El líder supremo iraní rechaza la petición de EEUU para luchar contra el EI
Jamenei sostiene que vetó la cooperación antiyihadista porque desconfía de Washington
Irán rechaza la petición de Estados Unidos para que coopere en la lucha contra el Estado Islámico (EI). Así lo aseguró este lunes el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, quien estima que ese país busca “un pretexto para hacer en Irak y en Siria, lo que hace en Pakistán, bombardear donde quiere sin autorización”. Sus palabras cortan de lleno las especulaciones sobre un entendimiento tácito entre los viejos enemigos que ahora afrontan un adversario común. La profunda desconfianza del régimen iraní esconde también su malestar por el alineamiento de Washington con sus rivales árabes.
“Estados Unidos, por mediación de su embajador en Irak, solicitó cooperación contra el EI. Me negué porque [los estadounidenses] tienen las manos manchadas en este asunto”, manifestó Jamenei, en referencia a su alianza con Arabia Saudí y otros países árabes a los que Irán considera responsables de la propagación del extremismo islamista.
De acuerdo con la máxima autoridad iraní, tras la solicitud del embajador estadounidense, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, telefoneó personalmente al ministro de Exteriores iraní, Javad Zarif, quien también rehusó la propuesta. La revelación se produjo a la salida del hospital en el que el líder supremo iraní se sometió a una operación de próstata la semana pasada.
“Mientras estaba ingresado, me entretenía escuchando las declaraciones de los funcionarios estadounidenses sobre el ataque al EI”, declaró Jamenei, cuyos propósitos fueron recogidos en su página web, e inmediatamente traducidos al inglés en su cuenta de Twitter. Kerry ha respondido a esta declaración asegurando que EE UU mantendrá los esfuerzos diplomáticos para contar con el apoyo iraní, explica The New York Times.
En un inusitado reconocimiento de disensión entre la élite dirigente, Jamenei admitió que “algunos funcionarios no se oponían a analizar la cooperación con EE UU”. No obstante, afirmó que él rechazó tal posibilidad porque ese país “ha estado implicado en crear y difundir el terrorismo”. Además, defendió que “quien ha frenado al EI en Irak no ha sido EE UU, sino el Ejército y las fuerzas populares iraquíes”, en referencia a la ruptura del cerco de Amerli, localidad en el este iraquí.
Fue precisamente esa operación la que alentó teorías sobre la existencia de algún entendimiento entre Irán y EE UU. La aviación norteamericana bombardeó las posiciones del EI alrededor de Amerli horas antes de que el Ejército iraquí y las milicias chiíes entrenadas por Irán se abrieran paso hacia la ciudad, sitiada por 75 días. El general Qasem Soleimani, el jefe de la Fuerza Qods, la unidad de operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución (Pasdarán), no tuvo inconveniente en dejarse fotografiar en ese frente.
Los comentaristas no iban desencaminados. Teherán y Washington, que no mantienen relaciones diplomáticas desde la crisis de los rehenes hace 35 años, afrontan un enemigo común en los extremistas suníes del EI. Además, ambos han sido los principales aliados del Irak post-Sadam (dos tercios de los iraquíes profesan el islam chií, del que Irán es faro). Incluso una vez que los yihadistas tomaron Mosul el pasado junio, el régimen iraní aceptó relevar a Nuri al Maliki, a quien hasta entonces apoyaba como primer ministro y a quien EE UU abandonó por sectario.
Sin embargo, la lucha contra el EI no se limita a Irak. Ese grupo también ha conquistado amplias zonas de Siria, donde la República Islámica apoya a Bachar el Asad. Para hacer frente a su amenaza, Irán propone “reforzar a los Gobiernos iraquí y sirio”, y se niega de plano a que se bombardee territorio sirio sin la anuencia de Damasco. Eso choca con los intereses de EE UU y sus aliados árabes, que han respaldado a los insurgentes en la guerra civil de aquel país y rechazado la oferta de cooperación del régimen sirio.
De ahí la complejidad de montar una coalición regional que superara las rivalidades políticas; y que no se invitara a Teherán a la conferencia de este lunes en París. Aunque algunos analistas defienden que sólo con su implicación (y su eventual acercamiento a Arabia Saudí) puede resolverse la crisis del EI, Washington ha concluido que exacerbaría aún más las tensiones sectarias. Para la Casa Blanca, se trata de una pelea “dentro del islam suní”. Queda por ver qué efecto tendrá este desencuentro sobre las casi olvidadas negociaciones nucleares.
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