El expresidente alemán Wulff, declarado inocente de cohecho
El exmandatario democristiano dimitió tras haber sido acusado de recibir sobornos
El expresidente federal alemán Christian Wulff es inocente de los cargos de cohecho que le costaron el puesto hace dos años. La Audiencia Territorial de Hannover ha sentenciado este jueves que el democristiano Wulff no obtuvo sobornos del empresario cinematográfico David Groenwold cuando aún era primer ministro del land de Baja Sajonia. Groenwold también ha quedado absuelto. El expresidente será indemnizado por los registros de los que fue objeto durante la investigación contra él. Ha sido la primera vez que un presidente federal alemán se sienta en el banquillo de los acusados.
Wulff, que hoy tiene 54 años, dimitió de la jefatura del Estado el 17 de febrero de 2012, cuando la fiscalía de Hannover pidió que le suspendieran la inmunidad para investigar numerosas acusaciones de corrupción difundidas por la prensa. El juicio ha durado unos tres meses, en los que los jueces dejaron entrever su escepticismo ante las imputaciones. Los fiscales acusaban a Wulff de haber recibido favores de Groenwold a cambio de su ayuda para obtener financiación para una de sus películas. Se trataba de unos 720 euros, pagados por el empresario para que Wulff visitara la célebre Fiesta de la Cerveza de Múnich en 2008, junto a su entonces flamante esposa Bettina.
Los fiscales sostuvieron que, como contrapartida, Wulff informó a los jefes de la multinacional Siemens sobre un proyecto cinematográfico de Groenwald, protagonizado precisamente por un ejecutivo de Siemens y ambientado en la II Guerra Mundial.
Ambos rechazaron desde el principio las acusaciones. Argumentaron que el empresario cubrió estos gastos sin que Wulff lo supiera. También adujeron que son amigos desde hace años. Esto explica, según la defensa, la invitación y el continuado contacto entre el empresario y el político. El tribunal les da la razón en su sentencia. Groenwold, dijo el juez, "ha sido un confidente y amigo [de Wulff] en situaciones de crisis", como durante el proceso de divorcio de su primera esposa.
Como amigos, se turnaban al pagar las facturas de los restaurantes y se invitaban a sus respectivas casas en compañía de sus esposas.
Wulff fue uno de los principales barones regionales de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel. Fue primer ministro de Baja Sajonia entre 2003 y 2010. Llegó a contar como uno de los posibles delfines de la canciller al frente de la formación. Ella insistió en promocionarlo a la presidencia federal tras la dimisión del también democristiano Horst Köhler en 2010. Wulff solo ocupó durante 598 días el primer cargo de la República Federal, cuyas funciones son representativas y protocolarias.
El caso Wulff comenzó a finales de 2011, cuando se airearon créditos supuestamente ventajosos que había obtenido de otro empresario amigo.
Wulff se defendió con uñas y dientes de las acusaciones. Entre otras cosas, llamó al jefe del populista diario Bild para pedirle que parase la publicación de informaciones sobre aquel crédito dudoso. Con asombrosa torpeza, el jefe del Estado dejó un recado amenazante en el buzón de voz del director del rotativo, al que alertó de que se metía en una "guerra". Se desató un escándalo de primera magnitud cuando el diario filtró el contenido de la llamada. El asunto del crédito quedó en nada, pero Wulff había empezado a cavarse su propia tumba con ese gesto caciquil. Los medios alemanes se lanzaron a la caza de más detalles sobre la supuesta corrupción de sus años como primer ministro de Baja Sajonia.
Aunque inocente de todos los cargos, Wulff es un cadáver político desde 2012. Su caída y posterior juicio por la irrisoria suma de menos de 800 euros ha desatado un debate en Alemania sobre el poder de las fiscalías para terminar con la reputación y la carrera de los sospechosos. El editor del diario muniqués Süddeutsche Zeitung, Heribert Prantl, que fue él mismo fiscal antes de meterse a periodista, habló al respecto de "investigaciones excesivas y obsesivas" contra Wulff. También el semanario Der Spiegel abrió esta semana con un largo reportaje acusatorio contra el exceso de celo de algunos fiscales en casos espectaculares como el de Wulff. Se titula "Los Incitadores". La Fiscalía de Hannover aún podría recurrir la sentencia. El expresidente no parece temerlo y anunció que quiere volver "a pensar en el futuro".
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