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El exceso de ministerios en Brasil marca las campañas a la presidencia

La oposición critica la existencia de 39 carteras y promete reducirlas a la mitad

Marina Rossi
Dilma Rousseff con sus entonces 37 ministros en enero de 2011
Dilma Rousseff con sus entonces 37 ministros en enero de 2011fernando bizerra jr (EFE)

Cuando el expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), terminó su segundo mandato en diciembre de 2002, el Gobierno tenía 24 ministerios. Hoy, 12 años después, suman 39. Las administraciones de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ambos del Partido de los Trabajadores (PT), crearon 15 nuevas carteras en poco más de una década. El Gobierno asegura que el objetivo era valorar algunos temas considerados estratégicos. Pero para diferenciarse de la actual mandataria, los principales candidatos de la oposición han prometido reducir esa estructura ministerial a la mitad, argumentando que lograrían una gestión pública más “eficiente” y “austera”.

Entre los organismos más cuestionados están, por ejemplo, el Ministerio de Pesca, creado en 2009, que se justificaría por los 8.000 kilómetros de litoral que tiene el país; o la Secretaria de la Micro y Pequeña Empresa, que tiene el status de un ministerio y fue creada hace dos años para hacer valer a los pequeños negocios.

Mientras Rousseff asegura la necesidad de mantenerlos, los candidatos Aécio Neves (PSDB) y Marina Silva (PSB) defienden la reducción inmediata de esa estructura. “Si ganamos las elecciones, eliminaremos a la mitad esos organismos”, ha repetido Neves a lo largo de la campaña. “El Ministerio de Pesca no se justifica”, suele argumentar. Silva, cuya candidatura fue oficializada el pasado miércoles, aún no se posicionó sobre el tema, pero seguirá lo que defendía Eduardo Campos, que murió en un accidente de avión el 13 de agosto. Semanas antes, en una cita con empresarios, sostuvo que era posible gobernar con apenas 20 ministerios.

La oposición ha aprovechado que muchos brasileños, independiente de su clase social, han demandado más calidad y eficiencia de los servicios públicos, sobre todo después de las manifestaciones de junio de 2013. “Los electores consideran que tener muchos ministerios es algo malo”, explica Renato Meirelles, del instituto Data Popular, especializado en sondeos. Meirelles explica que un menor número de carteras puede ser un ejemplo de austeridad, algo positivo para una población que critica el derroche de dinero público ante la falta de servicios de calidad.

Asimismo, hay una demanda generalizada por más rapidez en el sector público a la hora de solucionar cuestiones de la iniciativa privada. Para poner en marcha un negocio o realizar una inversión, muchas decisiones dependen de la aprobación de más de un organismo, sobre todo en negocios de infraestructura. Los empresarios suelen preguntarse, por ejemplo, por qué el Gobierno no une el Ministerio de Transporte con las Secretarias de los Puertos y de la Aviación Civil en una misma entidad. De hecho, Neves promete crear un superministerio de Infraestructura, que uniría esos sectores de transporte y el de energía (que tiene su institución).

Para Mario Pascarelli, de la Fundação Armando Álvares Penteado (FAAP), es indispensable llevar a cabo una reforma ministerial. “El coste público para mantener esos organismos es inadmisible”, sostiene. El Gobierno argumenta que los costes no son altos —unos 26.490 millones de dólares en un país cuyo Producto Interior Bruto es de 1,76 billones de dólares, según expertos—.

Pascarelli, de la FAAP, argumenta que la verdadera causa de la alta cantidad de ministerios es el modelo político del país, en el que el Gobierno está obligado a compartir cargos del Ejecutivo entre partidos que integran la coalición de Rousseff. “En un sistema presidencialista que depende de coaliciones, es siempre necesario acomodar todos los partidos”, explica. Es decir, los acuerdos partidarios demandan un trozo del Gobierno como recompensa por el apoyo. Un cargo ministerial se convierte, por tanto, en una moneda de cambio.

Ocho partidos, además del PT, participan del Gobierno Rousseff. Los ministerios están divididos de la siguiente forma: 13 carteras están integradas por miembros de la coalición, 13 son del PT y 13 no están vinculadas a un partido.

Para las elecciones de octubre la coalición que apoya a Rousseff suma asimismo nueve partidos, incluido el PT. La coalición liderada por el PSDB de Neves también agrega a nueve partidos y la que aspira a elegir a Silva, seis. Sin embargo, los grupos que integran la alianza de Rousseff poseen muchos diputados en el Congreso; es decir, son importantes para el Ejecutivo a la hora de aprobar proyectos. Pese a las críticas, la presidenta parece que no cambiará su planteamiento. “Ese formato se debe al momento histórico de Brasil”, sostuvo la semana pasada.

Para Regina Pacheco, de la Fundación Getúlio Vargas, el tamaño de las coaliciones no es una justificación digna para inflar el número de ministerios. “El problema es que, en el caso del PT, la coalición se hace con partidos ideológicamente muy distintos”, argumenta. “Eso impide cualquier debate sobre el programa de gubernamental”.

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Sobre la firma

Marina Rossi
Reportera de EL PAÍS Brasil desde 2013, informa sobre política, sociedad, medio ambiente y derechos humanos. Trabaja en São Paulo, antes fue corresponsal en Recife, desde donde informaba sobre el noreste del país. Trabajó para ‘Istoé’ e ‘Istoé Dinheiro’. Licenciada en Periodismo por la PUC de Campinas y se especializa en Derechos Humanos.

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