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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El terror y la ignorancia

El terrorismo es un instrumento privilegiado para derrotar a los enemigos de Alá

Antonio Elorza

Los criminales atentados de Susa (Túnez) y de Lyon pueden ser leídos como una muestra de “la barbarie y de la sinrazón”. Creo que estas son las palabras empleadas por el presidente Rajoy. Pero son insuficientes para entender lo que está ocurriendo en este año justo que media desde la constitución del Estado Islámico. Ante la gravedad de la situación, conviene acudir a la exigencia planteada por Ortega de “ver claro”. Esto significa dejar de lado las consideraciones accidentales, del tipo de separar al yihadismo del Islam, desde el supuesto de que el Corán no propicia la violencia y de que es tolerante hacia otras religiones. Semejantes cosas han podido leerse en estas mismas páginas hace días, en las respuestas de la erudita islamófila Karen Armstrong a una serie de cuestiones sobre el tema. A partir de ahí podemos dormir tranquilos, renunciando a entender nada, ya que se trataría de acciones de fanáticos que actúan por libre, al margen de un credo religioso que les desautoriza. Si vamos más lejos por esa senda dirigida al desconocimiento, añadiremos que la culpa está por una causa u otra en Occidente.

Ver claro significa en cambio renunciar a la idea, cada vez más difundida entre la extrema derecha europea, de que Islam y terrorismo son una misma cosa, pero también admitir que a partir del concepto de “yihad”, si asumimos su vigencia para el momento de hoy, el terrorismo es un instrumento privilegiado para derrotar a los enemigos de Alá. Y esto es Corán puro y duro, tal como lo practican los seguidores del Estado Islámico.

Desde la biografía del fundador, sabemos que en la etapa del Profeta armado, a diferencia de la fase previa de admonición en La Meca, esa lucha implacable ha de servirse con todos los métodos de violencia con tal de triunfar, y que los golpes puntuales que impiden la vida o las relaciones económicas de esos enemigos, resultan plenamente legítimos, con independencia de las vidas de no-creyentes que sean destruidas, De sinrazón nada: deshumanización exigida por el planteamiento de base. Y el marco de la lucha es global, hasta la imposición definitiva del Estado islámico. Dicho en plata, el terror se orienta a hacer la vida imposible a los enemigos de Alá. En este caso con un doble blanco: la democracia tunecina y un país vacilante como España.

La respuesta de nuestros servicios de Seguridad ha sido muy eficaz desde el 14-M, pero buena parte de los líderes de opinión progres siguen pensando que con la actitud reverencial basta para amansar la fiera terrorista. Y confundiendo la defensa de una deseable democracia en los países musulmanes (caso de Túnez, tan poco elogiado entre nosotros), lo que supone dejar al descubierto la lógica fundamentalista que ampara la yihad, con orientalismo, e incluso islamofobia. De este modo la reproducción de la ideología yihadista entre los creyentes avanza sin obstáculos.

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