“La libertad sexual en Brasil es una ilusión”
Laerte dice que la homofobia en Brasil se asemeja al racismo y que el gobierno debería parar de ceder tanto ante fuerzas políticas fundamentalistas comprometidas con la discriminación
Laerte Coutinho, una de las más importantes dibujantes de Brasil -sus viñetas se publican periódicamente en el diario Folha de S. Paulo -, asumió públicamente su identidad femenina en septiembre de 2010. Nacida en 1951, considera que aún no completó su proceso de transformación de género que inició en 2004. "Creo que nunca voy a completarlo", dice.
Desde entonces, se convirtió en una referencia tanto del colectivo gay, como de los travestis y transexules. En entrevista a EL PAÍS, Laerte dice que la homofobia en Brasil es semejante al racismo y que el gobierno debería parar de ceder tanto ante fuerzas políticas comprometidas o coniventes con la discriminación y la violencia, como las del fundamentalismo religioso.
Pregunta. ¿Por qué en un país, donde cada uno parece tener la libertad de mostrar para todo el mundo su orientación sexual, existe tanto odio al diferente? Brasil es diferente de otros lugares?
Respuesta. Esa libertad es, en muchos casos, ilusión. Brasil parece el paraíso de las costumbres liberadas - y creo que eso forma parte de nuestra autoconsciência optimista -. La verdad está más en los números escandalosos de agresiones y ataques de naturaleza homo y transfóbica.
No tengo experiencia de otros lugares, solo sigo relatos y reportajes. Claro que en Rusia -especialmente hoy en día- o en Uganda, las cosas son más graves, incluso institucionalmente. La homofobia, entre nosotros, se asemeja al racismo: nadie admite que existe, pero es imposible negar su presencia.
P. ¿Hubo algún avance en los últimos años en la lucha contra los crímenes y la discriminación homo/transfóbica?
R. Hubo avances. Justamente en la visibilidad y movilización de las personas, con la creación de entidades y la utilización de medios como internet. Poco a poco se está creando una representación en las instancias parlamentares, con la presentación de proyectos de ley, como el recién derrotado PL 122 (que convierte en delito la homofobia) y el aún en discusión PL 5002, el llamado PL João W Nery, que trata de la libre identidad de género. Eso representa avance, desde mi punto de vista.
El debate ha crecido y tengo motivos para creer que, socialmente, comienza a cambiar el modo de ver a la población LGBT, por parte de ella misma, hablo del paso de una situación de marginalidad a la integración social.
Creo que es un proceso que no comenzó ahora ni está cerca de concluirse. Aún estamos lejos de situaciones como las que vive Argentina y Uruguay.
Es necesario decir que, incluso en esos países, hay mucha tensión homofoba. La aprobación de una legislación más justa no “corrige” automáticamente la opresión y el odio de la sociedad.
P. ¿Qué debería hacer el Gobierno para contribuir en la lucha contra la discriminación y violencia hacia el colectivo LGBT? ¿Y el propio colectivo?
R. Algo bueno que el Gobierno podría hacer sería parar de ceder tanto a las fuerzas políticas comprometidas o coniventes con la discriminación y la violencia - como las del fundamentalismo religioso -. Creo que el movimiento viene haciendo lo necesario para crecer en movilización y en la capacidad de movilizar la sociedad - de ser visto como parte integrante de la sociedad, beneficiarios de derechos que deben ser universales -.
P. ¿Cómo se explica que el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso sea abiertamente homófobo?
R. Eso fue posible debido a mecanismos de funcionamiento del Congreso Nacional. Creo que se debió, en resumen bien resumido, a la falta de sintonía entre la población y sus representantes, que dio como resultado un momento equívoco que permitió ese tipo de golpe. Fue un golpe.
P. ¿Cuáles fueron las mayores barreras que tuvo que superar cuando resolvió aceptarse como mujer? ¿Sufre los prejuicios?
R. En mi caso, la principal barrera fue la que yo misma colocaba. Cuando entendí y acepté el significado de algo que hasta ese momento yo creía una fantasía, lo principal fue superado.
Mi familia y amigos también me ayudaron mucho, manteniendo los lazos de afecto durante todo el proceso de cuestionamientos, estrañezas y dudas, que son inevitables. He sido socialmente muy bien recibida. Tal vez mi condición de artista y persona conocida públicamente ayude, no sé.
No es lo que sucede con la mayor parte de las personas trans en Brasil.
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