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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿La frontera de Europa?

Ucrania explica el papel de la geografía en el dibujo del mundo, ni ruso ni europeo del todo

Francisco G. Basterra
Varios policías antidisturbios vigilan a los opositores al gobierno en Kiev.
Varios policías antidisturbios vigilan a los opositores al gobierno en Kiev. SERGEY DOLZHENKO (EFE)

La geografía es el destino y potenciada por la historia juega un papel determinante en el dibujo del mundo. Ucrania es un caso práctico de esta idea que explica en gran medida la crisis desatada en este país de 47 millones de habitantes, ni ruso ni europeo del todo, punto de intersección entre el este y el oeste. La historia siempre regresa a las relaciones internacionales y con ella la maldición de la geografía. Que se lo pregunten a los polacos o a los mexicanos, históricamente tan lejos de Dios y tan cerca de Alemania, Rusia o Estados Unidos.

En el idioma ruso Ucrania significa tierra de frontera y, en ucranio, patria. Y es ambas cosas a la vez. El país, que solamente alcanzó la independencia en 1991 tras la implosión de la Unión Soviética, enfrenta una crisis de identidad nacional no resuelta. Asistimos a la batalla por el alma de un país dada en una plaza de Kiev donde por la noche la temperatura desciende hasta 20 grados bajo cero; los manifestantes lanzan cócteles molotov contra la policía con tirachinas, y adoquines con grandes catapultas artesanales, componiendo una escena de cuadro medieval. El presidente Yanukóvich ha cedido en casi todas sus peticiones y alegando una aguda infección pulmonar se ha quitado de en medio. El poder está en la calle.

¿Qué hay detrás de esta pugna de alcance geoestratégico, económico y cultural? Ojo con las simplificaciones. No estamos ante una revolución como la que arrastró a Ceaucescu acabando con la Rumanía comunista, ni ante la batalla de una oposición democrática —está trufada de una ultraderecha nacionalista antijudía— contra un dictador marioneta de Moscú. Tampoco ante una maniobra descarada de Washington y Alemania para hacer negocio y convertir a Ucrania en una nueva Polonia, aunque su injerencia denunciada por Moscú es evidente. O de una provocación de Putin para recuperar Ucrania, antigua república soviética, para su diseño de imperio euroasiático. Ninguno de estos factores por sí solos explica la crisis. Es una situación que no admite el blanco y negro de Europa o Rusia.

Ucrania, tierra invadida y conquistada sucesivamente por polacos, rusos y austriacos, nunca ha tenido una identidad nacional coherente. Es un país partido en dos; el este, el sur y las concentraciones urbanas, rusófilo e industrial, seguidor de la Iglesia ortodoxa, mientras que el oeste es rural, católico, más pobre y más nacionalista. El oriente habla ruso y el oeste, ucranio. La dependencia económica de Rusia, a la que provee de alimentos y de la que recibe gas, es decisiva.

Ucrania, demasiado grande y demasiado pobre para formar parte de la UE. Encaramada sobre una falla histórica explotada por Occidente para disminuir la expansión de Rusia. Un 43% de sus habitantes serían partidarios de una integración en la UE. ¿La última frontera de Europa o el inicio de la Gran Rusia euroasiática? En las relaciones internacionales se enseña que Rusia sin Ucrania es un país, con Ucrania es un imperio. ¿Ucrania, frontera o puente? Que decidan los ucranios.

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