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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reinventando a Chávez

Las invocaciones oficiales al obligado cumplimiento del legado de Hugo Chávez han sido diarias desde el fallecimiento del caudillo

Juan Jesús Aznárez

Las invocaciones oficiales al obligado cumplimiento del legado de Hugo Chávez han sido diarias desde el fallecimiento del caudillo bolivariano, y serán preceptivas durante el desarrollo del III Congreso del gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que dirimirá sobre los rifirrafes internos y sobre un asunto más importante: la rectificación del rumbo de una economía nacional aplastada por la inflación, que supera el 60% anual, el desabastecimiento, la crisis financiera y cambiaria, el déficit fiscal, el endeudamiento, la incompetencia, una corrupción rampante y problemas estructurales tan antiguos como el río Orinoco.

Los delegados en el cónclave partidista no lo tendrán fácil pues el cuaderno de bitácora del desaparecido fundador del movimiento no identificó el modelo económico a seguir, más allá de señalar a los destinatarios de las regalías petroleras: la población más pobre, siempre con la mano extendida porque Venezuela es un país donde la equidad, la productividad, la disciplina y el esfuerzo son valores históricamente extraños. Cabe suponer, por tanto, un Congreso donde se registre una soterrada pugna entre la mayoría, a las órdenes de Maduro, y las facciones más sectarias e izquierdistas contrarias a la ortodoxia capitalista, supuestamente en ciernes y propugnada por el presidente y Rafael Ramírez, su ministro de Economía y consejero más influyente.

Los albaceas de Chávez deberán establecer si es posible sostener políticamente el ajuste integral que exige a gritos la economía de Venezuela, los masivos recortes en el gasto público, la austeridad fiscal y monetaria, y una batería de medidas tan complejas e impopulares como la devaluación del bolívar y el aumento del precio de la gasolina, que sale de los surtidores casi regalada. El chavismo fundamentó sus triunfos en las multimillonarias inversiones sociales, en la atención a sectores relegados, mayoría en el padrón electoral, con alimentos, viviendas, infraestructuras y servicios a precios subsidiados. Pero el justiciero paternalismo de Estado es caro y progresivamente inasumible. El 96% de las divisas que ingresa el país es aportado por la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA).

Los albaceas de Chávez deberán establecer si es posible sostener políticamente el ajuste integral que exige a gritos la economía de Venezuela

El asistencialismo estatal es una práctica endémica en el país latinoamericano desde hace decenios, aunque más acusada durante el chavismo, y ha sido posible gracias a las décadas de bonanza petrolera: a las sostenidas alzas en la producción de crudo y del precio del barril en los mercados internacionales, que cotizan a la baja desde hace medio año. Probablemente, la reunión del partido oficial refrendará las propuestas del Gobierno para intentar capear el temporal, con una miscelánea de medidas de urgencia y coyunturales, pero sin abordar el meollo de la cuestión, sin adentrarse en las causas estructurales de la postración de una nación que vive del petróleo desde el descubrimiento del primer pozo en 1914.

Probablemente, la revisión ideológica prometida por la dirección del partido gubernamental no irá más allá de escuchar a los disidentes, derrotarles, y afianzar la presencia de los hombres de Diosdado Cabello y Rafael Ramírez en los órganos de dirección del PSUV, y de Nicolás Maduro en su presidencia.

El congreso debatirá sobre la viabilidad de unas correcciones económicas que debieran ser profundas para impedir el crónico desplome de la moneda nacional, la fuga de divisas, la improductividad, la asfixia de la iniciativa privada, la dependencia del crudo y de las importaciones, y el descomunal tamaño del Estado: más de tres millones de funcionarios para 30 millones de habitantes.

Esa enmienda a la totalidad sería histórica, pero no ocurrirá porque las ambiciones del tercer congreso son más modestas: ganar tiempo, salir del atolladero sin reducir los subsidios, y confiar de nuevo, como ha sucedido siempre en Venezuela, en las propiedades curativas del oro negro.

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