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Los laicos ganan y dejan fuera del poder en Túnez a los islamistas

El líder del partido centrista vencedor de las generales es el mejor situado para las presidenciales de noviembre

Javier Casqueiro

A la primera, victoria. Los liberales, centristas y laicos del partido Nida Tounes ("La llamada por Túnez"), formado en junio de 2012 con el aluvión de todo tipo de políticos procedentes de variadas ideologías pero sobre todo de su oposición radical a los islamistas de Ennahda, han ganado claramente las primeras elecciones totalmente democráticas y con una nueva Constitución del nuevo Túnez. Los alrededor de 83 escaños estimados para Nida Tounes (según las proyecciones de varios sondeos y de partidos según los primeros escrutinios) no alcanzan la mayoría absoluta fijada en 109 diputados, pero sí son suficientes para nombrar primer ministro, proponer ya un Gobierno de coalición con otros "partidos demócratas", pero no con los islamistas, y presentarse con las mejores perspectivas también para vencer en las presidenciales del 23 de noviembre.

"Si tenemos que combinar, será con los demócratas: el Frente Popular, Afek Túnez o Al Massar. Tenemos la obligación moral de intentarlo con ellos porque sus militantes han optado con su voto útil por elegirnos y para evitar la dispersión de votos que se produjo en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente en 2011", avanzó rápidamente Aymen Béjaoui, miembro del Consejo Nacional de Nida Tounes sobre lo que puede pasar a partir de ahora. El líder de Nida Tounes, Jaid Ebssesi, ratificó la misma postura este martes en varias cadenas de televisión.

El recuento oficial de estas primeras elecciones generales y democráticas en este pequeño país musulmán (11 millones de personas) tras las revueltas de la primavera árabe está siendo lento y laborioso (terminará mañana) porque precisamente Nida Tounes presentó una reclamación para impedir que se hiciera solo informáticamente. No se fiaban del poder actual, muy dependiente de los islamistas de Ennahda. Pero los avances informáticos existían y de hecho posibilitaron las primeras filtraciones.

Fue por ello que mucho antes de que se reconozca esa victoria oficialmente ya el portavoz de Ennahda, Zied Laadhen, admitió el lunes en público su derrota con normalidad y se ofreció a continuación no tanto a gobernar en coalición, algo que parece bastante imposible, sino a dar algo de estabilidad a un país en una posición aún frágil y que es escrutado por sus vecinos y por toda la comunidad internacional por su factor de ejemplo a seguir. Fue la misma actitud que ha corroborado más tarde ell verdadero patrón de los islamistas, su confundador Rached Ghannouchi, llamando este martes y felicitando tranquilamente al vencedor.

No fueron gestos solo para la galería. Una de las incógnitas de estos comicios residía, precisamente, en cómo se tomarían las dos grandes formaciones en liza no ganar en las urnas en estos momentos. Y habían aún más desconfianza hacia el comportamiento político poselectoral de Ennahda, que ha gobernado varios años primero en una troika con otros dos partidos (Congreso por la República y Ettakatol) tras la caída del dictador Ben Alí en enero de 2011 y luego, tras dejar el ejecutivo cuestionados por el asesinato de dos líderes de la oposición, han influido y decidido desde la sombra.

Pero el gran triunfador de esta jornada histórica para Túnez ha sido, sin embargo, Nida Tounes y especialmente su líder, Beji Caïd Essebsi, que dentro de unos días cumplirá 88 años, lo ha sido todo políticamente en Túnez y se presenta también como el candidato con más opciones en las presidenciales que se celebrarán en el país el 23 de noviembre. A Essebsi se le puede definir como “un político clásico, de corte occidental, bien preparado, con una cabeza clara y que apoya y se apoya mucho en la Unión Europea”, concluía estos días en Túnez una observadora de la UE presente en estas elecciones.

Este veterano político fue el primer ministro del país justo tras el derrocamiento de Ben Ali, un régimen que duró 23 años y en los que ostentó también algún cargo público como la presidencia del Parlamento, pero antes fue primero ministro varias veces con el padre de la independencia, Habib Burguiba.

En Nida Tounes ha congregado ahora a políticos de diversas ideologías, incluso a colaboradores en el pasado de ambos sistemas, tanto de Ben Ali como de Burguiba, que son denominados coloquialmente como los 'desturianos', por su pertenencia al partido orgánico que dominó ambos períodos con distintos nombres (el último Reagrupamiento Constitucional Democrático) antes de la llegada de la democracia. Tanto durante toda la campaña electoral como en los dos últimos días y horas Essebsi ha repetido varias veces que aunque Nida Tounes consiguiera la mayoría absoluta (109 de los 217 escaños en disputa) convocaría de inmediato a otras formaciones para montar un “gobierno de unidad y de concentración nacional”. Ennahda casi decía lo mismo, pero resultaba menos creíble después de la mala gestión del poder en estos últimos tres años.

Lo que Essebsi sí ha aclarado ahora es que en esas alianzas no descarta por ahora nada más que a los islamistas de Ennahda, con los que no encuentra ninguna sintonía y cuya oposición ha sido la base de su programa y de su victoria. El problema para Essebsi y para Nida Tounes, aunque será un escollo menor, es ahora montar ese gobierno en plazo (tiene un mes) y decidir por cuál opción se decanta.

El sistema electoral en Túnez (Hera) es proporcional pero a diferencia del español D’Hont favorece en el reparto a los partidos pequeños. La cámara actual disponía de más de 20 formaciones. En las nuevas elecciones, que transcurrieron con mucha normalidad y tranquilidad, participó al final casi el 62% de los 5.285.136 de ciudadanos inscritos, es decir apenas 3,3 millones de personas, pero diez puntos más que en las votaciones para la Asamblea constituyente del 23 de octubre de 2011).

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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