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Peña Nieto promulga la reforma política

La modificación legislativa convierte la Procuraduría General en una Fiscalía y permite la reelección de diputados y senadores

Luis Pablo Beauregard
Acto de promulgación de la reforma política
Acto de promulgación de la reforma política@presidenciamx

El presidente de México ha promulgado la tarde de este viernes en el castillo de Chapultepec la reforma política, una serie de modificaciones constitucionales de tipo político y electoral. "Gracias a la madurez política hicimos del 2013 el año de las reformas", señaló Peña Nieto, quien consideró que la relección legislativa y la igualdad de género son algunos de los puntos más importantes de la modificación legislativa.

El paquete normativo fue aprobado en el Senado el pasado diciembre y desde entonces fue respaldado por la mayoría de los congresos de los Estados.

La reforma convierte a la Procuraduría General de la República en una Fiscalía cuyo titular tendrá que ser designado por el Senado y durará en el cargo nueve años a menos que el Ejecutivo lo remueva. Los gobiernos de coalición nacerán en México con esta reforma. Cuando los haya aprobado todo el Gabinete de ministros deberá ser ratificado por el Senado, a excepción de los titulares de Relaciones Exteriores, Defensa Nacional y Marina. Cuando no exista una coalición el canciller y el ministro de Hacienda deberán de ser ratificados por los senadores.

El punto más importante incluido en esta reforma es el fin del veto a la reelección, un tabú que había imperado en la política mexicana desde 1933. Los diputados y senadores podrán aspirar a repetir un mandato hasta por 12 años. Los alcaldes podrán reelegirse un periodo más. El Presidente de la República y los gobernadores no contarán con este beneficio.

También se crea el Instituto Nacional Electoral (INE), que ha creado entre los expertos en materia electoral más dudas que certezas. El organismo se encargará de organizar y vigilar más de 3.000 elecciones, lo que podría saturar su capacidad operativa. El INE sustituye al Instituto Federal Electoral (IFE), una de las instituciones más respetadas en la vida democrática mexicana. Tendrá mucho poder ya que designará a los consejeros de los institutos electorales locales.

La reforma política hará nulas las elecciones donde un candidato rebase por más del cinco por ciento los límites de gasto en las campañas, reciba dinero ilícito o compre cobertura en medios de televisión y radio. Esto sucederá únicamente cuando haya una diferencia menor a cinco puntos entre el candidato ganador y el segundo lugar.

Los partidos políticos estarán obligados por ley a ofrecer el mismo número de candidaturas al Congreso federal a hombres y a mujeres. La paridad absoluta también ha sido calificada de populista por algunos expertos que consideran que puede deteriorar la calidad de los legisladores.

La agenda de la reforma política fue dictada, en su mayoría por los dos principales partidos de oposición en México, el derechista Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Ambos organismos deseaban dar más certidumbres a las elecciones y mermar el poder e influencia que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantiene en algunas zonas del país que aún no conocen la alternancia política. Las negociaciones entre los tres partidos se hicieron en el Pacto por México, un acuerdo entre los tres organismos para impulsar una agenda común de leyes. La reforma política era una condición previa para que la derecha auxiliara al PRI a aprobar la reforma energética.

De la negociación a tres bandas surgieron jaloneos entre los partidos que terminaron por descafeinar algunas modificaciones y dejar otras a medio camino.

Las claves y detalles para estos cambios constitucionales estarán en las reformas secundarias que serán discutidas en el próximo periodo ordinario de sesiones, que comienza en el mes de febrero. El clima de negociación, para entonces, habrá cambiado. Los tres partidos ya no contarán con la herramienta facilitadora de acuerdos que era el Pacto por México, que de disolvió cuando la izquierda abandonó la mesa de diálogo ante la inminente aprobación de la reforma energética.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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