Los atentados de París dan alas a los islamófobos alemanes
Pegida logra otro récord con 25.000 personas en Dresde mientras otras 100.000 piden tolerancia en varias ciudades
Dos imágenes —una de ayer; la otra se producirá hoy— bastan para explicar la división de la sociedad alemana en torno a su relación con el islam. Decenas de miles de personas mostraron ayer en Dresde su aversión a unos musulmanes que, dicen, amenazan la forma de vida occidental. La canciller, Angela Merkel, y el presidente, Joachim Gauck, encabezarán hoy en Berlín una concentración concebida para lanzar un doble mensaje: repulsa al terrorismo islamista, sí, pero también destacarán la importancia de la convivencia pacífica entre religiones.
Hace tiempo que es patente la polarización de los dos grupos que hoy simbolizan Dresde y Berlín, pero los atentados en Francia han ahondado las diferencias. Ayer las movilizaciones en uno y otro sentido batieron récords. Los más de 25.000 manifestantes de Dresde suponen un máximo —otro más— para un movimiento desconocido hace solo tres meses. En el otro extremo del espectro ideológico, unos 100.000 alemanes se manifestaron en diversas ciudades contra la intolerancia. “Lo sucedido la semana pasada ha dado alas a Pegida. Después de los atentados de París, dirán que es imposible criticarlos por alertar de los peligros del islam”, asegura el politólogo de la Universidad Técnica de Dresde Werner Patzelt.
Guerra de cifras
- Los autodenominados Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) han logrado batir récords de participación cada uno de los lunes que han convocado manifestaciones en Dresde. La semana pasada reunieron a 18.000 personas y, según los datos policiales, ayer reunieron a más de 25.000. Las convocatorias de Pegida en otras ciudades alemanas no han tenido tanto éxito.
- A medida que los islamófobos batían récords de participación, los movimientos por la tolerancia y contra la xenofobia también se han movilizado. El pasado sábado reunieron a 35.000 personas en Dresde. Y un total de 100.000 antipegidas salieron ayer a la calle, sobre todo en Leipzig y Múnich.
Varios caricaturistas piden no secundar la convocatoria del movimiento Pegida
“El islam es parte de la sociedad alemana”, dijo en la tarde de ayer Merkel, retomando la frase más recordada del expresidente Christian Wulff. Era este un mensaje directo para los que a las pocas horas se congregarían en Dresde. “La canciller siempre repite la evidencia de que no todos los musulmanes son terroristas. Pero lo que debería reflexionar es por qué todos los terroristas son musulmanes”, le respondía Georg Krause, un ingeniero que denunciaba con una pancarta la creciente distancia entre gobernantes y gobernados. Porque Pegida no nace solo como una crítica a la política alemana de inmigración y asilo; este movimiento supura hartazgo ante las élites del país. En la protesta participaron dos representantes del partido populista de derechas Plataforma per Catalunya. “Queremos aprender de esta experiencia para llevarla a España”, aseguraba su dirigente Robert Hernando.
Las encuestas muestran que un tercio de los alemanes ve con simpatía a los autodenominados Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente, más conocidos por su acrónimo Pegida. Su convocatoria de ayer pretendía ser un homenaje a las 17 víctimas de los brutales ataques yihadistas en Francia. Entre el mar de banderas alemanas, ondeaban otras negras con los nombres de los dibujantes asesinados de la revista Charlie Hebdo. Poco importó que una docena de caricaturistas franceses hubiera hecho un llamamiento a los islamófobos alemanes para impedirlo. “Nos repugna ver cómo fuerzas de la derecha tratan de instrumentalizar las muertes de nuestros compañeros”, señalaron los caricaturistas. Entre ellos está Willem, de Charlie Hebdo. Más explícito aún son los dibujos de los firmantes, como el que muestra la redacción de la revista atacada con un charco de sangre ante el que se relamen hienas y buitres llamados, cómo no, Pegida.
Merkel dice que el islam es parte de Alemania y hoy marchará por el entendimiento
“Los manifestantes de Dresde llevarán un crespón negro por los mismos periodistas que una semana antes calificaban de mentirosos. Las víctimas no se merecen ser utilizadas por estos provocadores”, dijo el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas. “Estamos a favor de la libertad de expresión y por eso defendemos a los periodistas, aunque sus informaciones sean más y más sesgadas y cada vez menos gente les crea”, proclamaba ayer una de las oradoras del acto de Dresde, ante los gritos ensordecedores de los presentes: “¡Prensa mentirosa! ¡Prensa mentirosa!”.
No solo se opone a los islamófobos el establishment político y mediático. Cada vez más ciudadanos salen a la calle para dejar claro al resto del mundo que Alemania es un país tolerante y abierto a todos. 35.000 personas, según las autoridades regionales que hicieron la convocatoria, se manifestaron el sábado en Dresde contra la xenofobia. Y ayer se celebraron multitudinarias contramanifestaciones contra Pegida en ciudades como Leipzig, que congregó a 30.000 personas, o Múnich, con 20.000. La guerra de cifras entre las protestas de uno y otro bando dibujan, una vez más, un panorama de polarización al que Alemania deberá buscar una solución.
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