Una oleada de crímenes mafiosos sacude a Israel ante el desconcierto policial
En solo una semana de febrero hubo tres ataques con coches bomba, y tres fallecidos Siete familias criminales luchan entre ellas sin que la Policía pueda prevenir la violencia
Hace una década, en los últimos meses de la segunda intifada, cuando una bomba estallaba en Tel Aviv, el pánico cundía en las calles ante la recurrencia de los ataques palestinos, y las investigaciones de la Policía y el Ejército de Israel se centraban inmediatamente en células armadas en Cisjordania o Gaza. Hoy, sin embargo, cuando una nueva explosión sacude las calles de una de sus ciudades, los israelíes dan por sentado que una de las siete grandes familias mafiosas del país es responsable del ataque, y que probablemente los fallecidos son asociados de un clan rival en unos ajustes de cuentas que en los últimos meses han aumentado notablemente en frecuencia e intensidad.
Israel es un país fortificado y de sobra preparado para hacer frente a las amenazas de Hezbolá en Líbano, Hamás en Gaza o Al Qaeda en el Sinaí. Pero de puertas adentro, la Policía israelí ha quedado desorientada, sin los recursos suficientes o la preparación necesaria para contener este ascenso del crimen organizado. Según fuentes policiales, desde octubre pasado ocho personas han muerto en 12 ataques mafiosos, según la policía. La prensa israelí eleva a 20 la cifra de agresiones. En muchos casos se emplean unos explosivos que han sido robados en bases del Ejército israelí.
Solo en la segunda semana de febrero tres coches bomba estallaron en las inmediaciones de Haifa, Tel Aviv y Petah Tikvah, con un saldo de tres fallecidos. En la última de las tres localidades, dos hombres murieron en lo que en jerga policial se conoce como ‘accidente de trabajo’, pues estaban trasladando explosivos para atacar a un clan rival, pero estos estallaron de forma accidental cerca de un colegio y una guardería.
Las bombas son el medio preferido de estos clanes mafiosos, pero no el único al que recurren para saldar cuentas. Están también los tiroteos. Hace dos sábados Taher Lala, natural de Jafa y de 27 años, fue abatido a tiros en pleno día, cuando conducía un BMW blanco por el paseo marítimo de Tel Aviv, una de las zonas turísticas más transitadas de esa ciudad.
“Lo que hemos visto desde finales de 2013 es un notable incremento en la gravedad y la violencia de esos incidentes”, explica Micky Rosenfeld, portavoz de la Policía israelí. “Hemos detectado un aumento de la presión que sufren las familias criminales para controlar sus propios negocios, como la extorsión, el narcotráfico o el lavado de dinero. Por eso los ataques entre esos clanes han aumentado y se han convertido en más brutales”.
Desde 2008 la Policía israelí cuenta con su propia unidad de investigación de crimen organizado, conocida como Lahav 443 —apodada ‘el FBI de Israel’— que se enfrenta a esta intensificación del crimen organizado descabezada y desorientada, pues su superintendente, el general mayor Menashe Arviv, dimitió la semana pasada tras ser acusado de haber aceptado sobornos de un rabino cuando servía como agregado policial en la embajada de Israel en Washington.
La Policía asegura que solo en 2013 arrestó a 500 personas posteriormente acusadas por la fiscalía de estar relacionadas con las actividades de la mafia israelí, que tiene estrechos lazos con organizaciones criminales de Estados Unidos y Europa del Este, sobre todo Rusia.
Según las estimaciones de la propia Policía, hace 10 años un 80% de sus recursos se destinaban a investigar y prevenir ataques terroristas palestinos y un 20% a actividad criminal por parte de israelíes. Hoy esos porcentajes se han invertido. Y aún así los cuerpos de seguridad carecen de suficientes agentes especializados en crimen organizado, según los analistas.
“La falta de agentes e investigadores especializados es sólo uno de los motivos. Hay otros, y el principal es una estrategia de acción equivocada”, explica Meir Gilboa, exjefe de la unidad criminal de la Policía israelí. “La Policía se centra sólo en líderes del crimen organizado, y no trata de desmantelar las organizaciones o sus fuentes de financiación. Las organizaciones siguen funcionando cuando sus líderes están en prisión, y esos líderes pueden seguir ejerciendo desde la cárcel, porque el dinero sigue fluyendo. Además, cuando sus líderes prestan condena, las guerras entre clanes se intensifican, porque cada organización quiere aprovechar el hecho de que el líder rival está en prisión”.
Muchos líderes de las siete grandes familias del crimen organizado israelí han fallecido en años pasados también por el método del coche bomba colocado por clanes rivales. Esos explosivos se pueden activar de forma remota, algo que dificulta la apertura de casos criminales, pues normalmente la fiscalía dispone de largas listas de sospechosos, pero no de pruebas incriminatorias.
Los criminales buscan explosivos de calidad y lo roban al Ejército” Portavoz policial
La duda de los servicios de seguridad israelíes, durante mucho tiempo, fue la procedencia de esos explosivos. Todas las fronteras de Israel están férreamente guardadas por su Ejército, sobre todo desde que hace un año el Gobierno completara una sofisticada valla de seguridad en el límite con el Sinaí egipcio, hasta entonces vía tradicional de tráfico de personas, armas y droga.
Recientemente, el director de la Policía reveló la conclusión a la que ha llegado. “En muchos casos esos explosivos proceden de las Fuerzas de Defensa de Israel”, admitió Yohanan Danino en un discurso en Acre. Según su portavoz, Rosenfeld, “los criminales buscan material de calidad y fiable, y por eso lo roban al Ejército”.
Según explican a este diario fuentes militares israelíes, “en los últimos años se puede observar una tendencia de robo de distintas armas, sin embargo el fenómeno continua siendo mínimo. Como no se sabe a qué manos llegarán esas armas, el Ejército israelí toma esas investigaciones muy en serio”.
Danino, el jefe policial, mantiene que es su intención tratar al crimen organizado como se trató hace una década a los responsables de la intifada. “Todos son terrorismo”, expresó recientemente. Días después, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, le instó a “llevar a prisión, y pronto” a esos líderes mafiosos. Hay, según el Servicio de Prisiones de Israel, 20.000 personas en sus centros penitenciarios, 5.000 de las cuales son palestinos, y eso en un país de 7,9 millones de habitantes.
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