Europa amplía su lista negra mientras prepara nuevas sanciones contra Rusia
Bruselas añade a 12 personas más a las 21 que ya estaban sancionadas La UE pide a los países miembros que preparen más medidas ante una posible escalada de tensión La Unión anuncia un pacto comercial con Kiev
La Unión Europea ha ampliado este jueves, en un golpe de efecto coordinado con Washington, sus listas negras de sancionados por la anexión de Crimea con personas cada vez más cercanas al círculo del mandatario ruso Vladímir Putin. Por la tarde, el presidente estadounidense, Barack Obama, dedicó una corta y enérgica comparecencia a anunciar medidas destinadas a dañar sectores claves de la economía rusa y, en particular, a señalar a colaboradores de Putin. La puesta en escena europea fue, lógicamente, distinta, pero el resultado fue el mismo: la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Bruselas se ha prolongado hasta la medianoche en busca de una respuesta convincente y finalmente ha aprobado ampliar en 12 nombres de alto nivel su lista de sancionados, y ha elevado el tono de las amenazas verbales. Los nombres no se conocerán hasta este viernes, pero entre ellos hay cargos muy elevados de la administración de la Federación Rusa, según confirmaron el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el del Consejo, Herman van Rompuy, en rueda de prensa pasada la medianoche.
Los líderes dieron un mandato explítico a los socios y a la Comisión para preparar de inmediato “sanciones de largo alcance en los más diversos ámbitos, incluido el embargo de armas” en el caso de que Rusia dé “cualquier nuevo paso que refuerce su comportamiento inaceptable”, explicó pasada la medianoche el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. Tanto Van Rompuy como el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, destacaron que Europa evaluará “cualquier incidente adicional” para activar la fase tres de sanciones, que incluye duras medidas económicas. Por último, los líderes de la UE han decidido nombrar su propia misión de observadores en el caso de que la OSCE no pueda hacer su trabajo sobre el terreno.
Palabras, pero no solo palabras: la UE se juega su credibilidad en busca de un equilibrio complicado, que consiste en tratar de robustecer su tradicional poder blando para evitar que Putin flirtee con la idea de extender geográficamente el conflicto. Y, a la vez, sin causar una escalada de represalias económicas que complique las cosas a dos pasos de sus fronteras.
La UE está en una situación terriblemente difícil. Berlín y Londres son firmes partidarios de elevar el listón de las sanciones si Rusia amplía su amenaza a áreas del Este de Ucrania —“habrá más medidas si sigue la escalada”, dijo la canciller Angela Merkel—, aunque eso tenga consecuencias negativas en Europa. E incluso los socios menos favorables a esa opción se van quedando sin argumentos ante el desafío de Putin. La cumbre debatía este jueves la posibilidad de encargar a la Comisión Europea un informe sobre las secuelas de entrar en la fase tres de las sanciones económicas, como medida de presión. El diseño de esas medidas es fundamental para el juego de equilibrios interno en Europa: para ver cómo se distribuye la factura.
Alemania e Italia son los principales importadores de gas ruso; Francia tiene los mayores contratos militares, y Reino Unido concentra buena parte de las relaciones financieras con Rusia. Putin teme por la fragilidad de su economía, pero sabe bien cómo explotar esas diferencias entre los socios. De ahí que Europa haya optado, por ahora, por un enfoque muy gradual: junto con las listas de sancionados —que se ampliarán con 12 nombres más, según las fuentes consultadas; la gran mayoría están también en la lista norteamericana—, la UE apuesta por cancelar una cumbre con Rusia prevista para junio y anuncia la firma solemne de un acuerdo comercial con Ucrania. Pero, a la vez, quiere seguir dialogando.
Ambas partes tienen mucho que perder: más allá de esa caja de Pandora que supone poner en peligro la estabilidad de las fronteras en Europa, un choque de trenes haría descarrilar ambas economías. El 45% de las exportaciones rusas van a la UE; a su vez, Europa concentra en Rusia un 7,3% de sus ventas al exterior, y es muy dependiente del gas.
Merkel pide a la UE que se prepare ante posibles sanciones
La UE opta por una ampliación suave de las sanciones a Rusia pero se pone de perfil cuando es preguntada por una posible tercera fase que incluya sanciones comerciales. La canciller alemana, Angela Merkel, ha centrado su intervención posterior al Consejo en defender la integridad territorial de Ucrania. “Es innegociable”, ha afirmado la jefa del Ejecutivo germano en un tono tibio desacompasado del fondo real del mensaje. A regañadientes, Merkel acepta que Crimea caiga definitivamente en manos rusas siempre y cuando no Moscú no busque la anexión de más territorios ucranianos. “Nos referimos en especial al sur y al este del país”. La actitud rusa, ha dicho, “no tiene precedentes” en la historia reciente de Europa.
Merkel también ha aprovechado su comparecencia ante la prensa para urgir a Rusia a que acepte la misión de observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y ha dejado claro que se circunscribiría a las zonas oriental y meridional de Ucrania.
Paradójicamente, dado que hoy era el día D en la agenda europea, el capítulo que Merkel ha dedicado a hablar de sanciones ha sido el más breve de su rueda de prensa. “Mañana sabrán más”, ha dejado caer mientras deslizaba una media sonrisa en su rostro. Si por ella fuera, hoy ni siquiera se habría hecho público el número de ciudadanos rusos que se suman a la lista de sanciones. Más presta ha sido a la hora de pedir a la Comisión que estudie nuevas fórmulas para “tener el terreno preparado” en caso de tener que fuera necesaria una tercera fase del castigo. Es decir, Merkel pide a Barroso que tenga preparada una batería de medidas por si Rusia no cesa en su ímpetu expansionista, en una declaración que, a la vez, deja marchitar la recién aprobada extensión de las sanciones.
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