema financiero, al borde de la bancarrota. Salvo nueva y mayúscula sorpresa, la siguiente parada es el referéndum. Y lo probable es que el fuego cruzado siga intensificándose hasta entonces.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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