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El periodista más influyente de Argentina

“Somos 20 boludos contra el Estado”

A Lanata la gente le anima por la calle y le aplaude en los restaurantes. Él cree que en Argentina hace falta una oposición

Francisco Peregil
Lanata en una emisión del programa que presenta, hace cuatro meses.
Lanata en una emisión del programa que presenta, hace cuatro meses.diego waldmann (clarín)

Jorge Lanata dirigía a los 26 años el diario Página 12, emblema de la lucha contra la corrupción del Gobierno de Carlos Menem (1989-1999). Ahora, a los 53, es la voz que más se escucha contra el Gobierno de Cristina Fernández. Mucho más que la de cualquier político de la oposición. Lanata publica una columna los sábados en el diario Clarín,el más leído; conduce todas las mañanas de lunes a viernes, durante cuatro horas, un programa de radio en la emisora de mayor audiencia del país, propiedad del grupo Clarín, y presenta los domingos a las diez de la noche el programa Periodismo para todos en un canal de televisión en abierto perteneciente a Clarín.

Clarín, por si no ha quedado claro, es el grupo mediático más influyente de Argentina. Y también el más enfrentado al Gobierno. Sobre todo desde que en 2008 se quebró una relación fluida que había durado cinco años. Lanata solía ser muy crítico con el Gobierno y con Clarín. Pero el año pasado lo contrató Clarín. “Si quiero trabajar en Argentina, el único lugar en que puedo hacerlo es Canal 13”. Asegura que el resto está directamente en manos del Gobierno o de empresas afines, “como la española Telefónica”. Y con la radio sucede “algo parecido”. “Quise ir en algún momento a Radio Continental [propiedad del grupo PRISA] y supe que hubo gestiones del Gobierno para bajarme el contrato. Entiendo que para el Gobierno sea una complicación que Clarín y yo estemos juntos. Ahora… ellos nos terminaron uniendo. Yo era yo antes de Clarín. Y voy a ser yo después de Clarín, porque tampoco creo que esto vaya a durar siempre”.

La unión de Lanata y Clarín ha provocado en Argentina un fenómeno de masas. “Ando cada vez menos por la calle porque todo el mundo me para y me saca fotos. Me pasó dos o tres veces de estar en restaurantes y que se levanten todos a aplaudir, 200 personas, es una locura”, asume.

La entrevista se desarrolló en el mismo despacho de su casa —ahora reside en un hotel, tras separarse—, donde había plantado una cámara oculta a fin de grabar a un personaje que confesaba lavar dinero para el empresario Lázaro Báez, amigo íntimo del expresidente Néstor Kirchner (2003-2007). Con la emisión de esa entrevista el 14 de abril, la audiencia de su programa se disparó. Y se mantuvo en cabeza incluso cuando el Gobierno cambió el horario del fútbol y la televisión pública comenzó a emitir partidos a la misma hora que Periodismo para todos.

Aunque hace tres años le tentaron para entrar en política y las encuestas le dan ya un 70% de imagen positiva, no se plantea cambiar de profesión. “Primero, porque estoy en el momento de mi carrera en donde siempre quise estar, y abandonarlo por la política no tiene sentido. Después, a mí no me gusta tener jefes, no tendría disciplina partidaria. Tampoco podría vivir de la política porque gano en la televisión más que cualquier político. Además, soy más útil haciendo lo que hago, creo que lo que hacemos sirve en términos políticos”.

“Estoy de acuerdo que acá hace falta una oposición”, prosigue, “pero tampoco me puedo hacer cargo de la Argentina. A veces la gente nos pide cosas que no podemos hacer. Me paran y me dicen: ‘¡Che, tal persona no está presa!’. ‘Yo no lo voy a ir a meter preso’, respondo. Bastante que somos 20 boludos y conseguimos más que toda la justicia junta”.

Le pregunto si sería capaz de hablar bien sobre Cristina Fernández durante un minuto. “Un minuto no sé, pero sí unos segundos. Ella es audaz, mucho más que cualquier otro político de este país. Y eso la mantiene en el poder. Está convencida de lo que dice, convencida de su propia mentira. Esto no tengo claro si es un valor en sí mismo, porque Hitler estaba convencido de lo que decía y eso no lo volvía bueno. Machado en Juan de Mairena decía: ‘El primer deber del político es la fidelidad hacia la propia máscara’. Si vos no te creés tu máscara, no te creés nada. Ella está convencida de que está haciendo la revolución. Creo que, como cualquier político que quiere ser presidente, está un poco loca, pero eso me parece natural en alguien que está en el poder. Ninguna persona normal puede querer ser presidente. Para serlo hay que tener una especie de delirio místico, pensar que la historia te eligió”.

Las paredes del despacho están repletas con portadas legendarias del Página 12 que fundó. “Yo me siento re-periodista, eso siempre”. Rememora una mañana, con 26 años, tendido al lado de una mujer, escuchando la radio. En el diario acababan de publicar un artículo que terminaría provocando la dimisión de un ministro. Y de pronto… “Escucho un boletín informativo diciendo que Menem estaba muy preocupado con mi nota. Y pensé: ‘Es buenísimo esto; que yo pueda estar tirado en el piso (suelo) con una chica y que él esté preocupado por lo que le pasó al ministro’. Esa sensación de palo en la rueda del poder para mí era una cosa de libertad increíble”.

Continúa hablando de periodismo: “Cualquier tema me interesa si vos me lo sabés contar. Trabajo de periodista desde los 14 años y todavía mantengo esa curiosidad. Es fácil hacer una nota con Obama. Pero hay que hacerla con el portero. Y adentro del portero está Shakespeare. Lo que pasa es que tengo que aprender a verlo”.

Una de las claves del éxito de su programa es el humor, los personajes que imitan a la presidenta y a otros políticos. Cuenta que ese ingrediente siempre le acompañó en su carrera. Cuando Carlos Menem lo tachó de ejercer la prensa amarilla, compró papel de las guías de teléfono y salió al día siguiente con el diario entero de amarillo. “Le cambié la marca y le puse Amarillo 12.Y Menem tuvo que salir a decir ‘qué ingeniosos estuvieron estos muchachos’. Mostramos que la renovación de la forma es infinita y que no afecta a la seriedad del contenido. Puedo salir en un programa serio vestido de futbolista y medir más audiencia que el fútbol. La gente no es tarada, sabe distinguir una cosa de la otra. El humor es lo que más desconcierta a los políticos. Ellos se bancan (soportan) que les digas chorros (ladrones), pero no que te rías de ellos. Se toman tan en serio que no lo soportan”.

También hubo tropiezos en su carrera. El 7 de julio emitió una entrevista con un supuesto arrepentido que aportaba datos comprometedores sobre el dirigente kirchnerista bonaerense Luis D’Elía. Mientras el programa estaba en el aire, D’Elía comenzó a tuitear un vídeo donde el entrevistado declaraba actuar en connivencia con D’Elía para venderle a Lanata “pescado podrido”. O sea, información falsa. “A partir de ahora, todos los arrepentidos que vengan primero declaran ante la justicia y después con nosotros. Nos sirvió la experiencia”.

Piensa que lo peor de la gestión del Gobierno es la “enorme grieta” que ha creado en la sociedad. “Hay familias que se dejaron de hablar, amigos que no se dirigen la palabra, compañeros de trabajo que se transformaron en enemigos…”. Y confía en los impulsos que le devuelve la calle. “De cada 100 personas, 98 me dicen genio y dos me putean. Vamos bien”. “Pero estoy peleando contra el Estado, no contra un partido. Y eso se nota en el aparato de propaganda cuando se vuelve contra uno”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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