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Los ‘barriles de la muerte’ de El Asad se cobran cientos de muertos en Siria

En los últimos ocho días el régimen de El Asad se ha cebado con la principal ciudad de Siria La Fuerza Aérea ha arrojado barriles rellenos con explosivos contra la localidad El domingo murieron 69 personas en ataques de este tipo

Vídeo bajado de internet por REUTERSFoto: reuters_live

La ofensiva lanzada por el régimen sirio en los últimos ocho días sobre la ciudad de Alepo, la más poblada del país y por la que pugna con los rebeldes desde hace más de un año, ha dejado ya 300 muertos, según denunció ayer el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos. De ellos, al menos 87 eran menores de edad. La ONG, con sede en Londres y contraria al Gobierno de Bachar el Asad, sostiene que tanto el casco urbano como la periferia de la ciudad están bajo un fuego constante, lo que ha llevado a Médicos Sin Fronteras (MSF) a hablar de “los peores días” de la guerra en la zona.

Solo en el último ataque, el domingo, fallecieron 69 civiles y 12 rebeldes. De los primeros, 43 fueron asesinados con bombas de barril, ahora usadas con insistencia, pero que no son nuevas en la contienda siria. Su empleo fue datado por primera vez en agosto de 2012 en Homs. Fueron usadas durante ese otoño en poblaciones como Bosra (sur) y Al Dabaa (oeste), de forma muy esporádica y sin provocar grandes matanzas como las de ahora, porque su tamaño era pequeño y muchas no estallaron al llegar al suelo.

El Ejército sirio —cuyo Gobierno niega que las esté empleando— las ha mejorado hasta convertirlas en un arma barata y sencilla, el nuevo instrumento de terror en una guerra con 100.000 muertos.

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Algunos refugiados que fueron entrando a principios de 2013 a Turquía o Jordania ya llevaban en la memoria su nombre árabe, al barmeel (el barril), y en la piel sus consecuencias: heridas y quemaduras. Según Nir Mandelblit, general retirado del Ejército de Israel especializado en armamento, estas rudimentarias bombas “consisten en un barril de petróleo, una bombona de gas o un bidón que se rellena con material explosivo, generalmente dinamita, y fragmentos metálicos como clavos y bolas de rodamientos, para que se proyecten como metralla”. En ocasiones se añade fertilizante para que la reacción sea más dañina. Se lanzan desde helicópteros que vuelan a gran altura para evitar ser el blanco de la artillería antiaérea y los misiles del opositor Ejército Libre de Siria (ELS). Solo hay que encender la mecha y lanzarlos.

Al tocar el suelo, la carga estalla. Los más sofisticados, añade, llevan mecanismos que impiden que lo haga en el aire, a destiempo. No tienen guía alguna ni hay blanco específico. “El objetivo es hacer mucho daño”, insiste Mandelblit. Las bombas de barril se parecen “sensiblemente” a la primera saga de las bombas revienta bloques que usaba la aviación británica en la II Guerra Mundial con el nombre de HC Cookie. “En los dos casos, la carcasa del barril ocupa y pesa menos que la de un proyectil, hay más espacio para el explosivo. Esto permite lanzar bombas de 250 a 500 kilos desde helicópteros, hasta ahora usados solo como aeronave de transporte”, puntualiza.

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“El efecto en tierra es aterrador”, denuncia desde Turquía Ahmed Molhem, colaborador de los Comités Locales de Coordinación de la oposición. Primero, “las hélices de los helicópteros provocan el pánico” antes de que caigan los proyectiles. “Causan graves daños en estructuras de ladrillo, con un elevado número de bajas civiles. Abre agujeros [en los edificios], aplasta a personas y estalla. El suelo queda como desintegrado”, añade.

Lo peor es la metralla, que genera cortes muy graves. Sostiene que en el ataque del domingo en Alepo varios civiles murieron decapitados mientras hacían cola para comprar pan. Aitor Zabalgogeazkoa, jefe de misión de MSF para Siria, explica que hubo víctimas cerca de la escuela.

Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado norteamericano, catalogó estas bombas el pasado año como “incendiarias”, por contener material inflamable, las comparó con el napalm. Esto ha llevado a Human Rights Watch a denunciar que Damasco busca “infligir un daño terrible” a la población civil. “¿Dónde está la indignación internacional?”, se pregunta Bonnei Docherty, una de sus investigadoras. El Ministerio de Exteriores español, condenó ayer “en los términos más enérgicos” los “cruentos” ataques sobre Alepo.

En el último año, según revela HRW, el Ejército sirio habría atacado a la población civil en 56 ocasiones con tres tipos de armas incendiarias, que generan “llamas o calor”, y violan una convención internacional no ratificada por Damasco.

El experto Mandelblit sostiene que el Gobierno sirio está usando bombas de barril no porque le falte arsenal convencional. Por ahora, solo es un medio económico para preservar armas más sofisticadas que puedan ser usadas ante una amenaza extranjera. “Una guerra civil se puede abordar en parte con armamento más rudimentario”, precisa. “Y por ahora le está dando resultado”.

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