“Pensaba que Auschwitz era propaganda rusa”
Alemania juzgó a unos 20 miembros de las SS que trabajaron en el campo de exterminio
Más de una década después de que los soviéticos liberasen Auschwitz, los ciudadanos de la Alemania Occidental no sabían, o no querían saber, los horrores cometidos de aquel lugar. A fines de los cincuenta, el fiscal general del Estado de Hesse, Fritz Bauer, socialdemócrata y de origen judío, comenzó una investigación para llevar a responsables del campo de exterminio al banquillo. Aquel proceso lo ha plasmado el director italiano Giulio Ricciarelli en la película La conspiración del silencio, estrenada en España el pasado viernes. Si en el filme el protagonista es un fiscal obsesionado por demostrar lo que habían perpetrado los nazis, en la vida real fueron tres los fiscales que trabajaron con Bauer. Uno de ellos, Gerhard Wiese, hoy con 86 años, recuerda la primera vez que tuvo noticia de Auschwitz, cuando contaba solo 17: "Estaba prisionero de los soviéticos. Un día pegaron en unos tablones fotos del campo. No me lo podía creer, pensaba que era propaganda rusa", cuenta por correo electrónico.
Wiese progresó hasta llegar a fiscal de la Audiencia Provincial de Fráncfort, perteneciente a Hesse. Sus compatriotas preferían "preocuparse por la comida, la calefacción o el trabajo". "Los que tenían interés sí podían saber lo de Auschwitz, porque lo habían contado las víctimas y por los juicios de Núremberg. Sin embargo, la gente pensaba que se había juzgado todo". El director de La conspiración del silencio, italiano residente en Alemania desde los cuatro años, apunta que "cuando acabó la guerra, el país estaba destruido y su población en estado de shock. No había fuerzas para enfrentarse a un pasado tan reciente y tampoco hubo interés por los aliados ni por Adenauer".
Fue un periodista, Thomas Gnielka, quien puso sobre la pista a Bauer al entregarle "unas actas de las SS de Wroclaw [Polonia] en las que aparecían nombres de miembros de la organización que habían matado a tiros a prisioneros", unos documentos que le había proporcionado un superviviente del Holocausto. Wiese explica que el jefe de su sección le preguntó "si quería formar parte del proceso", y dijo que sí. “Participé en la redacción del sumario de la acusación y en el juicio oral" que se inició en 1963 contra 22 miembros de segunda fila de las SS. La mayoría fueron condenados a penas de entre 3 y 14 años de cárcel. Sin embargo, los chicos de Bauer no lograron su "gran objetivo", capturar a Mengele, el médico responsable de atroces experimentos con humanos en Auschwitz. "Mi colega el fiscal Kübler viajó a Gunzburgo, donde estaba su familia y la fábrica de los Mengele, y a Zúrich. Allí intentamos atraparlo, pero no lo conseguimos, con más suerte le hubiéramos detenido".
Wiese reconoce que durante la investigación sus compañeros se toparon con autoridades policiales que les preguntaban si era preciso remover el pasado. ¿Y él, no tuvo miedo a conocer su pasado familiar? "Mi padre fue prisionero de guerra y no volvió hasta 1949, pero nunca se alistó al Partido Nazi. No tuve ese conflicto".
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