A la caza de ‘tigres’ y ‘moscas’
China ha iniciado una batalla contra la corrupción. Decenas de cargos han caído Pero el régimen aún reprime a los defensores de la transparencia
La llegada de Xi Jinping a la secretaría general del Partido Comunista Chino (PCCh) en noviembre de 2012 desencadenó una intensa batalla contra la corrupción. En enero de 2013, Xi dijo en una reunión de la Comisión Central de Inspección de la Disciplina del partido que la lucha contra ese vicio debe alcanzar a "tigres" y "moscas", en referencia a funcionarios de todos los niveles. Pero, al mismo tiempo, ha reprimido a los activistas que han pedido que los dirigentes hagan públicos sus activos.
En los dos últimos años, se ha producido una catarata de detenciones y condenas. El caso más representativo de "tigre" es Bo Xilai, exsecretario del partido en la municipalidad de Chongqing y exmiembro del Politburó, que en septiembre pasado fue sentenciado a cadena perpetua por aceptar 20,4 millones de yuanes (2,5 millones de euros) en sobornos, malversar cinco millones de yuanes (605.000 euros) y abusar de su poder en relación con el asesinato por parte de su esposa de un hombre de negocios británico amigo de la familia. Los Bo recibieron, entre otros regalos de un empresario, un chalé en el sur de Francia. Su condena fue promocionada como una muestra de la voluntad del Gobierno de luchar contra la corrupción. Los partidarios de Bo Xilai, sin embargo, aseguran que fue víctima de una purga política.
Un "tigre" aún mayor —Zhou Yongkang, máximo responsable de seguridad interna de China y uno de los nueve miembros del Comité Permanente del Politburó durante el mandato del anterior presidente, Hu Jintao— está siendo investigado también por corrupción, según diferentes medios internacionales.
Otros dirigentes cuestionados o detenidos son Li Dongsheng, viceministro de Seguridad Pública; Liu Zhijun, exministro de Ferrocarriles, quien fue sentenciado a muerte con suspensión de sentencia en julio pasado, y Jiang Jiemin, responsable de la comisión que supervisa a las empresas estatales. Jiang fue destituido en septiembre en el marco de una amplia investigación en China National Petroleum (CNPC). También han caído Liu Tienan —ex subdirector de la poderosa Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo— y Li Jianye, alcalde de Nanjing (capital de la provincia de Jiangsu). Tanto Li Dongsheng como Jiang Jiemin eran aliados de Zhou Yongkang, hombre cercano a Bo Xilai.
Al menos 19 funcionarios de nivel de viceministro o superior han sido defenestrados desde noviembre. La campaña anticorrupción ha alcanzado también a numerosos empleados gubernamentales de menor rango. Pekín ha asegurado este mes que 182.038 personas fueron castigadas en 2013 por violaciones de la disciplina del partido, un 13,3% más que el año anterior. En 2012, menos del 20% de los casos fueron por soborno. El resto lo fueron por otras infracciones, delitos o comportamientos inmorales. La Comisión no ha facilitado el desglose de 2013.
El actual plan anticorrupción parece tener más fuerza que otros llevados a cabo en el pasado. Pero algunos expertos afirman que puede estar siendo utilizado por la dirección del PCCh para deshacerse de rivales políticos, y que, en cualquier caso, el problema está tan enraizado que una depuración real será difícil mientras no se lleven a cabo cambios políticos profundos.
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