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Los nuevos dueños de la calle en Estados Unidos

Los pequeños negocios de inmigrantes se han extendido por todo el país como un extraordinario motor de crecimiento local

Una tienda mexicana en Harlem, Nueva York.
Una tienda mexicana en Harlem, Nueva York.Eduardo Muñoz (REUTERS)

David Bank nació y creció en Tailandia. Allí empezó a trabajar en la cocina del restaurante de la familia de su mujer, Vanida, a hora y media de Bangkok. Hace dos décadas, este chef emigró a Estados Unidos en busca de fortuna. Su sueño era abrir su propio local. Pero antes tuvo que lavar muchos platos. La suerte quiso que entre plato y plato se topara con Jean Georges Vongerichten y Tadashi Ono, dos de los cocineros más reputados en Nueva York, con los que trabajó.

Tuvieron que pasar otros diez años de duro trabajo para que, junto a su mujer, David decidiera abrir su primer local en Upper West Side. Land Thai Kitchen fue un éxito. A los dos años replicaron el modelo en el Upper East Side. Más tarde llegó otro negocio en Hells Kitchen y uno de cocina mexicana. No todo fue de color de rosas. El local mexicano tuvo que cerrar.

David y Vanida, y cientos de miles de inmigrantes como ellos, son los nuevos dueños de la calle, los causantes de una verdadera revolución, capaz de cambiar el paisaje de las ciudades y revitalizar zonas desfavorecidas. Son los negocios de vecindario, los comercios de calles principales.

Un nuevo informe de Americas Society / Council of the Americas y el Fiscal Policy Institute cubre un vacío sobre este asunto. Hasta ahora se conocía cómo, en comparación con las personas nacidas en EE UU, los inmigrantes son más propensos a tener su propio negocio, exactamente entre un 10% y un 15% más. Sin embargo, apenas se había prestado atención al impacto, aún más significativo, que están teniendo sus tiendas, restaurantes, peluquerías, tintorerías, salones de belleza y gasolineras en los vecindarios de las área metropolitanas.

El informe, que hace referencia a inmigrantes regularizados e indocumentados, aporta por primera vez datos que ilustran que los extranjeros son “el pan y la mantequilla de las economías locales de los Estados Unidos”.

De los 4,9 millones de dueños de pequeños negocios de Estados Unidos, 900.000 son inmigrantes. En toda la Unión, los inmigrantes conforman el 16% de la población activa y el 18% de los pequeños empresarios. Sin embargo, constituyen el 28% de los dueños de negocios establecidos en los vecindarios. En determinados sectores, alcanzan niveles de representación altísimos. Son negocios de pequeño margen, que desempeñan un papel cada vez más importante en el tejido económico local: generan unos 50.000 millones de ingresos al año, de los que 13.000 van a parar a manos de inmigrantes.

Las cifras de 2013 muestran que en EE UU los inmigrantes representan el 61% de los propietarios de las gasolineras, el 58% de las tintorerías, el 53% de los ultramarinos, el 45% de los salones de manicura, el 43% de las licorerías, el 38% de los restaurantes y el 32% de las joyerías y tiendas de ropa.

“Este informe confirma que los inmigrantes son cruciales para la vitalidad económica y el éxito de las ciudades de todo el país”, dijo Susan Segal, presidenta de AS / COA. “Son empresas que no merecen atención de los responsables económicos y que no tienen grandes ganancias, pero tienen un cometido fundamental en la revitalización del vecindario", afirmó el autor del informe, David Dyssegaard Kallick, del Fiscal Policy Institute.

Los inmigrantes constituyen una proporción aún más elevada de los propietarios de negocios de calles principales de las áreas metropolitanas con grandes poblaciones de extranjeros. Conforman, por ejemplo, el 64% de los propietarios de negocios main street en la zona metropolitana de Los Ángeles; el 61% en San José; el 56% en Washington DC, y el 54% en Miami. Los asiáticos poseen el 49% de los negocios. Les siguen los blancos (26%), los hispanos (20%) y los negros (3%). El 10% de los negocios de los hispanos está en manos de mexicanos.

El informe de AS / COA y del Fiscal Policy Institute destaca que estos negocios aportan ingresos por vía de impuestos y empleos, pero, además, juegan un papel medular en la revitalización de su entorno urbano, haciendo de zonas deprimidas lugares atractivos. “Lo que antes era un área en deterioro se vuelve una comunidad más dinámica”, afirma. Los propietarios de este tipo de negocios tienen, además, unos ingresos anuales medios superiores a los del resto de inmigrantes (49.000 dólares frente a 35.000).

En el capítulo demográfico, las contribuciones de los inmigrantes y, en particular, de los inmigrantes propietarios de negocios es fundamental para las ciudades que experimentaron bajas poblacionales en los años 50, 60 y 70, y que ahora fomentan un repunte demográfico. Se trata de lugares como Baltimore, San Louis, Detroit, Pittsburgh o Chicago.

En algunas ciudades como Nueva York, han sido los inmigrantes los que han evitado un declive de población que amenazaba la sostenibilidad de los presupuestos municipales. Entre 1970 y 1980, la ciudad cayó a algo más de seis millones de habitantes. Hoy en día tiene 8,4 millones. Los nativos siguen siendo los mismos que en 1980, 5,3 millones, mientras que los inmigrantes han pasado de 1,7 millones a 3,1, es decir, son el 37% de la población. En otras 17 ciudades de las 50 más pobladas del país se dio un fenómeno similar.

El análisis de tres áreas metropolitanas que han experimentado crecimiento de población ofrece “importantes lecciones”. Se trata de Filadelfia, Minneapolis-St. Paul y Nashville. En las tres ciudades la población inmigrante constituye el 13% del total. En 1990 estaban por debajo de la media nacional en este concepto. El aumento de esa población ha coincidido con un aumento del 18% entre los dueños de nuevos negocios de vecindario.

En lo referente a nuevos negocios main street, en Filadelfia los inmigrantes han abierto el 96% de los comercios; en Nashville y Minneapolis, el 68%. En las tres ciudades los alcaldes han tomado medias a favor de la llegada e integración de inmigrantes.

En Filadelfia, el gobierno municipal y ONG han promovido la llegada de emprendedores inmigrantes en los corredores comerciales de la ciudad. En Minneapolis–St. Paul un grupo de organizaciones sin ánimo de lucro, con el apoyo de un programa federal de créditos fiscales, desarrolló pequeños mercados como incubadoras de nuevos negocios. En Nashville, una coalición de líderes de la iniciativa privada, los sindicatos y el sector público logró frenar una iniciativa para que el inglés fuera la única lengua de la Administración.

“Los inmigrantes no son ingredientes mágicos, pero representan un recurso para las ciudades. Desaprovechar ese recurso es una pérdida para la economía local”, afirma el estudio. AS / COA recomienda crear una oficina gubernamental para este asunto y fomentar líneas de financiación. Pero queda mucho por hacer.

Vanida, la dueña de restaurantes tailandeses de Nueva York, asegura que cada vez es más complicado llevar un negocio en Nueva York. “Las ayudas son limitadas, el alquiler de los locales se ha disparado y el acceso a crédito se restringió tras la última crisis. Es una historia que se repite por toda la ciudad”, afirma.

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