La muerte en una barricada de una joven embarazada estremece a Venezuela
Adriana Urquiola, una traductora de señas de 28 años, recibió un balazo al pasar por una protesta en el estado de Miranda
Venezuela, uno de los países más violentos del mundo por sus índices de criminalidad, y después de cinco semanas de disturbios que ya le han costado la vida a decenas de sus ciudadanos, todavía tuvo la noche del domingo la capacidad de estremecerse ante la noticia de la muerte de Adriana Urquiola, una traductora de señas de 28 años de edad.
Urquiola regresaba a su casa a bordo de una unidad de transporte público que no pudo continuar la ruta por una barricada que obstruía el paso a la altura del sector Los Nuevos Teques, municipio Guaicaipuro del estado de Miranda (centro de Venezuela). Mientras la joven profesional intentaba, en compañía de su esposo, sortear el obstáculo a pie, llegó al lugar una camioneta desde la que dispararon varios tiros –de cinco a catorce veces, según los diversos relatos-. Una de las balas alcanzó a Urquiola en la frente. Otra transeúnte, Rosalba Pérez, de 32 años de edad, resultó herida en un brazo.
Urquiola prestaba servicios de intérprete para personas con dificultades auditivas
Se supo que Urquiola, que prestaba servicios como intérprete para personas con dificultades auditivas en los noticiarios de Venevisión –el principal canal de televisión abierta del país, perteneciente al Grupo Cisneros- había contraído matrimonio en octubre pasado y tenía cinco meses de embarazo.
De acuerdo a testigos, los agresores habrían llegado a bordo de un vehículo todoterreno desde un barrio cercano para hostigar a los defensores de la barricada. Era la segunda vez en diez días que los manifestantes de la zona sufrían un ataque a tiros, informó el diario El Nacional de Caracas.
El incidente ocurrió cerca de la ciudad de Los Teques, capital del estado de Miranda, gobernado por el líder opositor Henrique Capriles. Así que el asesinato de Urquiola, además de ilustrar el absurdo inescrutable de la muerte, dio lugar también a una escaramuza grotesca de la polarización política que se vive en Venezuela.
Apenas trascendió el hecho, el canciller venezolano, Elías Jaua –nombrado por el presidente Nicolás Maduro como Protector del estado de Miranda, luego de caer derrotado en las elecciones regionales por Capriles- hizo notar a través de su cuenta de Twitter que el crimen ocurrió “a corta distancia de la Gobernación (a cargo de Henrique Capriles), sin que PoliMiranda haga algo contra los violentos” y “en un contexto de guarimba”. Guarimba es el nombre que en el castellano criollizado de Venezuela se da al bloqueo de calles.
El gobierno responsabiliza de los incidentes a las acciones opositoras
Algo similar dijo el alcalde del municipio Guaicaipuro, donde se produjo el crimen. En un momento en que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano, activado por el gobierno de Maduro, amenaza con destituir a los alcaldes opositores que se nieguen o fracasen en combatir las barricadas, el alcalde local, Francisco Garcés –un exministro del gabinete del fallecido Hugo Chávez-, responsabilizó a los manifestantes opositores de la tragedia. “Queremos rechazar categóricamente las acciones de guarimba que provocaron esta muerte”, dijo durante una rueda de prensa en la sede del gobierno municipal.
Garcés decretó tres días de duelo en la entidad. No hizo mención a los autores materiales del asesinato. Sin embargo, el presidente Maduro –quien atribuye todas las muertes ocasionadas durante los disturbios a “la derecha criminal”- prometió justicia para el caso. “Mis condolencias a la familia de Adriana Urquiola, asesinada anoche como resultado de la violencia de una guarimba en Los Teques”, escribió el mandatario venezolano en su cuenta oficial de Twitter.
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