El ébola abre grietas entre los demócratas a días de las elecciones
Las medidas unilaterales del gobernador de Nueva York causan malestar
A los conocidos efectos del ébola se ha añadido uno nuevo: su capacidad para enfrentar a políticos de un mismo color y abrir un debate sobre los límites en las competencias de las administraciones en una cuestión de salud pública, cuyas decisiones deberían basarse en criterios científicos. Todo ello aderezado por una semana cargada de tensión por la cercanía de las elecciones legislativas del 4 de noviembre, en la que los políticos procuran no verse contagiados, en sentido figurado, por el virus. Los republicanos, mientras, asisten complacidos a los choques entre demócratas mientras las encuestas agrandan su ventaja para tomar el control del Congreso el 4-N.
Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, tiene irritados a la Casa Blanca, al Centro de Prevención de Enfermedades (CDC), al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, a las autoridades sanitarias de la ciudad y al colectivo de médicos voluntarios que viaja a zonas afectadas por el ébola desde que el viernes, en un giro de 180 grados en su calmada posición inicial sobre la crisis, lanzó un mensaje alarmista ––“en el Metro se pueden ver afectados cientos y cientos”—y se unió a su homólogo republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, para ordenar que todos los sanitarios que hayan combatido la epidemia en África Occidental pasen una cuarentena obligatoria de 21 días a su entrada a Estados Unidos.
Tras un fin de semana sometido a las presiones de Washington y de los colectivos médicos, Cuomo accedió este domingo a que dicha cuarentena se realice en el domicilio del afectado, no sin antes recordar que su obligación es tomar las mejores decisiones para su Estado, que las directrices de la Casa Blanca y el CDC pueden ser ampliadas por los gobernadores y que él actúa sobre el “ahora y el aquí”, en referencia a no se sabe qué ocultas motivaciones de los demás.
La Casa Blanca no sólo presionó a Cuomo y Christie, sino también a otros gobernadores y alcaldes del país para reclamarles que sigan las normas dictadas desde Washington y el CDC. Desde que Nueva York y Nueva Jersey decidieron extremar las medidas contra el ébola, dos Estados más, Illinois y Florida, han firmado órdenes en el mismo sentido.
La Administración del presidente Obama teme una carrera de los Estados por ver cuál de ellos adopta medidas más severas, lo que trasladaría a la ciudadanía una creciente inquietud, y quiere evitar el efecto estigmatizador y desmotivador que pueda tener el aislamiento para muchos médicos que combaten la enfermedad sobre el terreno.
En línea con esto, el Gobierno federal, a través de la CDC, descartó este lunes la cuarentena obligatoria, salvo casos de contagio o síntomas del mismo, y estableció como norma a seguir para dichos médicos a su regreso de África un chequeo diario sin necesidad de aislamiento, salvo que el afectado quiera hacerlo de forma voluntaria. La medida, que establece diferentes niveles de riesgo para el personal sanitario, no será del agrado de los Estados que han apostado por decisiones más restrictivas.
“Mi trabajo es proteger a la gente de Nueva York. Por eso hago esto”, dijo Cuomo en conferencia de prensa el domingo por la noche. Junto a él, el alcalde De Blasio pidió al gobernador flexibilidad para que el aislamiento de los sanitarios no suponga un falta de respeto. Las palabras del regidor hacían referencia a las críticas vertidas por el colectivo médico y la enfermera Kaci Hickox, la primera persona aislada en Nueva Jersey tras la aplicación de los nuevos protocolos. Hickox dijo que el trato que estaba recibiendo era “inhumano” y censuró al gobernador del Estado, Chris Christie, por asegurar, sin ninguna base para ello, que estaba enferma de ébola. “Si conoce algo del virus, debería saber que la gente asintomática no es infecciosa”, dijo la enfermera.
Tras un fin de semana sometido a las presiones de Washington y de médicos, el gobernador de Nueva York accede que la cuarentena se realice en el domicilio del afectado
Como denuncia, Hickox distribuyó un selfie de su aislamiento en una tienda de campaña con un retrete móvil. La enfermera, que no presenta ningún síntoma de la enfermedad, ha contratado los servicios de un abogado para actuar contra las autoridades estatales por lo que considera una violación de sus derechos fundamentales. Este lunes, el Gobernador Christie, ante la lluvia de críticas, anunció que Hickox podrá irse a su casa en Maine para seguir allí en observación los próximos días.
“Tenemos que calibrar bien cómo tratamos a esta gente que realiza un trabajo tan noble. El trato que ha recibido Hickox ha sido inapropiado. Le debemos algo mejor que eso”, denunció De Blasio, quien no fue consultado por Cuomo y Christie sobre las medidas que adoptaron el pasado viernes. Ninguno de ellos advirtió tampoco a la Casa Blanca, a pesar de que el presidente nombró recientemente un zar contra el ébola y de que el CDC depende de Washington. Todos ellos se enteraron por la televisión y las redes sociales. “Tarde o temprano, las autoridades federales tomarán medidas similares”, vaticino Christie el domingo en la cadena de televisión Fox.
Como ejemplo de lo contraproducente de la medida, fuentes de la Casa Blanca han explicado en varios medios que están teniendo dificultades para encontrar voluntarios que atiendan las 17 unidades de tratamiento contra el ébola que personal militar de Estados Unidos construye en Liberia. Por este motivo, no han tenido más remedio que aceptar profesionales de otros países, entre ellos Cuba. “Es preocupante. Cada vez que un político mete la nariz en esto, los médicos se planean si el sacrificio merece la pena”, advirtió James P. Mitchum al diario The New York Times.
Otro de los temores del CDC es que los médicos y sanitarios de Nueva York o Nueva Jersey que regresen de los países afectados lo hagan por otros aeropuertos para esquivar la cuarentena obligatoria. Un grupo de científicos y expertos en salud pública ha enviado una carta al gobernador Cuomo para que ponga fin a sus restrictivas medidas.
La cuarentena de personal médico regresado de África Occidental es inédita en Estados Unidos. Los antecedentes más cercanos son el aislamiento de pacientes durante un contagio de tuberculosis en Nueva York hace dos décadas y la cuarentena que se impuso en algunas ciudades del país hace un siglo por una pandemia de gripe. Durante crisis sanitarias como la epidemia de sida, la gripe porcina H1N1 o el Síndrome Respiratorio Agudo (SARS, en su siglas en inglés) no se adoptaron medidas semejantes.
Los Estados, según la Constitución del país, tienen capacidad para imponer una cuarentena. El problema aquí es que se trata de limitar las libertad de personas asintomáticas, como es el caso de la enfermera Hickox, lo que sin duda es objeto de discusión. Un ejemplo de la complejidad del asunto es el caso de una persona que anunció en las redes sociales su intención de viajar a África Occidental, contagiarse de ébola como médico voluntario y regresar a Estados Unidos. Según la información recogida por la prensa, el hombre viajó el mas pasado a Guinea, donde fue rechazado por las organizaciones médicas allí presentes al comprobar su nula cualificación sanitaria.
El FBI, el CDC y las autoridades aduaneras lanzaron una investigación, pese a que podría tratarse de un hombre con problemas mentales. Personal del CDC sobre el terreno interrogó al individuo y le examinó. Dado que no presentó síntomas, ninguna autoridad puede impedirle regresar a Estados Unidos. Como mucho, las agencias federales tienen previsto hacerle un seguimiento en suelo estadounidense para ver cómo evoluciona.
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