Bruselas cree que no habrá una oleada
Más de tres millones de búlgaros y rumanos han emigrado ya a algún país de la UE “Los que querían mudarse ya lo han hecho”, sostienen en la Comisión
Rumanos y búlgaros llevan siete años en un extraño terreno de nadie. Desde 2007 son miembros de la UE, sus ciudadanos pueden viajar y residir en cualquiera de los 28 miembros del club europeo, pero tienen limitaciones para trabajar en algunos de ellos. A este periodo transitorio le quedan solo unas horas de vida. A partir del 1 de enero se levantarán las restricciones impuestas a la mano de obra procedente de los dos países más pobres de la Unión.
El fin de esta salvaguarda a la que se acogieron nueve países para no ver sus mercados laborales inundados ha despertado una tormenta política en Reino Unido, polémica favorecida por un electorado —y un Gobierno— cada vez más euroescéptico. Pero tanto la Comisión Europea como los países afectados consideran que no hay nada que temer, porque no habrá grandes movimientos de población. Ahuyentan así la idea de que ocurrirá como en 2004, cuando muchos polacos llegaron a las islas Británicas.
Habrá que ver cuáles son los efectos prácticos de levantar las restricciones. Pero la propuesta británica de imponer en un futuro indeterminado cuotas de entrada ha dañado uno de los principios fundamentales de la UE: la libertad de movimiento de sus ciudadanos. La cuestión afecta también a los países que esperan pacientes en la cola para ser los siguientes, tras Croacia, en entrar en el club europeo.
Los ministros de Exteriores de los Veintiocho iniciarán en enero las conversaciones formales con Serbia. Pese a suponer un gran paso adelante —y la constatación de que Belgrado se acerca a Bruselas y se aleja de los cantos de sirena del ultranacionalismo—, los problemas económicos han congelado de momento el crecimiento hacia el este de la UE. Países como Turquía, Montenegro, Macedonia, Albania, Bosnia Herzegovina y Kosovo mantienen conversaciones para llegar a ser un día parte de la UE, pero todos son conscientes de que pasarán años antes de que llegue ese momento.
El plan británico de fijar cuotas atenta contra un principio básico de la UE, la libertad de movimiento
Pese a que la tormenta política se ha centrado en Reino Unido, la total integración de búlgaros y rumanos en el mercado laboral europeo afectará también a España (que solo imponía restricciones a los rumanos), Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo, Malta y Holanda. Y las proclamas contra la invasión de ciudadanos del Este no han salido solo de Londres. Las ciudades holandesas de Rotterdam y La Haya han anunciado que negarán el número de Seguridad Social a los rumanos y búlgaros que lleguen a partir del 1 de enero.
Las proclamas que alertan de una invasión obvian que en la UE ya hay más de más de tres millones de rumanos y búlgaros trabajando fuera de sus países. De estos, Italia y España son los grandes receptores, con más de un millón cada uno. Es por este motivo por el que la Comisión Europea no cree que el fin de las restricciones vaya a suponer una desbandada. “La mayoría de los que querían mudarse a la UE ya lo han hecho”, sostiene un portavoz comunitario.
El caso español es paradigmático: las limitaciones entraron en vigor en 2007, cuando Rumanía ingresó en la UE y se convirtió en el séptimo país más poblado de la Unión. El Gobierno socialista eliminó las restricciones dos años más tarde; pero en 2011, cuando la crisis ya se había cebado con el mercado laboral, volvió a adoptarlas solo para los rumanos que trabajen por cuenta ajena. Ahora volverá a garantizar la libertad de movimiento.
El discurso cada vez más duro que sale de Londres ha indignado en Sofía y Bucarest. El penúltimo en criticar al primer ministro británico, David Cameron, fue el presidente búlgaro. Rosen Plevneliev alertó de que la tendencia al aislamiento daña la reputación británica. “Los búlgaros se están haciendo estos días muchas preguntas sobre la democrática, tolerante y compasiva sociedad británica”, añadió. El ministro rumano de Exteriores, Titus Corlatean, mostró su furia con los políticos británicos “xenófobos y populistas”, a los que acusó de ser poco profesionales y de confundir a su electorado en el debate sobre la inmigración. “El 40% de los rumanos en Reino Unido tienen un título universitario. Es el porcentaje más alto entre las comunidades extranjeras en la sociedad británica”, aseguró Corlatean.
Dos ciudades holandesas, Rotterdam y La Haya, negarán el número de Seguridad Social a los que lleguen
En realidad, rumanos y búlgaros, ya tienen facilidades para moverse por la UE, ya que las restricciones ahora en vigor solo afectaban a los empleados por cuenta ajena. Desde que entraron en la UE, su libertad para viajar y residir en otros Estados europeos es total. Solo podían trabajar si eran autónomos o tenían permiso de empleo; esa es la limitación que ahora desaparece.
Pero el temor de los que alertan de una escalada migratoria es que las nuevas llegadas las protagonicen los trabajadores menos cualificados. Bruselas, mientras, intenta serenar el debate mostrando los beneficios de los flujos migratorios. “Los estudios han demostrado de forma consistente los beneficios del libre movimiento de trabajadores para las economías de los dos países, del que recibe y del que se va”, sostiene un portavoz de la Comisión.
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