La rebelión de los suboficiales bolivianos
Los militares, la mayoría de origen indígena, exigen más derechos y el fin de la discriminación en el Ejército
Los militares de bajo rango de las tres fuerzas del Ejército boliviano se han rebelado contra el Gobierno de Evo Morales para pedir lo que ello llaman la “descolonización” —el fin del racismo— de la institución castrense. El conflicto, que comenzó el pasado 3 de abril y ha costado el puesto a 13 militares rebeldes, se ha trasladado a las calles de La Paz, donde un millar de soldados han llegado a desfilar sin autorización oficial en señal de protesta. Las marchas y la huelga indefinida de los uniformados no tienen precedentes en la historia del país andino.
Los suboficiales bolivianos exigen el fin de las políticas de discriminación racista en las Fuerzas Armadas, que los perjudica tanto en la formación académica como en el respeto a sus derechos. “Hemos sido víctimas de toda forma de discriminación, perjuicios de superioridad, racismo y explotación por parte de oficiales de las Fuerzas Armadas, así como desigualdad en el acceso a los servicios de salud y viviendas” señala un comunicado de los huelguistas. La protesta ha recibido el respaldo de algunos sectores de los movimientos sociales de El Alto y, sobre todo, de los Ponchos Rojos, la milicia de indígenas aimaras de Achacachi y Omasuyos en el altiplano de La Paz. Asimismo, las esposas y madres de los militares en rebeldía instalaron piquetes en Cochabamba, Santa Cruz y La Paz.
El Gobierno ha minimizado el movimiento de protesta y calcula que solo un 10% de los 10.000 suboficiales existentes acatan en la huelga y se manifiestan en las calles.
En un intento por zanjar el conflicto, el alto mando de las Fuerzas Armadas presentó un documento con 18 medidas para mejorar la situación de los suboficiales. Entre ellas la revisión al alza de los salarios; el permiso de maternidad a todas “las damas sargentos en estado de gestación” con la suspensión del deber de hacer guardias. Asimismo, ordena que a las damas sargentos “se deberá brindar respeto a su integridad de mujer en especial el tema referido al acoso sexual”.
Las nuevas disposiciones también mejoran la dotación de uniformes y la alimentación de los suboficiales, además de una mayor participación de estos cargos medios y bajos en distintas instituciones dentro de las Fuerzas Armadas. El documento, que se ha interpretado como un gesto de acercamiento a las demandas de suboficiales y sargentos, ha sido recibido con escepticismo.
Los militares insisten en sus exigencias originales, han reclamado la restitución de los camaradas expulsados y niegan que su protesta sea política o financiada por la oposición. También han solicitado ser recibidos por el presidente, haciendo notar que la mayoría de ellos son de “sangre indígena”, aimaras como Morales (frente a una oficialidad criolla). “El hermano presidente ha sido soldado y hoy es capitán general de las Fuerzas Armadas. Lo único que pedimos es que nos escuche”, declaró el suboficial Freddy Sucojayo, uno de los líderes de la rebelión.
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