La muerte lenta de la democracia en Venezuela y Ecuador
Cuando el Estado coloniza la esfera pública se restringen las libertades que permiten el pluralismo
Las democracias, como anotó Guillermo O’Donnell, no sólo mueren de manera súbita con golpes de Estado. También perecen de manera gradual cuando se concentra el poder en el ejecutivo, se restringen las libertades que permite el pluralismo y el Estado coloniza la esfera pública y la sociedad civil. Los Gobiernos de Rafael Correa en Ecuador, al igual que el de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela difícilmente pueden ser considerados como democracias liberales. Si bien se legitiman ganando elecciones, éstas se dan en condiciones de inequidad que sistemáticamente favorecen a los candidatos del Gobierno. En Venezuela y Ecuador el poder está concentrado en el ejecutivo y las cortes de justicia al igual que las instituciones de control y regulación están subordinadas al presidente.
Cuando Chávez y Correa llegaron al poder las instituciones políticas estaban en crisis. El sistema de partidos de la democracia pactada venezolana que se constituyó excluyendo a la izquierda marxista se transformó en un régimen corporativista y corrupto. Entre 1996 y el 2006 ningún presidente ecuatoriano pudo terminar su periodo y el congreso destituyó con artimañas legales a tres mandatarios. En este contexto de desencanto y desconfianza a los partidos políticos, parlamentos y cortes de justicia estos políticos se presentaron como outsiders que prometieron la refundación de todas las instituciones y el fin del neoliberalismo.
Si bien Chávez y Correa redistribuyeron el ingreso y redujeron la desigualdad crearon regímenes autoritarios que colonizaron la sociedad civil y la esfera pública. Se crearon leyes para regular las ONG y los movimientos sociales fueron cooptados y reprimidos. Los activistas que resisten la subordinación al régimen son criminalizados como terroristas. Estos Gobiernos crearon instituciones que regulan los contenidos mediáticos y el Estado que controla canales de televisión, emisoras radiales y periódicos públicos se convirtió en el principal comunicador. En países en que no se diferencia lo público de lo estatal, los medios públicos funcionan como voceros del Gobierno. Se está estrangulando económicamente a la prensa crítica y se fomenta que grupos económicos afines al Gobierno compren los medios críticos. Como resultado la calidad de los debates en la esfera pública se ha empobrecido, los medios se autocensuran y casi no hay espacios para que se investiguen los abusos del poder.
Si bien Chávez y Correa redistribuyeron el ingreso y redujeron la desigualdad crearon regímenes que colonizaron la sociedad civil y la esfera pública
Pese a las similitudes en la manera en la que se restringen las libertades civiles que permiten el pluralismo, los Gobiernos de Venezuela y Ecuador tienen diferencias. En Venezuela se han creado instituciones participativas como los círculos bolivarianos y los consejos comunales en los cuales los sectores populares intervienen activamente. El chavismo distribuyó recursos a los más pobres, los organizó y los exaltó como la esencia de la nación. Los seguidores pobres de Chávez tienen lealtades políticas, materiales y simbólicas a la revolución bolivariana. El correismo es diferente pues la participación se reduce al voto. Correa legitima su Gobierno con discursos maniqueos populistas que transforman a los rivales en enemigos de la patria y simultáneamente con argumentos tecnocráticos de cómo alcanzar la modernidad y el progreso. Debido a la ausencia de mecanismos de participación y al temor del Gobierno a la movilización popular autónoma, las lealtades al populismo tecnocrático de Correa son más instrumentales y menos sólidas que en Venezuela.
La oposición venezolana tiene la capacidad de ganar votos y de organizar actos masivos de protesta. En Ecuador la oposición está fragmentada y dividida. A diferencia del chavismo que promocionó tomas de tierras, edificios y de algunos medios de producción, el correismo ha respetado la propiedad privada. En Ecuador hay un boom económico que ha beneficiado a los grandes grupos económicos, a la clase media que está empleada con buenos sueldos en el Estado y aún a los más pobres. En Venezuela las clases medias y alta consideran que sus intereses materiales están en peligro, mientras que en Ecuador no hay incentivos reales o imaginarios para que la oposición forme un frente común. Las víctimas del Gobierno de Correa han sido los medios privados, los partidos políticos, los periodistas, los líderes de los movimientos sociales y la izquierda organizada.
En Venezuela se cierran cada vez más los espacios para una salida consensuada de la crisis del chavismo y no está claro si el país se sumirá en un caos y una guerra civil. La extrema personalización del poder han transformado a Correa, al igual que a Chávez en su momento, en la encarnación de su proyecto de transformación. Se modificará la Constitución para permitir su reelección indefinida. Sin su liderazgo la revolución ciudadana probablemente se desvanecerá o al igual que en Venezuela probablemente terminará en enfrentamientos violentos, pues estos Gobiernos comparten la visión de que encarnan proyectos revolucionarios que jamás podrán ser revertidos por los enemigos de la patria y de la historia.
Carlos de la Torre es director del program de estudios internacionales de la Universidad de Kentucky.
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