El SPD exige explicaciones a Merkel por el escándalo del espionaje
La Fiscalía abre una investigación sobre las sospechas que rodean a los servicios secretos
El goteo de informaciones sobre la colaboración de los servicios secretos alemanes con los estadounidenses está colocando en una situación cada vez más difícil a la canciller Angela Merkel. La revelación de que la agencia de seguridad alemana (BND) ayudó a sus colegas americanos de la NSA a espiar a socios como Francia o la Comisión Europea ha generado no solo críticas externas, sino también tiranteces en el Gobierno de gran coalición, en el que los socialdemócratas elevan cada vez más el tono contra sus compañeros democristianos y contra su jefa de filas.
Tras unos días de silencio, Merkel respondió el lunes a las preguntas con un medido discurso en el que intentó mantener un equilibrio entre la importancia de respetar el carácter confidencial de los servicios secretos y, al mismo tiempo, alabar la función de control que ejerce el Parlamento sobre el BND.
“Existe una relación de tensión entre la libertad y la seguridad. Para mí está claro que tendremos que mejorar lo que se pueda, pero también tenemos que asegurarnos de algo que a lo mejor ahora mismo no es tan popular: el que nuestros servicios de inteligencia sigan colaborando con los de otros países para proteger mejor la vida de 80 millones de alemanes", aseguró en una rueda de prensa con motivo de la visita a Berlín del primer ministro checo, Bohuslav Sobotka. "Y lograr este equilibrio va a continuar siendo parte de mi trabajo”, añadió. Merkel dijo seguir pensando, como había asegurado en 2013, que a los amigos no se les espía.
Las declaraciones de Merkel llegan en un momento en el que aumenta la presión contra el Gobierno, y muy especialmente contra el ministro del Interior, el democristiano Thomas de Maizière, que como jefe de la Cancillería de 2005 a 2009 era el responsable de supervisar a los servicios de inteligencia. Al ministro se le acusa de haber mentido al Parlamento cuando dijo que el Gobierno no tenía conocimiento del espionaje industrial.
De Maizière, que el próximo miércoles declarará en la comisión de investigación de las escuchas del Bundestag, insistió el lunes una vez más en que no mintió en ningún momento. El tercer protagonista de este escándalo que aún puede ir a más, el presidente del BND, Gerhard Schindler, dijo que considera “absurdas” las acusaciones de “traición” que han lanzado destacados líderes de la oposición y de la prensa.
“La traición. El BND y el Gobierno contra los intereses alemanes”, titulaba este sábado el semanario Der Spiegel, en una portada que ilustraba con las caras de Merkel, De Maizière y Schindler. El prestigioso semanario tildaba de “asombroso” que la canciller no conociera, como dijo en una entrevista a la televisión pública en 2013, la existencia de espionaje industrial contra empresas alemanas. “Pero si realmente no sabía de su existencia, sería aún peor”, concluía la revista.
La Fiscalía de Alemania ya ha anunciado que investigará las sospechas que rodean al BND. Pero a los problemas que Merkel y sus ministros democristianos ya tienen con la oposición y los medios de comunicación alemanes, se pueden unir ahora los que les pongan sus compañeros socialdemócratas de coalición. Durante el fin de semana, destacados líderes del SPD pidieron a Merkel que aclare la situación; e incluso hubo voces socialdemócratas que reclamaron la dimisión de De Maizière. "Para la canciller ya no funciona el juego el mantener alejadas las revelaciones y decir que no tiene nada que ver con ellas. Angela Merkel tienen que aclarar la situación", asegura Ralf Stegner, uno de los vicepresidentes del SPD.
El líder del SPD y número dos del Gobierno, Sigmar Gabriel, aseguró el lunes que hasta en dos ocasiones ha preguntado a la canciller si el BND cooperó con los estadounidenses para llevar a cabo espionaje industrial. “Las dos veces me lo negó”, aseguró. Gabriel prefiere por ahora dar por buenas las explicaciones de su jefa en el Gobierno. Pero el socialdemócrata –en una situación política comprometida, ya que a dos años de las próximas elecciones no logra despegar ni un milímetro en las encuestas– alerta de posibles futuras turbulencias. “Si no fuera así, sería una pesada carga para mantener la confianza”, avisa Gabriel.
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