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Más de 20 muertos en el este ucranio el día de inicio de la cumbre de Minsk

Los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania debaten un plan de paz

Lukashenko, Putin, Merkel, Hollande y Poroshenko, este jueves tras concluir la cumbre.Foto: reuters_live
Pilar Bonet

Los líderes de Alemania, Francia, Ucrania y Rusia se han reunido este miércoles por la noche en Minsk con el firme propósito de lograr un acuerdo para pacificar el este de Ucrania y atajar un conflicto que ha costado más de más de 5.200 muertos desde que se inició, el pasado abril. La guerra entre las fuerzas leales a Kiev y los separatistas prorrusos apoyados por Moscú continuaba segando vidas este miércoles mismo en Donetsk, donde, como telón de fondo de la ofensiva diplomática, perecieron seis civiles en un ataque de artillería atribuido por los insurgentes a las fuerzas leales a Kiev.

Papel mojado

Los acuerdos de paz de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y largamente incumplidos, se basaron en nueve puntos que establecían, entre otras, estas medidas:

Alto el fuego de las fuerzas rebeldes y de las leales a Kiev. Creación de una zona de seguridad que separe las líneas de ambos.

Prohibición del uso de cualquier tipo de armamento y de emprender cualquier acción ofensiva.

La Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) supervisará el alto el fuego.

Todas las formaciones militares extranjeras y los mercenarios deben abandonar el territorio que vigile la OSCE.

Prohibición de instalación de nuevas minas y artefactos explosivos en la zona de seguridad.

Prohibición de vuelos militares y drones extranjeros.

Faltaban diez minutos para las ocho de la noche en Minsk (dos horas menos en Moscú) cuando el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, el anfitrión de la cumbre, dio la bienvenida a su colega ruso Vladímir Putin, que, pese a su paso deportivo, fue el último en llegar al Palacio de la Independencia. El primero en acudir a la cita había sido el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, poco antes de las siete de la tarde. Por la mañana, el líder de Ucrania había encontrado tiempo para visitar la localidad de Kramatorsk (donde hubo 17 muertos el martes) acompañado del filósofo francés Bernard-Henri Lévy. El presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, llegaron 25 minutos después de Poroshenko.

Durante el día los expertos habían intentado forjar un texto que armonizara las posiciones. Los vaticinios basados en filtraciones aisladas e intuiciones cubrían un amplio espectro, pero en general eran más bien cautos sobre las posibilidades de encauzar de nuevo un proceso que se ha desbordado desde que se firmaron en septiembre el protocolo y el memorando de Minsk. Ahora estos documentos son solo parte del conjunto de elementos que se barajan para dar vida a unos nuevos acuerdos en Minsk. Los analistas daban por sentado que los líderes acabarían produciendo algún tipo de consenso por la gravedad de la situación y por el empeño personal puesto por Merkel y Hollande en su intento de evitar que las armas fluyan a Ucrania desde EE UU y otros países más resueltos que el eje franco-alemán. Pero un documento susceptible de ser exhibido ante la opinión pública no garantiza la solidez y resistencia del fruto diplomático que pueda surgir de esta lánguida ciudad centroeuropea adonde rara vez acuden los dirigentes occidentales por sus tiranteces (ya crónicas) sobre derechos humanos y libertades con Lukashenko, un dirigente que ocupa el poder desde 1994.

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A Minsk habían llegado también los líderes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, Alexandr Zajárchenko e Igor Plotnitski, respectivamente, para firmar el acuerdo si se producía. En su versión de Internet, el semanario ucraniano ZN (Zérkalo Nedelii), divulgó el protocolo que los independentistas pusieron sobre la mesa el martes por la noche cuando se reunió el llamado Grupo de Contacto, formado por Ucrania, Rusia, los representantes de Donetsk y Lugansk y por la OSCE. Un régimen autonómico y el inmediato cese político y militar de la “operación antiterrorista” son dos de los objetivos de la lista de 15 puntos presentada.

La cuestión básica es la frontera entre Ucrania y Rusia, una zona no controlada por Kiev por donde los separatistas reciben apoyo económico y militar. Ucrania y los países occidentales quieren cerrar la frontera ya, pero los separatistas consideran que el control por parte de la OSCE solo puede plantearse cuando el proceso de regulación haya llegado al punto en el que puedan sentirse seguros. A tenor del protocolo divulgado por ZN, el acceso de la OSCE a la frontera se daría sólo después de que Ucrania aprobara unas enmiendas constitucionales de descentralización, así como un estatuto de autonomía para las zonas controladas por los separatistas, además de haberse celebrado elecciones locales y haberse firmado un acta de garantías de seguridad en relación a los dirigentes locales electos y a las nuevas instituciones de autogobierno. Por si esto fuera poco, el acceso a la frontera debería ser autorizado por los representantes electos de la nueva autonomía. Una vez que se hubieran cumplido todas estas condiciones, los insurgentes consideran que se podría “asegurar la ampliación de la misión de la OSCE a los tramos de la frontera que no se encuentran bajo control de Ucrania”.

Según el protocolo de los secesionistas, el alto el fuego se declararía a las diez de la mañana (hora de Kiev) de hoy, y habría una retirada de las armas pesadas por parte de las tropas ucranias (a partir de la línea de contacto de hecho) y para las milicias (a partir de la línea de contacto fijada por el memorando de Minsk del 19 de septiembre). Esa retirada permitiría crear una zona desmilitarizada de seguridad y, como muy tarde el 20 de febrero, la Rada Suprema (el Parlamento ucraniano) aprobaría la disposición en la que se establecerían las zonas a las que se haría extensiva la autonomía de acuerdo con la ley de autogobierno local que Poroshenko ya firmó el pasado otoño en cumplimiento con los acuerdos de Minsk. La operación contraterrorista llevada a cabo por las Fuerzas Armadas de Ucrania y por la Guardia Nacional debería concluir el 23 de febrero y, dos días más tarde, entraría en vigor una ley que prohíba la persecución y castigo de los implicados en los acontecimientos en Donbás.

También habría una amnistía general y ambas partes procederían a liberar a todos los detenidos. Los separatistas quieren que Kiev restablezca los servicios sociales en Donetsk y Lugansk, así como el pago de las pensiones y prestaciones y se haga cargo de la reconstrucción económica. Como el punto aprobado en septiembre, se subraya que las “formaciones militares extranjeras, el equipo militar y los mercenarios” deben salir de territorio ucranio.

Decenas de milicianos extranjeros luchan en el conflicto ucranio

EL PAÍS, Madrid

Veinte años después del conflicto (1991-1995) que les enfrentó en la antigua Yugoslavia, combatientes croatas y serbios vuelven a estar cara a cara en el enfrentamiento bélico del este de Ucrania. Una veintena de voluntarios croatas —antiguos combatientes— se han unido a las fuerzas leales a Kiev. Otros tantos serbios luchan desde hace meses junto a los rebeldes prorrusos, según las informaciones de los Gobiernos croata y serbio.

No son los únicos extranjeros combatiendo en el conflicto, que cumple su décimo mes. Ciudadanos rusos, al menos una decena de franceses, suizos, polacos y también españoles se han unido a las filas tanto de los prorrusos como de las fuerzas ucranias.

Zagreb ha abierto una investigación sobre un grupo de croatas que en las últimas semanas ha viajado a Ucrania para enfrentarse a los separatistas, según explicó ayer la ministra de Asuntos Exteriores, Vesna Pusic, informa France Presse. Según los medios locales, una veintena de antiguos combatientes croatas salió del país hacia el puerto de Mariúpol para unirse al batallón Azov, una unidad de voluntarios ucranios de extrema derecha. Pusic, que no precisó cuántos croatas han viajado, aseguró que, según los servicios de inteligencia, los milicianos “por el momento no se han unido a unidades polimilitares”.

En marzo pasado, Belgrado ya confirmó que había serbios combatiendo en las zonas de Donetsk y Lugansk. El nuevo Código Penal serbio prevé condenas de prisión para los ciudadanos que combatan en el extranjero.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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