Santiago de Chile se ahoga en una nube de contaminación
Las autoridades decretan emergencia ambiental por primera vez desde 1999 por la mala calidad del aire en la capital
Los cerca de siete millones de habitantes de la capital chilena están acostumbrados a respirar aire contaminado. En una ciudad cercada por cerros y cordilleras, que concentra un 40% de la población del país, los santiaguinos desde hace décadas se han habituado a la fotografía de Los Andes manchada por una espesa nube gris. En invierno se produce menor ventilación y, sin lluvias que contribuyan a la limpieza, las enfermedades respiratorias aumentan y las autoridades toman medidas de urgencia, como decretar restricción vehicular para los automóviles que no son catalíticos. La situación que se ha vivido en Santiago de Chile esta semana, sin embargo, ha excedido los límites de la aparente normalidad capitalina: el Gobierno regional ha debido decretar la primera emergencia ambiental desde 1999 por la mala calidad del aire de esta ciudad y la mayoría de la población se ha visto obligada a enfrentar, de alguna u otra forma, las consecuencias de este evento.
En Santiago arranca el invierno, una estación marcada habitualmente por el frío y la lluvia, pero este 2015 se mantiene como un otoño eterno. Si habitualmente a estas alturas del año han caído 100 milímetros en la capital, este año sólo se han registrado 11,9, según la Dirección Meteorológica de Chile. De acuerdo al intendente, Claudio Orrego, si esta semana no se producen precipitaciones, se tratará de mes de junio más seco desde 1968.
Este fenómeno ha contribuido, en buena medida, a que la contaminación atmosférica haya empeorado y que las autoridades tomaran medidas drásticas, como no lo hacían hace 16 años. El Gobierno metropolitano impidió la circulación de un 40% del total de coches de la ciudad, la paralización de 1347 fuentes fijas industriales y la prohibición de usar estufas a leñas, entre otras determinaciones. Pese a que no se suspendieron las clases de los estudiantes, se recomendó que los niños y jóvenes no realizaran clases de gimnasia y a la población, en general, que no practiquen deportes.
No resulta clara la fórmula que se adoptará en Santiago para no depender de la cantidad de lluvia caída para asegurar calidad del aire. De acuerdo a los expertos, sin embargo, parece evidente que se tendrán que seguir adoptando medidas para incentivar el transporte público y restringir la compra de automóviles. Solo en la capital, la cantidad de coches ha aumentado un 83% entre 2003 y 2013: de 925.000 a 1.695.000, llegando a concentrar un 40% del total del país.
Para este martes, las autoridades han rebajado la alerta a la categoría de preemergencia ambiental. Habrá restricción para los vehículos catalíticos cuyas placas finalicen en 5 y 6 y para los no catalíticos que tengan patentes terminadas en 9, 0, 1, 2, 3 y 4. Los conductores que no respeten la restricción deberán pagar una multa de unos cien dólares.
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