Un cabo español cae bajo fuego israelí
Un casco azul fallece en Líbano en la respuesta del Ejército a ataques de Hezbolá España pide a la ONU una investigación “inmediata, exhaustiva y completa”
El cabo Francisco Javier Soria Toledo, de 36 años, perdió la vida este miércoles en el sur de Líbano al resultar alcanzado por un proyectil lanzado por el Ejército de Israel en represalia por un ataque de la milicia chií Hezbolá. El casco azul español prestaba servicio en la posición 4-28 —un destacamento de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL), con más de medio centenar de militares—, cuyas coordenadas son plenamente conocidas por el Ejército israelí, en las proximidades de la aldea de Ghayar, dividida entre Líbano e Israel. El militar se hallaba solo en una garita, realizando funciones de centinela, por lo que fue el único miembro del contingente alcanzado por el proyectil.
Después de que Hezbolá tendiese una emboscada a un convoy israelí en las Granjas de Shebaa (una zona ocupada por Israel en la confluencia de las fronteras de Líbano y Siria), en el que murieron dos militares israelíes y otros siete resultaron heridos, y lanzase al menos seis cohetes contra Israel, la artillería de este país respondió con una andanada de 30 disparos —al parecer granadas de mortero— sobre la zona donde está el destacamento español, a escasos kilómetros de distancia.
El cabo resultó mortalmente herido por uno de los primeros disparos, hacia las 11.30, según fuentes militares españolas. Las investigaciones iniciales apuntan a que el Ejército israelí utilizó proyectiles que explotan antes de tocar el suelo y expanden munición antipersona, lo que amplía la zona afectada.
La FINUL pidió al Ejército israelí un cese el fuego para evacuar al herido, ya que no podía acercarse el helicóptero medicalizado, pero cuando logró llegar el equipo sanitario, procedente de la base principal del contingente español en Marjayún, distante 20 kilómetros, el cabo ya había fallecido.
La evacuación del cadáver se retrasó aún varias horas porque a las 13.30 se reanudaron los intercambios de disparos, mientras el equipo médico se hallaba aún en el destacamento. Cuando cesaron totalmente los combates, el cuerpo fue trasladado hasta Marjayún, desde donde estaba previsto llevarlo en helicóptero hasta Beirut para que sea repatriado este mismo jueves a España, informa Natalia Sancha.
En alguna ocasión el Ejército israelí había avisado a la FINUL antes de bombardear suelo libanés, pero esta vez no consta que lo hiciese, por tratarse de una represalia inmediata contra el ataque de Hezbolá; y, si lo hizo, los cascos azules ni siquiera tuvieron tiempo de guarecerse en los refugios de los puestos que jalonan la Línea Azul, que marca la separación entre Líbano e Israel. Un portavoz de las Fuerzas de Defensa de este país evitó precisar, a preguntas de EL PAÍS, si hubo aviso previo a la FINUL y se remitió al comunicado oficial, en el que el Ejército israelí “transmite sus condolencias” por la muerte del militar español y asegura que está investigando lo sucedido. Fuentes militares españolas no creen que el ataque al puesto de la ONU fuese deliberado y sospechan que su objetivo era cortar la retirada al comando de Hezbolá, “pero ya han demostrado en el pasado que tampoco les importa demasiado si te cogen en medio y te llevan por delante”.
La respuesta de Hezbolá se esperaba desde que, el pasado 18 de enero, Israel atacase una columna de la milicia chií libanesa en Siria, matando a seis de sus miembros y a un general de los Pasdarán iraníes, cerca de los Altos del Golán. Israel había elevado en las últimas semanas la alerta en su frontera con Líbano y Siria y desplegado su escudo antimisiles (Cúpula de Hierro) en el norte del país, según informes de la inteligencia militar.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, pidió a la ONU una investigación “inmediata, exhaustiva y completa” de lo sucedido y no quiso señalar a Israel hasta contar con toda la información. “Cuando tengamos todos los datos haremos lo que tengamos que hacer y no me temblará la voz para exigir todas las responsabilidades que sean necesarias”, aseguró en una comparecencia conjunta con el enviado de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, en Madrid.
El ministro habló en la mañana de este miércoles con la embajadora española en Líbano, Milagros Hernando, quien le informó de lo sucedido, y recibió una llamada del embajador israelí en Madrid, Alon Bar, que le trasladó sus “condolencias y disculpas”.
Luego fue su homólogo israelí, Avigdor Lieberman, el que le llamó para darle sus condolencias por la muerte del casco azul y responsabilizar de lo sucedido a Hezbolá. Lieberman culpó, además, al Ejecutivo libanés de los ataques que se lanzan contra Israel desde su territorio. Margallo le precisó su intención de pedir una investigación para aclarar lo sucedido y le pidió la colaboración “al máximo nivel” de las autoridades israelíes con el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (DPKO) de la ONU, encargado de realizarla, según fuentes de Exteriores. Liberman se comprometió a ello.
El portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, aseguró que FINUL ya “ha iniciado una investigación para aclarar los hechos y circunstancias del incidente” y llamó a las dos partes, Israel y Hezbolá, a la contención, para evitar acciones que puedan desestabilizar aún más la situación, informa desde Nueva York Sandro Pozzi.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, interrumpió el viaje que había iniciado a India y regresó a España. En declaraciones a Efe, aseguró que “hay opiniones para todos los gustos” sobre la autoría del ataque que acabó con la vida del cabo y que España ha pedido una investigación a la ONU para no tener “preposicionamientos que luego pueden ser erróneos”.
Francisco Javier Soria es el decimotercer militar español que fallece en Líbano y el primero que lo hace por fuego israelí. El 24 de junio de 2007, seis soldados perdieron la vida por la explosión de un artefacto. La autoría del atentado nunca se aclaró, pero los militares españoles siempre sospecharon que se trataba de un aviso de Hezbolá. El Ejército español se incorporó a la FINUL en 2006, tras la última guerra entre Israel y Hezbolá. Su contingente actual, tras varias reducciones, asciende a 580 militares.
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