Un comerciante de armas en apuros
El Senado francés levanta la inmunidad al exalcalde y magnate de la aviación Serge Dassault por un truculento escándalo de compra de votos municipales
Serge Dassault es a sus 88 años la cuarta fortuna de Francia y la número 69 del mundo. Según la revista Forbes, su patrimonio en 2013 alcanzó los 13.000 millones de euros, lo que equivale aproximadamente a medio punto del PIB francés. Constructor de aviones —los legendarios reactores Mystére y los sofisticados (e invendibles) cazas Rafale son suyos—, este comerciante de armas de cráneo redondo, tez oscura y nariz prominente, nacido en París en 1925 como Serge Bloch, un apellido judío, y convertido al catolicismo en los años cincuenta, es también el dueño del diario conservador Le Figaro. Todo ese currículo privado no le ha impedido ser además senador —primero con la derecha gaullista y luego con la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Nicolas Sarkozy— y alcalde de Corbeil-Essones entre 1995 y 2009.
Cuando fue elegido senador en 2004, a los 79 años, Dassault se sacó la espina de la derrota sufrida en las legislativas de dos años antes ante el socialista Manuel Valls, y mató dos pájaros de un tiro: se convirtió en decano del Senado, lo que le permitió presidir la toma de posesión de Sarkozy en 2007, y de paso obtuvo la inmunidad parlamentaria.
Una década después, Dassault acaba de perder su inmunidad después de dos clamorosos intentos fallidos por sus andanzas en Corbeil-Essonnes, una aglomeración obrera de 44.000 habitantes situada al sur de París, bañada por los ríos Sena y Essonne, y famosa por sus molinos, de la que fue alcalde durante 14 años.
El miércoles, en un gesto teatral pero muy calculado, Dassault pidió al comité del Senado que se disponía a votar sobre su aforamiento que le levantara la inmunidad. En julio de 2013 y enero de 2014, ese comité había rechazado por sorpresa dos peticiones de los jueces para interrogar a Dassault: los socialistas aprovecharon el voto secreto para proteger a su colega de la UMP, lo que desató abundantes sospechas de corrupción.
Posee la cuarta fortuna de Francia y es dueño del periódico conservador 'Le Figaro'
Para intentar reparar el daño, el presidente de la Cámara Alta, el socialista Jean-Pierre Bel, impuso que todas las resoluciones sobre aforados se resuelvan a mano alzada. Los jueces volvieron a la carga, y Dasasault, sabiendo que iba a perder la votación —los 14 senadores del PS alzaron la mano, mientras los 12 de la UMP no participaron—, prefirió adelantarse y fingir su inmolación.
Un compañero de bancada, Pierre Charon, dijo que “el encarnizamiento” del Senado con el venerable magnate le recordaba a un episodio remoto: en 1944, el ingeniero aeronáutico Marcel Dassault, padre de Serge, se negó a revelar los secretos de sus aviones a la Gestapo y acabó siendo arrestado y deportado a Buchenwald, de donde por cierto escaparía vivo con la ayuda de un preso comunista.
La decisión del Senado supone que el heredero del imperio Dassault va a tener que dar explicaciones a la justicia sobre su implicación en un gigantesco escándalo de compra de votos. El affaire, que daría para una serie televisiva de varias temporadas, ha generado ya una decena de denuncias cruzadas y la apertura de cuatro procesos judiciales por un sinfín de delitos.
Resumiéndolo mucho, el relato afirma que Serge Dassault compró su reelección como alcalde en 2008 pagando al menos dos millones de euros a una pandilla de delincuentes de las barriadas populares de Corbeil-Essonnes. Estos matones de origen magrebí mantenían la paz social y orientaban el voto de sus vecinos repartiendo el dinero de Dassault, pero en algún momento se pusieron nerviosos, bien porque el capital dejó de fluir, bien porque alguien se quejó de que era poco. La banda cometió entonces un intento de asesinato, y luego otro más; algunos sicarios enviaron a la familia Dassault amenazas de muerte por vía telefónica y SMS, y el constructor de aviones les denunció por chantaje y otras fechorías.
Está acusado de pagar dos millones a una banda para lograr su reelección
La serie comenzó cuando el Consejo de Estado, máxima autoridad administrativa, anuló en 2009 la reelección de Dassault al considerar probado que intercambió votos por dinero. Entonces, como si Corbeil-Essones fuera Marbella y Serge Dassault fuera Jesús Gil y Gil, este cedió su sitio a su mano derecha, Jean-Pierre Bechter, consejero del Grupo Socpresse, editor de Le Figaro.
Bechter ganó los comicios repetidos en 2009, pero el Consejo de Estado volvió a anular también el resultado al considerar que inscribir la leyenda “secretario general de la Fundación Serge Dassault” en las papeletas electorales no se ajustaba a la ley. A la tercera, Bechter fue elegido de nuevo, aunque la justicia le ha imputado ya dos veces por sospechas de fraude.
El hombre clave de la red clientelista es Younès Bounouara, y está en la cárcel acusado de tentativa de asesinato tras haber disparado a Fatah Hou, un boxeador franco-marroquí de 32 años, vecino y compinche suyo, que resultó gravemente herido. Bounouara es el hombre de confianza de Dassault en los arrabales de la ciudad, y este ha reconocido que le dio un par de millones de euros, según dice para que los invirtiera en Argelia: “Como me había ayudado mucho y nunca le había dado nada, le dije OK”, ha declarado al Journal du Dimanche.
Por su parte, el boxeador tiroteado, Fatah Hou, es a la vez víctima, sospechoso y testigo. Conoce el sistema desde dentro, y según los jueces filmó varios vídeos de forma clandestina a Dassault. En esos vídeos, que han publicado algunos medios, se oye al multimillonario evocar una transferencia ilegal de 3,2 millones a Bounouara y a un socio de este, Mamadou Kébé, a través de un banco libanés. Kébé ha contado a Le Monde que amenazó a los hijos de Dassault porque este no había enviado la suma prometida (1,7 millones) a su equipo de ocho personas reclutado para conseguir la reelección de Bechter.
La prensa prevé que será detenido pronto por la unidad judicial financiera
Hace tres meses, los abogados del magnate denunciaron a Hou y a otro viejo conocido de Dassault, llamado René Andrieu, por “intento de extorsión, chantaje, amenazas y ocultación”. Andrieu, de 62 años, es el primer estratega que Dassault introdujo en los guetos. Exladrón y exempleado de los servicios sociales, acusado hoy de liderar una banda de extorsionadores, Andrieu estaba con Hou cuando este fue tiroteado.
Otro implicado es Rachid Toumi, un joven que también fue tiroteado, sin sufrir heridas graves. Tras curarse, Toumi corrió al diario Le Parisien y cantó lo que sabe sobre la red de compra de votos en la que participaba.
Los jueces de Évry, localidad vecina a Corbeil-Essones, y los magistrados de París tienen tajo para varios meses, puede que años. Los jueces de la capital investigan a Dassault por corrupción, blanqueo de dinero y fraude electoral en los comicios celebrados entre 2008 y 2010. Los medios franceses aseguran que la unidad judicial financiera detendrá al magnate en los próximos días para interrogarle.
Además, el sucio affaire tiene una bonita veta internacional: el boxeador ha denunciado a Dassault, a su títere Bechter, a un diplomático marroquí y a un funcionario municipal por asociación de malhechores. Hou alega que maquinaron para arrestarle en Marruecos y alejarle así de Corbeil-Essones.
El diputado Olivier Dassault, hijo de Serge, también ha entrado en juego denunciando a tres hermanos por intento de extorsión y violación del secreto de las comunicaciones.
Tras conocer la decisión del Senado, el longevo Dassault se mostró sereno: “Estoy satisfecho”, dijo, “ahora podré por fin contar la verdad a los jueces. No tengo nada que reprocharme. A veces di dinero, pero fue para ayudar a la gente del pueblo a trabajar. Era mi dinero, pero siempre lo di de forma oficial. No conseguirán ensuciar mi reputación”.
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