La izquierda mexicana busca unirse tras perder la batalla del petróleo
Ebrard, exalcalde de México DF, plantea la “fusión de las fuerzas progresistas”, y su partido, el PRD, se acerca a su exlíder López Obrador
Frustrada y debilitada después de perder su batalla política contra la reforma energética que abre a la inversión privada la industria estatal petrolera, la izquierda mexicana está dando señales claras de ver en la conjunción de sus distintas facciones la manera de recuperar fuerzas frente al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) de cara al futuro a corto y a largo plazo.
Este jueves ha sido el exalcalde de México DF, Marcelo Ebrard, quien ha apostado por esa vía, de acuerdo con la carta que le ha mandado a la Comisión Política Nacional de su partido, el Partido de la Revolución Democrática, PRD, principal polo de atracción del voto de izquierdas. Ebrard, de 54 años, una de las figuras más relevantes del espectro político progresista, y que intentó ser candidato presidencial del PRD en las elecciones de 2012, afirma que se está atravesando “un estado de emergencia nacional” –de inseguridad y de problemas socioeconómicos– y plantea “convocar a la reunificación y eventual fusión de todas las fuerzas progresistas del país” para aunar capacidad política.
Una eventual reunificación de la izquierda en México supondría, antes que cualquier otra cosa, un pacto que asocie de nuevo al PRD con su exlíder, Andrés Manuel López Obrador, de 60 años, que abandonó el partido en septiembre de 2012 tras perder las elecciones como candidato perredista y apostó por convertir en partido político su corriente grupal, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), objetivo que prevé tener cumplido en marzo, según dijo esta semana en un mitin después de pasarse unas semanas de baja por un infarto.
Unir a la izquierda implicaría que el PRD se asociase de nuevo a su exlíder, López Obrador
La senadora del PRD Dolores Padierna, cabeza de una de las principales facciones internas del partido, Izquierda Democrática Nacional, ha respaldado esta mañana en declaraciones a EL PAÍS la llamada de Ebrard a la cohesión. “Es indispensable, no solo la unidad en torno a un programa de acción, sino una unidad orgánica, una fusión”. Padierna dice que en esa unidad debería estar también Morena, es decir, López Obrador, aunque no entra a valorar si sería posible que fuese de nuevo el candidato de la izquierda en las elecciones de 2018: “Eso no está ahorita en la coyuntura”.
Esta semana, uno de los hombres fuertes del PRD, Miguel Barbosa, coordinador del partido en el Senado, de vuelta a la actividad después de sufrir la amputación de un pie por un problema de diabetes, también se refirió a la necesidad de acercarse de nuevo a López Obrador: “El grupo parlamentario del PRD en el Senado ha decidido buscarlo, a él y a todas las vertientes de la izquierda”.
El actual presidente del PRD, Jesús Zambrano, que pertenece a la facción mayoritaria del partido, Nueva Izquierda, no ha dicho nada de momento al respecto de López Obrador, pero ha dado señales genéricas de la importancia de reagrupar a la dividida izquierda mexicana. “Solo mediante una gran alianza social recuperaremos la soberanía en materia energética”, escribió en un artículo a principios de enero.
Zambrano se refería al reto de la izquierda para 2014: conseguir que el Congreso apruebe la Ley de Consulta Popular, que sería la herramienta con la que trataría de convocar en 2015 un referéndum para revocar la reforma energética –objetivo que, de todos modos, podría ser inviable por cuestiones jurídicas–. Otra pelea política que tendrá que librar la izquierda mexicana en 2015 serán las elecciones para la Cámara de Diputados, y la reunión de fuerzas podría ayudarle a afrontarlas con mejores perspectivas. En las elecciones municipales de 2013 el PRD dio muestras de agotamiento electoral al perder algunas de sus cabeceras más importantes.
La estrategia del PRD de colaborar con el gobierno del PRI ha reventado
Coaligarse de nuevo con López Obrador sería, al tiempo que un balón de oxígeno, un reconocimiento por parte del PRD –especialmente del grupo de poder de Zambrano– del fracaso de la estrategia por la que apostaron tras las elecciones de 2012. El PRD quiso posicionarse como una izquierda de centro e institucional (en contraste con la voluntad de confrontación eterna que se la atribuye a López Obrador) y firmó con el PRI y con el conservador Partido Acción Nacional el Pacto por México, una serie de acuerdos fundamentales entre los tres partidos para sacar adelante reformas estructurales. Esta apuesta se vino abajó el pasado mes de diciembre, cuando PRI y PAN aprobaron la reforma energética sin la anuencia del PRD y Zambrano se vio obligado a abandonar el Pacto, al que López Obrador se había opuesto desde un principio.
Ebrard, que aspira a ser el candidato de la izquierda en 2018, también ha lanzado una puya a la dirigencia perredista en su carta. Dice que el partido gobernante, el PRI, ha utilizado en su provecho al PRD en unos temas y al PAN en otros, y que su partido está sufriendo ahora las consecuencias de colaborar con el PRI: “Salimos demasiado tarde del Pacto, cuando el daño estaba hecho”.
De acuerdo con estos movimientos internos, 2014 será el año en que la izquierda analice sus fuerzas y en el que sus distintos líderes traten de ponerse de acuerdo en cuál sería para ellos la mejor manera de contrapesar el poder del PRI en el futuro. Varias voces ya han dejado clara su preferencia por la unidad. Una de las que falta escuchar es la de la pieza maestra del posible proceso de reunificación, el mayor recolector de votos de izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
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