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Los socialistas presionan a Juncker tras la nueva filtración de ‘LuxLeaks’

El centroizquierda condiciona su apoyo al luxemburgués a la lucha contra la evasión fiscal

Ignacio Fariza
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.EFE

El apoyo sin fisuras de los socialdemócratas a la Comisión Juncker empieza a resquebrajarse. Los socialistas, el segundo grupo más numeroso en Estrasburgo y uno de los tres pilares sobre los que se asienta el Ejecutivo comunitario, han protagonizado este miércoles un movimiento de escasa relevancia a corto plazo pero de consecuencias impredecibles en el horizonte temporal, al condicionar su apoyo al luxemburgués a su "lucha efectiva" contra el fraude y la evasión fiscal "en un máximo de seis meses". Este giro en su discurso coincide con la publicación de una nueva entrega del escándalo LuxLeaks —que ya ha destapado cerca de 400 acuerdos ad hoc de multinacionales con el Gobierno luxemburgués para abaratar su factura fiscal— y añade presión sobre el conservador Jean-Claude Juncker, primer ministro del Gran Ducado en los años en los que se firmaron los pactos impositivos y hoy presidente del máximo órgano de Gobierno de la UE.

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"Nuestra confianza en la Comisión Juncker no es un cheque en blanco. [LuxLeaks] es un verdadero escándalo y un problema y él tiene en sus manos buena parte de la solución", ha disparado el líder de los socialistas en el Parlamento Europeo, Gianni Pitella. "El apoyo de los socialdemócratas está directamente relacionado con su compromiso de acabar con el fraude y la evasión en la UE", ha recordado al tiempo que anunciaba el envío de una carta "esta misma tarde" en la que pondrá negro sobre blanco las nuevas condiciones que exige a Juncker. En su comparecencia ante los medios Pitella y sus colaboradores más directos han portado en la solapa de sus chaquetas una insignia que reivindicaba el fin de la ingeniería fiscal auspiciada por los Estados: "No tax havens" —"No a los paraísos fiscales"—.

"Juncker no era nuestro candidato. El trato era apoyar a su Gabinete a cambio de un giro en las políticas de austeridad y de un combate sin tregua contra el fraude y la evasión fiscal", explica la eurodiputada socialista portuguesa Elisa Ferreira. "Ha llegado el momento: o empieza a concretar estas promesas o nuestra confianza en la Comisión Europea empezará a estar en duda". Pese a la insistencia de su jefe de filas en negar que este mensaje sea una "amenaza" al luxemburgués, el tono suena a ultimátum: si Juncker no aterriza sus compromisos verbales de lucha contra las maniobras de elusión fiscal, pasará de tener a los socialdemócratas de su parte a tenerlos en su contra.

Hasta la fecha, tanto los socialistas como los liberales (el cuarto grupo con mayor representación en la Eurocámara) habían cerrado filas con un equipo de Gobierno que ellos mismos votaron en julio y que ratificaron hace solo dos semanas. El cambio de rumbo de la dirección del grupo llega en plena tensión interna por la “difícil comprensión de la postura socialista europea” tras el caso LuxLeaks. “La ciudadanía no entiende el apoyo rotundo a Juncker”, añade un alto representante socialdemócrata. La delegación española está entre las más beligerantes con el presidente de la Comisión, explica esta misma fuente.

Este viraje en el discurso socialdemócrata llega menos de 24 horas después de que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) revelase el nombre de 35 nuevas empresas partícipes en la trama —que se suman a las 340 sociedades cuya implicación se conocía desde principios de noviembre— y pone contra las cuerdas a un Juncker que empieza a reconocer su "debilidad" frente al escándalo.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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