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Agentes de seguridad supervisan el primer día de colegio en Chicago

La ciudad comienza el curso tras el cierre de 50 escuelas públicas. Algunos alumnos reubicados pasan por zonas peligrosas

Carolina García
Más de un millar de agentes acompañaron a unos 12.000 alumnos reubicados en su primer día de clase en Chicago.
Más de un millar de agentes acompañaron a unos 12.000 alumnos reubicados en su primer día de clase en Chicago.AP/ M. Spencer Green

Esta semana ha comenzado un nuevo capítulo para las escuelas públicas de Chicago, el tercer distrito educativo más grande de Estados Unidos, tras los recortes de presupuesto que provocaron la pasada primavera el cierre de cerca de 50 centros educativos. Unos 400.000 alumnos empezaron ayer lunes el curso 2013-2014; de ellos, unos 12.000 fueron reubicados a otros colegios tras las medidas. Algunas de las nuevas rutas, con las que todavía muchos no están familiarizados, atraviesan zonas peligrosas de pandillas y con altos índices de criminalidad.

En su primer día, estos estudiantes se dirigieron a sus nuevos centros educativos, ahora más alejados de sus hogares, acompañados de 1.200 agentes de seguridad vestidos con chalecos amarillo chillón; con teléfono móvil; sin armas, y que han sido entrenados para proporcionar seguridad a los menores, según informa de The New York Times. Los guardias son voluntarios y cobran 10 dólares la hora.

“Hoy es un nuevo comienzo para Chicago. El fin es conseguir que los alumnos piensen en sus estudios y no en su seguridad”, explicó ayer lunes el alcalde de la ciudad, Rahm Emanuel, en una escuela de primaria. “Chicago es muy diverso y la seguridad depende de la zona, muchos de estos niños atraviesan algunas peligrosas”, añadió Emanuel.

Cuando el Gobierno de Chicago anunció la pasada primavera el cierre de 47 escuelas de primaria y un instituto, medida que justificaron con la escasez de alumnos en algunos centros y que ayudaría a ahorrar 43 millones de dólares -se pretende alcanzar los 1.000 millones de dólares de ahorro en 10 años-, los padres de los niños afectados, sobre todo aquellos que viven en las zonas más pobres del sur y el oeste de la ciudad, reclamaron soluciones para proteger a sus hijos.

Una de las ciudades más peligrosas de EE UU decidió entonces adoptar medidas. La nueva situación sería incluida dentro del programa denominado Safe Passage (Camino Seguro) que ofrece un servicio de guardias de seguridad para los niños que viven en los barrios más vulnerables de Chicago y que comenzó en 2009 tras el asesinato del joven de 16 años Derrion Albert a la salida de su instituto.

Según fuentes de la alcaldía, desde la instauración de este proyecto, los crímenes han descendido un 20% y la escolarización de menores ha subido un 7%. Chicago cuenta con 92 rutas seguras -53 son nuevas-, según The New York Times. La creación de las nuevas vías ha doblado los servicios pero ha duplicado su coste llegando a tener un precio de 16 millones de dólares.

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Con el fin de tenerlo todo listo para este nuevo curso, funcionarios de la ciudad han podado unos 5.000 árboles; han tapado miles de graffitis; han arreglado el alumbrado de muchas calles, y han tapiado cientos de edificios abandonados. Los colegios también han sido mejorados con nuevos sistemas de aire acondicionado y nuevas bibliotecas, aunque cuentan con 3.000 profesores y empleados menos tras los recortes presupuestarios.

Durante la jornada de ayer lunes no ocurrió ningún incidente, según informaron fuentes policiales. A pesar de que este dato no ha sorprendido a padres y familiares, muchos se preguntan si este nivel de protección continuará en las próximas semanas y meses o es "simplemente cosa de un día", informa AP. En 2012, medio millar de personas perdieron la vida en Chicago. Según datos de la policía, en lo que va de año unas 266 personas han muerto en las calles de la ciudad, un 26% menos que el año pasado y siete asesinatos menos que en 2011.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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