La Comisión de la Verdad de Sao Paulo asegura que Kubitschek fue asesinado
Casi 37 años después de los hechos, un informe sostiene que el expresidente brasileño fue víctima de un complot de la dictadura
El expresidente brasileño, Juscelino Kubitschek de Olivo, que gobernó Brasil de 1956 a 1961, fue víctima de "conspiración, complot y atentado político" que acabaron con su muerte el 22 de agosto de 1976, durante la dictadura militar. Ese fue el dictamen de la Comisión de la Verdad Vladimir Herzog, instaurada por el Ayuntamiento de São Paulo, para investigar los crímenes cometidos durante esa época en São Paulo, basándose en 90 indicios encontrados en la investigación.
La investigación del caso comenzó en mayo de este año, cuando los concejales paulistanos comenzaron a recopilar documentos y testimonios de figuras importantes conectadas con los hechos, como el ex-conductor de la Viação Cometa, Josias Nunes de Olivo, que, en la época, fue señalado como uno de los responsables del accidente que llevó al Opala en el que Juscelino y su conductor, Geraldo Ribeiro, viajaban a salirse de la carretera Presidente Dutra y chocar contra un camión. Nunes afirmó a la Comisión, el 1 de octubre de este año, que el coche rebasó al autobús por la derecha y siguió directo hacia el carril opuesto, sin hacer curvas. El conductor, que afirmó que dos hombres le buscaron tras el crimen para ofrecerle dinero si asumía la culpa, dijó que su vehículo no rozó el del expresidente, lo que se comprobó tras investigaciones hechas en los dos automóviles y por el testimonio de pasajeros que estaban en el autobús.
El testimonio de Ribeiro ayudó a dar cuerpo a la tesis de que el conductor del coche de Kubitschek perdió el control del automóvil después de ser alcanzado por un disparo en la cabeza. Otro conductor de un camión, Ademar Jahn, que estaba próximo al accidente, afirmó ante los concejales a finales de noviembre, que, poco antes del choque, vio a Ribeiro inclinado, con la cabeza caída entre el volante y la puerta del automóvil, indicios de que estaba inconsciente en el momento de la colisión. Luego después del crimen, la familia del ex presidente fue informada de que un automóvil Caravan marchó en parelo con el Opala en la carretera antes de que el coche se saliera de control.
Las huellas del tiro en la nunca nunca fueron registradas durante las pruebas policíales. Y nunca se hicieron las pruebas de rayos-X, que podrían haber mostrado el impacto de la bala. Los indicios se escondieron hasta hace poco tiempo, afirmaron los concejales. En su testimonio ante a la Comisión, el perito criminal Alberto Carlos de Minas relató que policías y agentes del Estado le impideron fotografiar el cráneo del conductor del coche del ex presidente durante los trabajos de exhumación de los restos mortales, en 1996, cuando el caso volvió a investigarse. El cráneo presentaba un agujero con las mismas características similar a las que provocan los proyectiles. Las pruebas hechas en el cuerpo mostraron que el cráneo del conductor tenía vestigios de metal, aunque en la investigación se determinó que eran clavos del féretro. Esa conclusión fue rechazada por los concejales, que pidieron una revisión del material encontrado. La respuesta de la policía civil de Minas Gerais, donde están enterrados los cuerpos, fue que tanto el material como el atestado inicial no fueron encontrados, según dijeron los parlamentarios.
Antes del accidente, el expresidente estaba en una reunión en una hacienda propiedad del general de brigada, Newton Junqueira Villa-Fuerte, que fue profesor de João Baptista Figueiredo, quien, en 1978, dos años después de la muerte de Kubitschek, se convirtió en el quinto general elegido presidente de la República brasileña. Juscelino se postulaba como candidato a esas elecciones indirectas de una forma discreta. Ese sería el motivo, según los concejales, por el cual el político habría sido asesinado. En 272 días, murieron en el país tres de los principales líderes opositores al régimen militar: además de Kubitschek el 22 de agosto de 1976, el también expresidente João Goulart, el 6 de diciembre de 1976, y el ex-gobernador de Guanabara Carlos Lacerda, el 21 de mayo de 1977. Los tres integraban, a la época, el movimiento Frente Amplio, que trabajaba por la redemocratización del país.
Los concejales conectaron las muertes del trío a la de Orlando Letelier, exministro de Relaciones Exteriores de Chile, ocurrida en Washington el 21 de septiembre de 1976. Una correspondencia entre el coronel chileno Manuel Contreras Sepulveda, director del servicio secreto de la dictadura chilena, dirigida al entonces jefe del SNI (Servicio Nacional de Informaciones) brasileño, el general João Baptista Figueiredo, acusaba a Kubitschek y Letelier de “poder influir seriamente en la estabilidad del Cono Sur del hemisferio”, por su estrecha relación con políticos demócratas norteamericanos. La correspondencia se produjo un año antes de los dos crímenes.
"Estamos declarando y firmando un documento que muestra que estamos convencidos de que Kubitschek fue asesinado. Asumimos la responsabilidad de decir eso a la población. Creemos que el gobierno de la época decidió matar a un importante candidato con oportunidades en el colegio electoral", afirmó el presidente de la comisión Gilberto Natalini (PV).
La dictadura brasileña se mantuvo entre 1964 y 1985, a causa de un golpe militar que derrocó al presidente João Goulart. No fue hasta 2011 cuando el Gobierno Federal resolvió crear una Comisión de la Verdad nacional para evaluar los crímenes ocurridos en ese período. Después, comisiones similares surgieron en Estados y municipios. " Brasil escondió los crímenes de la dictadura para bajo la alfombra", dice Natalini, cuya familia también fue víctima del régimen.
El caso de Kubitschek se investigaba en la Comisión de la Verdad nacional desde 2012, pero sin resultados conocidos. La comisión, que no quiso pronunciarse, recibirá ahora el informe de los parlamentarios del municipio de São Paulo. Esperan que las investigaciones policiales sobre el homicidio, que prescribió en 1996, se reabren para que los responsables del asesinato sean juzagdos. "Crímenes como ese no deben prescribir", afirmó Natalini.
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