Las elecciones en Georgia marcan el fin de la década de Mijaíl Saakashvili
Tras ser reelegido dos veces, el presidente no puede presentarse de nuevo El favorito en esta ocasión es Georgui Margvelashvili, apoyado por el primer ministro Ivanishvili
Las elecciones presidenciales que se celebran este domingo en Georgia, marcan simbólicamente el fin de una agitada década protagonizada por Mijaíl Saakashvili, uno de los líderes de la Revolución de las Rosas, el movimiento que en el otoño de 2003 echó al presidente Eduard Shevardnadze del poder. Tras las elecciones de enero de 2004, Saakashvili, un jurista de carácter impaciente y decisiones radicales, sustituyó como presidente al veterano estadista. Bajo su mandato, Georgia, un país clave por estar situado en las rutas de tránsito de combustible, ha sufrido la traumática conmoción de una breve guerra con Rusia en Osetia del Sur en agosto de 2008.
Un total de 3,6 millones de electores han sido convocados a los comicios de este domingo, en los que compiten 23 de los numerosos aspirantes al puesto. La identidad del vencedor tiene una importancia relativa, porque, en virtud de las enmiendas introducidas en la Constitución del país, Georgia ha dejado de ser un régimen presidencialista y se ha convertido en un régimen parlamentario, donde el personaje clave es el primer ministro, que es nombrado por el Parlamento y que ha adquirido más poderes a costa del presidente.
Georgia ha dejado de ser un régimen presidencialista y se ha convertido en un régimen parlamentario, donde el personaje clave es el primer ministro
Tras las elecciones parlamentarias de octubre de 2012, el cargo de primer ministro ha sido desempeñado por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, que llegó al poder apoyado por una coalición de partidos conocida como El Sueño Georgiano. Ivanishvili, que hizo su fortuna en Rusia, ha anunciado ya que quiere dejar el puesto el próximo mes de noviembre, lo que da cierta incertidumbre al futuro de la política de Georgia, el país del Cáucaso que hoy por hoy más ha avanzado en la adopción de procedimientos democráticos. Saakashvili, que fue elegido presidente en dos ocasiones, no tenía derecho legal a competir por tercera vez.
Tras la década Saakashvili, Georgia está mucho más cerca de Occidente y de la OTAN, pero mucho más lejos de llegar a un acuerdo con Osetia del Sur y Abjazia, dos territorios que fueron unidades administrativas subordinadas a Georgia en época soviética y que durante la desintegración de la URSS no quisieron seguir la política de Tbilisi. Tras haber sometido la región de Adzharia (un tercer litigio heredado de la Unión Soviética) Saakashvili creyó poder someter también a Osetia del Sur. En agosto de 2008, el presidente georgiano, en plena campaña para conseguir un ingreso irreversible en la OTAN, ordenó una incursión armada sobre la capital de Osetia del Sur, Tsjinvali, donde los georgianos fueron repelidos por el Ejército Ruso. El resultado, fue que Osetia del Sur y Abjazia se declararon independientes y fueron reconocidos como Estados por el Kremlin, que transformó en bases militares bien equipadas lo que habían sido sus contingentes de pacificadores en ambas regiones. A consecuencia de la guerra, la política de Georgia dio un giro radical. Tbilisi rompió relaciones diplomáticas con Rusia, abandonó la Comunidad de Estados Independientes (organización de países postsoviéticos) y, privada del mercado ruso, que había sido el principal destino exportador de sus vinos, aguas minerales y productos agrícolas, reorientó su economía hacia otros destinos.
Junto con Ucrania y Moldavia, Georgia será uno de los países que estrechen sus relaciones institucionales con la Unión Europea en la cumbre de Vilna el 28 y el 29 de noviembre. En julio de este año la UE y Georgia concluyeron la negociación de un Acuerdo de Asociación y otro de Zona de Libre Comercio (CDCFTA). La firma de estos dos documentos supondrá una adaptación al acervo comunitario de las leyes de Georgia, que espera ampliar las perspectivas exportadoras del sector agrícola, en el que trabaja la mitad de la población.
En agosto de 2008, el presidente georgiano, en plena campaña para conseguir un ingreso irreversible en la OTAN, ordenó una incursión armada sobre la capital de Osetia del Sur
En estas elecciones, el candidato favorito en las encuestas es Georgui Margvelashvili de la coalición El Sueño Georgiano, que tiene el apoyo de Ivanishvili. Margvelashvili, un filósofo, ha sido rector del Instituto Georgiano de Cuestiones Sociales, ministro de educación y viceprimer ministro en el gobierno de Ivanishvili. Su principal oponente es David Bakradze, el candidato del Movimiento Nacional Unido, el partido de Saakashvili, que se formó como físico y matemático y luego estudió relaciones internacionales y temas de defensa y fue también ministro exteriores. Completa el trío de favoritos Nino Burdzhanadze, la ex jefa del Parlamento, una estadista experimentada que apoyó a Saakashvili durante la Revolución de las Rosas, pero luego rompió relaciones con él.
Toda la clase política georgiana está a favor de la integridad territorial de Georgia al margen de la retórica que adopten respecto a Moscú, más radical en el caso de Saakashvili y sus partidarios y más moderada y diplomática en el de Ivanishvili. El consenso se extiende también a temas como la política proeuropea y proatlántica, ya que las dos principales fuerzas políticas georgianas son partidarias del ingreso en la OTAN. En el capítulo más positivo de la herencia de Saakashvili suele mencionarse la lucha contra la corrupción en el funcionariado de grado medio, especialmente en la policía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.