Obama: “Las naciones fuertes no temen a sus ciudadanos”
El presidente estadounidense defiende la sociedad civil como “catalizadora del cambio”
Barack Obama ha asegurado este viernes que los Gobiernos sólidos no tienen miedo a que sus ciudadanos alcen una voz crítica. En la clausura del Foro de la Sociedad Civil que ha precedido a la inauguración de la Cumbre de las Américas en Panamá, el presidente de Estados Unidos ha afirmado que los Gobiernos que no tienen nada que temer entienden que ello les hace más fuertes y eficientes, que la sociedad civil es “la conciencia de nuestras sociedades” y debe ser escuchada, respetada y apoyada.
Pero en momentos en que EE UU se apresta a escenificar -en el mismo espacio panameño- el acercamiento a una Cuba en la que todavía critica la falta de libertades sociales y políticas, su mensaje también tenía un destinatario concreto. Sobre todo en un Foro Civil marcado, desde su inicio el miércoles, por graves tensiones entre grupos de la sociedad civil cubana simpatizante con el Gobierno de La Habana y miembros de la disidencia que prácticamente reventaron el encuentro.
“La sociedad civil es la conciencia de nuestros países. Es el catalizador del cambio. Es por eso que naciones fuertes no le temen a ciudadanos activos”, ha subrayado Obama en un discurso en el que ha recordado, como ha hecho en varias ocasiones en EE UU, que él mismo, como miembro de una minoría hasta no hace tanto profundamente marginada en su país, le debe todo, hasta estar en la Casa Blanca, al movimiento civil de su país.
El presidente estadounidense ha reiterado en Panamá, justo antes de acudir a la inauguración de una cumbre que lo reunirá con casi todos los mandatarios del continente, incluido el cubano Raúl Castro, que los tiempos han cambiado y que el EE UU que acude a la cita panameña no es el gigante del norte que veía a América Latina como el patrio trasero donde podía disponer a su gusto.
“Los días en que nuestra agenda en este hemisferio presumía tan a menudo de que EE UU podía interferir con impunidad han acabado”, declaró entre aplausos.
Lo que no significa, puntualizó, que Washington vaya a dejar de “hablar en nombre de quien haya sido encarcelado por ningún otro motivo más que decirle la verdad al poder”. Tampoco dejará de “ayudar a una organización que esté intentando empoderar a un grupo minoritario en su país para que éste tenga más acceso a recursos”, agregó. “Lo hacemos no porque sirva a nuestros propios intereses, sino porque pensamos que es lo correcto”, aseveró.
Obama no mencionó ahí a ningún país concreto. Pero no hacía falta en un foro como éste, a cuya clausura faltó la representación cubana apoyada por La Habana. Su justificación: se negaban a “compartir con mercenarios pagados desde el exterior con el propósito de subvertir el sistema político y social” cubano, como dijeron en un comunicado.
“Espero que todos los demás países de las Américas también vean que esto es importante, porque a veces, por difícil que resulte, es importante que podamos hablar de forma honesta y franca en nombre de los que son vulnerables, no tienen poder ni voz”, continuó. “Lo sé porque hubo un tiempo en que en m propio país hubo esos grupos sin voz ni poder”, volvió a recordar.
Cuba sí tuvo una mención directa en otros momentos de su discurso. Obama, conocedor de que su encuentro con Castro es la imagen más esperada de las próximas 24 horas, afirmó que parte de la normalización de relaciones implica poder hablar también de los separa. “Tendremos nuestras diferencias con Cuba en muchos asuntos, al igual que diferimos con nuestros aliados más cercanos. No hay nada malo en ello”, sostuvo.
Además de su discurso en el foro social, al que acudió junto con el presidente Juan Manuel Santos de Colombia y Juan Carlos Varela, el anfitrión panameño, Obama se reunió a puertas cerradas con 15 representantes de la sociedad civil de todas la región, desde Cuba -los disidentes Manuel Cuesta Morúa y Laritza Diversent- a activistas de Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México o Venezuela. También participó el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco.
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