La oposición brasileña se rearma
Dilma Rousseff se enfrenta a un Parlamento muy fragmentado y a un PSDB más fuerte que nunca
Durante 12 años, el Partido de los Trabajadores (PT), primero con Luiz Inácio Lula da Silva (2002-2010) y después con Dilma Rousseff (2010-2014), ha gobernado Brasil sin casi oposición. Una sucesión de formaciones desarticuladas y empequeñecidas no hacían sombra ni servían de oponente al todopoderoso PT, una verdadera máquina de ganar elecciones y de conservar el poder.
En la próxima legislatura, ganada el pasado domingo por Rousseff por un ajustadísimo margen de poco más de tres puntos, todo cambiará: el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) del candidato derrotado Aécio Neves ha conseguido el 48,36% de los votos y sale de esta elección, a pesar de la derrota, más fuerte y consistente de lo que entró.
De hecho, hubo un momento, a principios de septiembre, cuando Neves figuraba el tercero en las encuestas, por detrás de Rousseff y de la ecologista Marina Silva, en que se especuló sobre su retirada y la consiguiente desaparición de la formación que encabezaba, o, al menos, su reducción a la condición de partido liliputiense, minoritario e intrascendente. Neves, quien se negó a rendirse, con una fe en sí mismo encomiable, prosiguió en la pugna y logró el pasado día 5 pasar a la segunda vuelta, superando a Marina Silva. Ahora, este senador de 54 años, con casi medio país detrás de él, se prepara para organizar la oposición a Rousseff con un partido articulado.
No está solo. Contará a su lado —algunos aseguran que, de hecho, estará marcándole demasiado de cerca—, con el otro peso pesado del PSDB, Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo, reelegido en el primer turno, responsable, según sus seguidores, de que el Estado más poblado del país pertenezca de una manera abrumadora al PSDB y haya votado masivamente por Neves. La prensa brasileña ya hace especulaciones sobre quién será el líder indiscutido del centroderecha brasileño y quién acudirá a las elecciones de 2018, si el casi ganador, pero perdedor al fin y al cabo, de la gran liga, esto es, Neves, o el triunfador en una liga menor, pero triunfador sin medias tintas (Alckmin). La incógnita comenzará a resolverse en 2015, cuando el PSDB elija la dirección para los próximos años.
Neves se prepara para organizar una oposición a Rousseff con un partido articulado
Mientras, este partido recupera el aliento y la fuerza perdidos desde la época en la que el presidente Fernando Henrique Cardoso gobernó el gigante sudamericano (1994-2002). Con 53 diputados federales en el Congreso, nueve más que en la pasada legislatura, se sitúa como la tercera fuerza, después del PT y del Partido do Movimento Democrático do Brasil (PMDB), una formación sin ideología precisa, especializada en componendas a diestro y siniestro y en aliarse con el que, a la postre, se lleva la victoria.
En un Parlamento fragmentado hasta lo inverosímil como el brasileño, con 28 partidos, lograr 53 diputados puede considerarse un éxito. De cualquier modo, para convertirse en la unión vertebradora de la oposición que corresponde al caudal de votos recibidos, el PSDB deberá afrontar algunas reformas.
La primera, y más importante, a juicio del analista político de la Universidad de Brasilia José Paulo Cunha, es la de encontrar un norte preciso. “El partido ha cometido muchos errores”, aseguró Cunha al periódico O Globo. “Sobre todo, el carecer de una ideología y de un programa claros. Eso va a tener que cambiarlo si quiere asumir autonomía y protagonismo político en la oposición”.
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