Los primeros enfermos son evacuados de Yarmuk tras siete meses de cerco
Se ha dado prioridad a los heridos por los bombardeos del régimen sirio, los enfermos crónicos, embarazadas y niños
Los sanitarios de la Media Luna Roja han comenzado ya a evacuar a los primeros enfermos críticos del campo de refugiados palestinos de Yarmuk, en Damasco. En esta primera tanda se ha dado prioridad a los heridos por los bombardeos del régimen sirio, los enfermos crónicos cuyos males se han agravado por la falta de medicinas, mujeres embarazadas y niños. Desde hace siete meses, desde que el pasado verano las tropas leales al presidente Bachar El Asad bloqueasen toda entrada y salida de personas, alimentos y medicinas al campo, un sencillo traslado a un hospital era totalmente imposible. Naciones Unidas calcula que una veintena de vecinos ha muerto en los tres últimos meses por falta de comida, una cifra que grupos opositores como el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos eleva a 50.
Fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) confirman que ya han salido del campo unos 50 pacientes y que se espera que en pocas horas la cifra se duplique. El objetivo es ir poco a poco hasta sacar a los 600 residentes que, se calcula, están en estado grave o crítico. En este grupo no sólo hay palestinos sino también nacionales sirios, civiles que fueron a residir hace muchos años a este campo no oficial que se había convertido en un barrio más de la capital siria. La atención sanitaria ha sido casi nula en este tiempo de cerco, ya que las tropas del régimen amedrentaron incluso a los médicos de Naciones Unidas que acudían a su trabajo y, desde antes del otoño, no se han abierto siquiera los ambulatorios del campo.
La OLP confirma que es “pronto” para hacer un diagnóstico global de los enfermos, ya que el acceso a ellos no está siendo sencillo, ante la cantidad de escombros que hay en las calles -producto de los ataques aéreos-, que se van quitando para permitir la entrada de ambulancias. No obstante, los síntomas que reflejan la mayoría coinciden con la “anemia severa y el raquitismo”, ejemplo de una alimentación basada en raíces, verduras podridas y especias disueltas en agua, como ha constatado la UNRWA, el organismo de la ONU para los refugiados palestinos.
El auxilio a los enfermos se está pudiendo realizar en paralelo a la entrada de alimentos y medicinas al campo, después de que el sábado entrase el primer porte, 200 paquetes con 30 kilos de ayuda cada uno. En circunstancias normales, eso cubriría el 33% de las necesidades alimentarias de 1.000 personas durante un mes. El objetivo final es el de enviar hasta 7.000 cajas al campo, con ayuda directa para 7.000 familias, las 18.000 personas que aún malviven en Yarmuk de las 250.000 que un día llegó a tener. La diferencia la componen los hoy refugiados internos o externos, gente que escapó del asedio.
La UNRWA tiene que revisar si esta “fase de prueba” se está llevando a cabo correctamente y entonces seguirá con el reparto, impulsado por la OLP y revisado por el organismo internacional. La vigilancia es necesaria porque la entrega de ayuda tenía una condición: que se entregase exclusivamente a civiles y no a miembros de afines al Gobierno o de algunas de las diferentes milicias anti-El Asad que se han hecho fuertes en el campo y con cuya presencia el régimen justificaba el castigo general.
Ya el pasado día 13, un convoy con personal de la OLP y la UNRWA trató de acceder al campo, tras el permiso dado por Damasco, pero sus camiones fueron tiroteados en la entrada, después de haber cruzado más de 20 kilómetros de territorios con combates abiertos para llegar a la entrada sur, la ordenada por el Gobierno. Cuando los cooperantes pidieron permiso para entrar por el control norte, reconocido como más seguro, el régimen se negó a dar el permiso. Esos seis camiones son los que ahora, al fin, se están distribuyendo en la zona, tras un acuerdo entre el Ejecutivo y los grupos opositores que estaban dentro y que poco a poco están abandonando Yarmouk, confirma la OLP.
Además de rescatar a los enfermos, se espera que en pocos días puedan alojarse en otros puntos de la capital los vecinos que aún están en peores condiciones, ya que la falta de agua y electricidad hace inviable una vida segura y digna y la reconstrucción de las calles destrozadas nadie sabe en qué siglo podrá acometerse.
“Nuestro objetivo es facilitar el retorno a una vida normal”, explicaba días atrás Christopher Gunness, portavoz de UNRWA en la oficina central de Jerusalén. No obstante, recuerda que la situación de hambruna y cerco de Yarmuk no es única, sino que se repite en otros lugares de Siria como Alepo, Homs, o Muadamiya, Gouta, Nashabiyeh y Harasta, suburbios de la capital.
Para exigir el fin del asedio del campo originalmente palestino y de los demás lugares donde el Ejército bloquea a la población por sus simpatías con los rebeldes, este organismo ha convocado una cita masiva en las redes sociales para la tarde de mañana, día previo a las conversaciones de paz en Ginebra, con la que esperan reunir a 23 millones de internautas, tantos como ciudadanos tenía Siria antes de esta crisis que se acerca a los tres años y en la que han muerto más de 130.000 personas.
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