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Samarás hace concesiones para sacar adelante a su candidato presidencial

El primer ministro griego ofrece incluir en el Gobierno a "independientes proeuropeos"

María Antonia Sánchez-Vallejo
Samarás se dirige a la nación en un mensaje televisado, este domingo.
Samarás se dirige a la nación en un mensaje televisado, este domingo.REUTERS TV (REUTERS)

Bruselas, la troika, los mercados y unos cuantos países europeos con una coyuntura política similar, pero no idéntica (como España, con Podemos muy arriba en las encuestas), siguen en vilo el desarrollo en Grecia de un trámite parlamentario que en otras circunstancias no habría suscitado interés alguno, pero que ahora puede dar un vuelco al statu quo en Atenas, con consecuencias para la UE y la eurozona: si la elección de presidente fracasa en tercera ronda —este martes se vota la segunda; el próximo 29 la definitiva—, el artículo 32 de la Constitución griega obliga a disolver la Cámara y convocar elecciones anticipadas, que seguramente ganará la izquierdista Syriza, contraria a las políticas de austeridad y la troika. Tras fracasar la primera votación, es tal el estado de nerviosismo que a la pelea mediática desaforada entre Gobierno y oposición se han sumado en los últimos días denuncias de intento de compra de votos para apoyar al único candidato presidencial, Stavros Dimas, propuesto por el Gobierno.

Tan difícil lo tiene la exigua mayoría parlamentaria del Gobierno (155 escaños), que el primer ministro, el conservador Andonis Samarás, ha ofrecido adelantar las elecciones a finales de 2015 —teóricamente son en junio de 2016— e incluir mientras en su Gobierno a “personalidades independientes de probado europeísmo”, en una suerte de Ejecutivo ampliado o de colaboración, para concluir las negociaciones con la troika y acometer en los próximos meses una reforma constitucional prevista; a cambio, Samarás pide votos para Dimas, que en la primera ronda logró sólo 160 votos de los 200 necesarios (en tercera vuelta se precisan 180).

La oferta de Samarás se dirige sobre todo a la treintena de independientes y no inscritos y a los versos sueltos que pudiera haber en partidos pequeños como Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas; izquierda moderada, 10 escaños), socio del Gobierno hasta junio de 2013, y Griegos Independientes (Anel, derecha antirrescate). Fue precisamente un diputado de Anel, el actor Pavlos Jaikalis, el que la semana pasada denunció el intento de compra de voto, a cambio de tres millones de euros, por parte de un empresario no identificado, un presunto soborno que la fiscalía ha empezado a investigar y sobre el que este lunes han testificado el implicado y Panos Kamenos, el líder de Anel.

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Sea como fuere, de lo que se trata, tanto por parte del Gobierno como de Bruselas, es de frenarle el paso a Syriza, que lidera todas las encuestas de intención de voto con entre 3 y 5 puntos de ventaja y cuya promesa de abandonar el programa de rescate y reestructurar la deuda —por ejemplo, dejando de pagar la contraída en la recapitalización de los bancos— inquieta sobremanera a los acreedores de la troika, que no han dudado en manifestar sus preferencias por lo conocido, es decir, el Gobierno de coalición conservadores-socialistas. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, lo dijo hace dos semanas de manera muy clara: “Preferimos ver en [el Gobierno de] Atenas rostros familiares”, manifestó, alertando del riesgo que supondría para Grecia y la eurozona “un resultado equivocado en las elecciones”, en referencia a una victoria de Syriza. Sus declaraciones fueron ferozmente contestadas por la oposición y dieron lugar a un jocoso intercambio de comentarios en las redes sociales, quejosas por la injerencia del mandatario europeo. Pocos días después, el comisario de Economía, Pierre Moscovici, visitó Atenas para testimoniar al Gobierno de Samarás el pleno respaldo de Bruselas.

Pero si las presiones del exterior son considerables, la batalla mediática dentro de Grecia cobra visos de guerra a medida que se aproxima la hora de la verdad. El bipartito acusa a Syriza de querer hacer descarrilar el país cuando aún quedan dos meses de rescate y cuando unos pocos datos económicos (superávit primario, regreso a los mercados, crecimiento del 0,7% en el tercer trimestre tras seis años de recesión, un año espléndido para el turismo) señalan, según el Ejecutivo, que Grecia va por el buen camino. Y, de puertas para afuera, cuando aún quedan dos meses de rescate, prorrogado hasta fines de febrero —si bien el plan de ayuda del FMI concluye en 2016— y en puertas de una línea de crédito reforzada, con condiciones menos gravosas que las que imponen dos rescates.

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Syriza, por su parte, acusa al Ejecutivo de usar la estrategia del miedo e incluso de no dudar en provocar una fuga de capitales de consecuencias desestabilizadoras si el proceso de elección presidencial fracasa y hay elecciones a primeros de año, presumiblemente el 25 de enero. 

Para evitar el fracaso de la elección presidencial, Samarás podría guardarse un as en la manga: la sustitución del candidato. Fuentes consultadas en Atenas la semana pasada apuntaban la posibilidad de que el Gobierno proponga en la tercera y definitiva ronda a Fotis Kuvelis, líder de Dimar, como candidato a la presidencia para granjearse los votos de su formación, que serían claves para lograr los 180 necesarios. La Constitución contempla la posibilidad de cambiar de caballo durante la carrera, como sucedió en los años ochenta.

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