Los mercados reciben con subidas el rechazo de Escocia a la secesión
La deuda española es uno de los activos más beneficiados por el resultado electoral
Una vieja teoría bursátil defiende que hay que comprar con el rumor y vender con la noticia. El optimismo de los inversores en los días previos al referéndum en Escocia se tradujo este viernes en una relativa calma con la confirmación de sus expectativas en el referéndum escocés. “La ausencia de un gran rally [alza] de alivio después del rechazo de Escocia a la independencia confirma que los mercados apenas otorgaban una pequeña probabilidad a la victoria del sí pese a lo ajustado que parecía en las encuestas”, aseguraban en su informe diario los analistas de Capital Economics.
El previsto rally apenas duró unas horas. La Bolsa de Londres y la libra arrancaron la jornada con subidas de más del 0,6% que quedaron en ganancias de poco más del 0,2% en el cierre. Mayores subidas registraron los valores directamente afectados por una posible independencia, como Royal Bank of Scotland (2,5%) o Lloyds Banking Group (1,3%). Uno de los activos beneficiados por el resultado fue la deuda española, que a juicio de los analistas, afronta un menor riesgo de ruptura con Cataluña tras el referéndum escocés. La rentabilidad exigida por los inversores bajó siete puntos básicos hasta el 2,21% y la prima de riesgo se redujo a los 109 puntos.
El mundo económico quiere pasar página cuanto antes. “Los planes de contingencia claramente ya no son necesarios. El negocio sigue como siempre para todos nuestros clientes a lo largo de Reino Unido”, aseguraba RBS en un comunicado. “Ambas opciones en el debate sobre la independencia deben unirse para que, a partir de ahora, Escocia avance unida”, insistía en un comunicado Martin Gilbert, consejero delegado de Aberdeen Asset Management, una importante gestora de fondos escocesa.
Lo cierto es que el mercado ya tiene la mirada puesta en el proceso de reformas que Londres ha prometido emprender para devolver competencias a Escocia y darle mayor capacidad de autogobierno. “El rechazo a la independencia no significa que el marco económico y constitucional de Escocia se vaya a mantener intacto. La devolución de competencias se va a producir y las cuestiones políticas que rodean ese proceso son controvertidas”, explicaba Paul Donovan, economista de UBS.
Ahí, las incógnitas pivotan en torno a los cambios en la fiscalidad, la capacidad regulatoria y la financiación de la deuda pública británica. “Sin embargo, la naturaleza de estas incertidumbres es menos relevante para los mercados financieros que las profundas incertidumbres que se habrían abierto en caso de una victoria del sí”, recalca Kevin Daily, de Goldman Sachs, en una nota.
La victoria del no por un margen más amplio de lo que habían previsto las encuestas despeja el temido efecto Quebec, el de la presión permanente para celebrar referéndum. La región francófona canadiense celebró una consulta en 1980 y otra en 1995, en la que la independencia resultó derrotada por un estrecho margen del 51% frente al 49%. Lo ajustado del resultado y la posibilidad de volver a celebrar nuevos referéndums hasta que los secesionistas ganaran la consulta provocó una progresiva deslocalización de empresas, sobre todo, bancos, y una caída de las inversiones en los años posteriores a la consulta, lo que provocó una recesión en la economía regional. “La celebración de un nuevo referéndum a medio plazo es poco probable. La fuerte participación de los votantes escoceses (84,6%) refuerza sin duda la posición de los unionistas”, explica Catherine Stephan, economista de BNP Paribas.
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