El ‘caso Dieudonné’ agudiza las tensiones raciales en Francia
El Consejo de Estado prohíbe las actuaciones del cómico invocando razones de orden público
Reunido de urgencia a petición del ministro del Interior, Manuel Valls, el Consejo de Estado ha decidido este jueves prohibir la actuación que debía celebrar en Nantes el cómico franco-africano Dieudonné Mbala, siete veces condenado por antisemitismo. El Consejo, la más alta instancia administrativa francesa, invocó razones de orden público y la necesidad de evitar un atentado a la dignidad humana para revocar la decisión del Tribunal Administrativo de la región, que había autorizado la función horas antes cancelando así la orden emitida a principios de semana por Interior.
La supersónica batalla jurídica deja a Dieudonné la única posibilidad de recurrir ante la Corte Europea de Derechos Humanos para actuar en Francia, y ha causado enorme malestar entre los miles de seguidores congregados ante el teatro Zenith de Nantes y otros que han incendiado las redes sociales con comentarios de contenido irreproducible. En 2010, el Consejo de Estado confirmó el derecho del cómico a actuar en una localidad cuya alcaldía trató de impedirlo.
El triunfo de Valls contra lo que ha definido como la "mecánica del odio" parece una victoria pírrica para el Gobierno socialista. El caso ha concedido una publicidad extraordinaria al popular Dieudonné, y este emerge de su pulso con el poder convertido en una víctima del sistema a ojos de sus millones de partidarios, muchos de ellos jóvenes musulmanes de los guetos de las periferias.
Los espectáculos del cómico y polemista, simpatizante del Frente Nacional, compadre de Jean-Marie Le Pen, defensor del régimen iraní y azote del sionismo y del establishment francés constituyen para sus fieles un espacio de disidencia y de crítica a las élites político-financieras. Las comunidades de origen árabe y africano, una minoría de casi ocho millones de personas, sentirán la prohibición como un agravio del Gobierno, elegido en mayo de 2012 gracias en parte a sus votos.
El caso agudiza la brecha cultural, generacional e identitaria que desgarra a Francia. Los jóvenes espectadores de Dieudonné –entre los que hay también judíos y gente que se declara de izquierdas— reivindican su derecho a "desacralizarlo todo y reírse de todo", incluso de las cámaras de gas, un crimen contra la humanidad que sienten lejano y ajeno. Algunos de ellos cuentan en Le Monde que en los colegios públicos les culpabilizan con el Holocausto desde los 12 años, pero que nadie les habla del genocidio en Ruanda o del esclavismo colonialista francés.
Hábil manipulador y cómico de innegable talento, Dieudonné, de 48 años, es un hijo de la banlieue parisiense que fustiga el lenguaje correcto y vacuo de los políticos y los comentadores, mezclando una calculada ambigüedad y un sarcasmo feroz. En 2003, a raíz de la invasión de Irak, apareció en televisión disfrazado de extremista sionista y animó a la gente a militar en el "eje del bien". El gag terminaba con un heil-Israel que algunas asociaciones judías recibieron como una ofensa antisemita.
Denunciado y condenado, Dieudonné desapareció del gran circuito y se refugió en un pequeño teatro del norte de París y en su canal de Youtube. Aunque niega ser antisemita —"¿acaso tengo yo cara de nazi?", pregunta en uno de sus vídeos— en sus funciones canta una canción titulada Shoahnanas, parodia basada en un anuncio de cacao, y da espacio a miembros de la extrema derecha negacionista, lo que le ha valido 66.000 euros de multas.
La cruzada de Valls contra el inventor de la quenelle (un saludo con el brazo que Dieudonné define como un corte de mangas al sistema, pero en el que sus detractores ven un homenaje al saludo nazi) se enmarca dentro de la ofensiva electoralista del Gobierno socialista, que trata de contener el avance del Frente Nacional de cara a las municipales de marzo y las europeas de mayo.
Valls cuenta con el apoyo del presidente de la República, François Hollande, del jefe de la oposición, Jean-François Copé, de las asociaciones judías más importantes de Francia, del Partido Socialista y de los grandes medios de comunicación.
El movimiento ha suscitado las críticas de la Liga de los Derechos Humanos, de los dos extremos del arco político y de intelectuales como Edwy Plenel, que han alertado de la deriva antidemocrática que supone censurar de forma preventiva la libertad de expresión. Es la primera vez desde la guerra de Argelia que sucede algo similar. Desde hoy, el humorista Dieudonné Mbala forma parte del ordenamiento jurídico francés. Y casi nadie habla de impuestos, del paro, de Europa ni de la crisis.
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