EE UU dejó en Panamá basureros de armas químicas usadas en experimentos
El Pentágono aceptó limpiar una isla panameña del Pacífico que en el siglo XX fue convertida por tropas estadounidenses, canadienses y británicas en depósito de gases y agentes venenosos
Peligrosos basureros con toneladas de bombas y municiones de armas químicas—gas mostaza y agentes nerviosos, asfixiantes y venenosos—y convencionales usadas por el Ejército de Estados Unidos en experimentos bélicos durante el siglo XX, ya fuera en la Segunda Guerra Mundial (1939—1945) para alistar la invasión a Japón o en la guerra de Vietnam (1964-1975), fueron abandonados por tropas estadounidenses en San José, pequeña isla panameña del Océano Pacífico ubicada a poco más de 80 kilómetros al sur de tierra continental y en áreas militares aledañas al Canal de Panamá.
Los depósitos y basureros son parte del legado de Estados Unidos al finalizar en 1999 su presencia militar en Panamá, que se inició en 1903 y durante la que utilizó a San José como plataforma de experimentos militares con armas químicas, con apoyo de los Ejércitos de Canadá y Reino Unido de 1943 a 1947, y a las riberas del Canal como campos de tiro.
“Hay aparentemente seis bombas sin detonar que pueden contener gas mostaza y fosgeno” en la isla, dijo el panameño Tomás Cabal, director general de Análisis Antiterrorista del Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá. “Eso es lo que quedó en San José: cinco bombas de mil o dos mil libras y una de 500. El peligro no son tanto los químicos, que pensamos se pueden haber debilitado, sino que esas bombas también tienen explosivos convencionales que sí pueden estar todavía activos”, explicó, en entrevista con EL PAÍS.
El fosgeno, componente químico industrial para producir plásticos y pesticidas, fue usado como arma química en la Primera Guerra Mundial como un agente asfixiante y venenoso, al atacar el sistema pulmonar. De las armas químicas usadas en ese conflicto, el fosgeno causó el mayor número de muertos.
El desacuerdo sobre la limpieza de San José, de 44 kilómetros cuadrados y la segunda isla más grande del archipiélago de Las Perlas, se remonta a más de 66 años y quedó pendiente de solución bilateral en 1999, cuando el Canal y regiones adjuntas fueron entregados por Washington a Panamá.
“La isla es un lugar muy hermoso: tiene reservas de agua, ríos y depósitos que la hacen muy atractiva al turismo. Hay un hotel de lujo pero pequeño comparado con la isla, porque estas bombas están a lo largo y ancho. No están cerca del hotel, pero sí en sitios en donde podrían hacerse otros desarrollos turísticos”, narró Cabal, uno de los responsables de negociar con Washington.
Tras múltiples pedidos de Panamá, el Departamento de Defensa (Pentágono) de Estados Unidos aceptó este año iniciar la limpieza en el último trimestre de 2013, pero se atrasará a 2014 por la crisis presupuestaria en Estados Unidos.
“El acuerdo fue que una vez que obtuviera financiamiento, el Pentágono enviaría expertos a revisar la isla y a remover las municiones. Inicialmente empezaría a finales de este año, pero posiblemente será el otro año”, relató el diplomático.
Al revelar el acuerdo, el diario El Panamá América, de la capital panameña, informó que una primera misión trabajará en “localizar las armas, tomar fotos, diagramar y levantar el inventario que deje constancia sobre las condiciones en que está el armamento”.
En una declaración escrita que entregó a EL PAÍS, el canciller de Panamá, Fernando Núñez, recordó que “los Ejércitos de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá dejaron caer toneladas de armas químicas en la isla de San José anticipando su uso en la invasión a Japón”.
“La remoción de las armas químicas que quedaron en la isla permitirá que Panamá salga de la lista de la OPAQ (Organización para la Prohibición de Armas Químicas) de países que mantienen este tipo de armas sin detonar. El acuerdo ratificado por la Cancillería panameña se da en momentos que el tema relacionado con el uso de armas químicas en Siria ocupa la atención mundial”, afirmó.
Otros basureros
Los basureros de armas también quedaron en otras partes de suelo panameño.
“Durante la guerra de Estados Unidos en el sudeste asiático, el ambiente tropical de Panamá se convirtió en un campo de pruebas para equipo militar y entrenamiento de la tropa”, escribió el investigador estadounidense John Lindsay-Poland, en un artículo en la página en internet de ”Fellowship of Reconciliation”, organización no gubernamental estadounidense fundada en 1915 que trabaja por la paz, la justicia y la no violencia.
Lindsay-Poland, autor del libro “Emperadores en la jungla: la historia oculta de Estados Unidos en Panamá” (Duke University Press, 2003), relató que, según documentos militares estadounidenses, Washington dejó 105.000 municiones en Panamá al retirarse en 1999 y “que van desde bombas de 500 libras a granadas extremadamente sensibles de 40 milímetros”.
Las municiones y armas “engañan”, porque están “en zonas próximas a crecimiento demográfico intenso, donde los recién llegados no tienen memoria del entrenamiento militar que se produjo junto a donde ellos y sus hijos viven”, puntualizó.
Basado en “documentos oficiales”, Lindsay-Poland aseguró que Estados Unidos envió tres toneladas con minas del agente nervioso VX en 1964 a las bases militares estadounidenses en las riberas del Canal “para pruebas tropicales”. El VX, que en su momento también produjo Irak y considerada como arma de destrucción masiva, “es tan letal que sólo cinco miligramos en la piel son suficientes para matar a un ser humano”.
“De las tres toneladas de minas VX, los documentos indican solamente lo que pasó con 576 kilos. ¿Qué pasó con las restantes dos y media toneladas?”, preguntó, al describir que, según le confió un comandante del Tropic Test Center del Eército estadounidense destacado en Panamá en la década de 1960, que había un vertedero de químicos en la antigua zona aledaña al Canal, por lo que se teme que el VX esté enterrado en esa región.
Sobre la situación en la isla, aseveró que las municiones “sin estallar se quedaron allí, tan peligrosas como cuando fueron lanzadas”. Técnicos de la OPAQ, contó, inspeccionaron San José en 2002 y encontraron bombas de gas mostaza “todavía intacta y mortal”.
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