El núcleo duro del exilio cubano clama contra Obama
Luis Posada Carriles se une a unos dos centenares de anticastristas en Miami para denunciar la “traición” de la normalización de las relaciones con Cuba
El ambiente ya andaba caldeado cuando Luis Posada Carriles se unió este sábado a la manifestación convocada por el exilio cubano más intransigente en la Pequeña Habana de Miami, para denunciar las “concesiones” del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al “régimen totalitario” de Cuba.
“¡Obama traidor! ¡Obama comunista! ¡Obama cobarde!” gritaban iracundos los manifestantes, que compensaron su escaso número -poco más de dos centenares de personas- con ruidosas proclamas contra el presidente que ha cambiado de un plumazo medio siglo de política de EE UU hacia la isla comunista.
Desde que un tribunal estadounidense lo dejó en 2007 en libertad condicional, el ex informante de la CIA al que La Habana y Caracas acusan de la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976 que dejó 73 muertos ha mantenido un perfil bajo. No es raro ver a Posada Carriles en alguno de los restaurantes de Miami. Pero a sus casi 87 años, es menos habitual que se muestre en un acto público como el de este sábado.
Pero el sábado era el día en que el exilio más radical cubano, cuya fuerza es cuestionada encuesta tras encuesta que señala que su postura intransigente hacia la isla no es compartida por la mayoría de la comunidad cubano-americana, quería dar una imagen de fuerza. Posada Carriles quiso mostrar su solidaridad, y los que lo reconocieron se apresuraron a saludarlo calurosamente.
En Miami hace tiempo que se hace una diferencia entre la comunidad cubana
Como un “desastre” describió Posada Carriles a periodistas la normalización de relaciones con Cuba decretada por Obama el miércoles. La normalización de relaciones “no va a triunfar”, afirmó y reclamó “resistir eso con todo lo que tengamos, hasta el final”.
Porque, subrayó el hombre al que Cuba también acusa de estar detrás de una serie de atentados contra objetivos turísticos en La Habana en 1997, “con los bandidos no se puede hacer negocios”.
“Nadie puede hacer negocios con los delincuentes, con los asesinos, con los narcotraficantes y esos son Raúl y la caterva que tiene al lado”, insistió. La dureza de sus declaraciones no desentonó entre los congregados, cuya media de edad superaba los 50 años.
“Hemos sido ignorados y traicionados por Obama. Es injustificable, bochornoso”, lamentaba Mario Seguí, de 75 años, que se marchó a los 27 de Cuba. Desde entonces solo regresó una vez a la isla, a la muerte de su padre en 1979, pero como muchos de los cubano-americanos “inclaudicables”, asegura que no volverá hasta que no cambie el régimen.
Ana María Lamar trataba de seguir entre los gritos de “‘Viva Cuba Libre” los discursos desde el estrado. Allí, disidentes como Jorge Luis García Pérez Antúnez o la líder de las Damas de Blanco Berta Soler, se unieron a figuras del anticastrismo como la estrella de Radio Martí Ninoska Pérez para denunciar la decisión de Obama como un “gesto de desprecio al exilio” y de “indiferencia” hacia los que en Cuba luchan por la democracia. También se subieron al escenario políticos como el excongresista Lincoln Díaz Balart, el flamante congresista Carlos Curbelo o el alcalde de Miami, Tomás Regalado, que ha anunciado que se opondrá a la apertura de un consulado cubano en la ciudad que concentra más de la mitad de los dos millones de cubanos que viven en EE UU.
En Miami hace tiempo que se hace una diferencia entre la comunidad cubana. Por un lado está el “exilio”, los cubanos que abandonaron la isla tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959 y las primeras generaciones de cubano-americanos. Son cada vez menos, como se vio en la manifestación de este sábado y el mismo día del anuncio de Obama, cuando solo unas pocas decenas de personas salieron a protestar. Pero acuden a votar religiosamente, por lo que su voz suele tener un fuerte eco, de ahí que muchos políticos hagan suya su postura.
La decisión de Obama ha puesto de manifiesto una vez más la división generacional e ideológica en un Miami cada vez más transformado
Y luego están las nuevas generaciones de cubano-americanos y los “emigrados”, los cubanos llegados desde los años 80 más por razones económicas que políticas. Sus posturas son más moderadas y han recibido con beneplácito la mayor parte de los gestos de apertura hacia la isla, pero su participación política es menor.
La dividida respuesta a la decisión de Obama de dar un giro de 180 grados a la política estadounidense hacia Cuba del último medio siglo ha puesto de manifiesto una vez más esa división generacional e ideológica en un Miami cada vez más transformado.
Una nueva encuesta publicada este mismo sábado por el Nuevo Herald destacaba que mientras que el 53 % de los cubano-americanos que nacieron en Cuba se oponen a la normalización de relaciones anunciada por Obama, el 64 % de los que nacieron en EE UU la apoyan.
“En lo que respecta a la política de EE UU hacia Cuba, la comunidad cubano-americana está dividida”, señaló Fernand Amandi, cuya empresa realizó la encuesta para El Nuevo Herald y el Tampa Bay Times.
“La comunidad histórica del exilio, cuya opinión dominó el debate durante el último medio siglo, sigue siendo férreamente conservadora y opuesta a nuevas medidas, mientras que la emergente nueva comunidad cubano-americana, representada por cubanos nacidos en EE UU y llegados recientes de la isla, está abierta al nuevo rumbo establecido por Obama”, agregó.
El embargo a Cuba entra en la lucha electoral de EE UU
“Hey, @marcorubio, si el embargo no hace daño a Cuba, ¿por qué quieres mantenerlo?”. Con un breve tuit, el senador Rand Paul trasladaba a las redes sociales y al seno de su Partido Republicano una discusión que dura casi tanto como el bloqueo económico que el presidente Barack Obama ha dado ahora por fracasado.
Tuit a tuit primero, y mediante un editorial en la revista Time después, instó a su colega de partido y posible rival para hacerse con la candidatura republicana a la presidencia, el cubano-americano Marco Rubio, a explicar por qué EE UU puede negociar con China o Vietnam pero no con Cuba. También le tachó de “aislacionista” y lo retó a explicar por qué la mayoría de los cubano-americanos como él apoyan la normalización de relaciones que él rechaza con vehemencia.
Rubio, que tras el anuncio de Obama no ha hecho más que denunciar la normalización de relaciones con Cuba como una “traición política” que hay que detener, eludió entrar en una guerra por las redes sociales y se limitó a afirmar en una cadena de televisión que Paul “no sabe de lo que habla”.
La discusión sin embargo no parece que vaya a acabar aquí. Más preocupante para el Partido Republicano, es una nueva muestra de las divisiones internas que sufre la formación política que en 2016 espera regresar a la Casa Blanca tras ocho años en la oposición.
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